La tarde se aprontó a surgir y Martín permanecía aún con Leyenda. Ella despertó e intentó escapar, pero era como un pichón con un ala rota, los tranquilizantes surtieron efecto y se sintió ebria, así como se levantó perdió el equilibrio, que lo recuperó con su cola aunque no por mucho tiempo. Martín se apuró a sujetarla y llamó a alguien, ella se zafó como un animal acorralado:
-: ¡¿Qué me dieron?! –Exclamó.
-: Es morfina, estabas herida y necesitabas descansar –respondió Martín.
Leyenda intentó golpear al viento confundida, en ese instante Pietro, que pasaba cerca de la habitación y acudió al llamado de Martín, la vio.
-: ¡Oye! –Le gritó- no hagas eso niña.
Martín volteó al escuchar a Pietro.
-: ¿Qué pasa aquí?
-: No lo sé, si tú eres el sobresaltado, yo solo la estaba ayudando.
Pietro miró a Leyenda, ella agitó su larga cola ante los ojos de Martín, él la tomó.
-: No es necesario comprobarlo, esos no son útiles. –dijo apenado, refiriéndose a sus ojos, de pronto sintió el frío en su mano- Vamos, recuéstate, estás fría como un fantasma, debes tranquilizarte. –Leyenda retrocedió un paso y se sentó, un ruido de metal se oyó- ¿Qué sucede?
-: Solo el viento –contestó Pietro- dime qué es lo que le dieron, aún está irascible- Miró a Leyenda que parecía nerviosa.
-: Solo morfina –el sonido de metal volvió a oírse- ¿Qué es eso?
-: Morfina, ¡¿quién pudo ser tan estúpido?!¡Dime ¿fue acaso ese viejo tramposo?! –preguntó Pietro.
-: No, no creo que él lo haya hecho… -y otra vez el persistente choque del metal se oyó- hombre, si me estoy volviendo loco, ¿qué es ese sonido en el ambiente?
Pietro no lo escuchó, siguió hablando.
-: Pero, ¿quién lo hizo entonces? –Pietro iba a retirarse y la hija de Esteban llegó, Martín se dirigió al primero.
-: ¿A dónde vas ahora?
-: A hablar con ese viejo, le dije que no la medique y justo la viene a dormir, ya me va a escuchar.
La muchacha lo detuvo.
-: Oye Pietro espera –Pietro continuó- que dejes, mi padre no hizo nada, -Pietro giró y la miró enfurecido- oye, oye hombre, que pareces muy violento hoy, yo le di la morfina.
Pietro se le acercó y la tomó de la muñeca.
-: ¡Que hiciste ¿qué?!
-: Suelta, ¡que sueltes hombre te digo! –forcejeó la niña exasperada.
Esteban llegó y vio la escena.
-: Pietro, Lina, ¿qué es esto?… Martín ¿puedes explicarme? –exigió.
-: Es que la niña le ha dado morfina a la muchacha que descansaba… y –una vez más el ruido de metal lo perturbó- dígame don Esteban, ¿es que me estaré volviendo loco o u también escuchó eso? –Esteban se percató del estado de Leyenda y se fue retando a Lina para sacarla de la sala antes de que ella lo vea- Esteban, oiga… don Esteban…
-: Se fue –interrumpió Pietro, Martín intentó oír una vez más- que es el viento te digo… dime, ¿Cuándo se le pasará el efecto?
-: Veamos, se lo aplicó ya hace unas cuantas horas y como ya despertó el efecto se irá en unos veinte minutos supongo… A propósito Pietro, ¿dónde ha ido Joaquín?, es que no lo siento por aquí…
Pietro se acercó a Leyenda e intentó tranquilizarla…
-: Volvió a las ruinas –contestó desinteresado- y tú, ¿dónde pensabas ir? –Preguntó a Leyenda- deja pasar el sueño, luego veremos si te vas o te quedas –indicó adivinando.
Leyenda bostezó y un fuerte rugido se oyó, Martín volvió a intrigarse…
-: ¿Me vas a decir que eso también fue el viento? –se burló de Pietro.
-: Pues sí, lo fue –devolvió la burla.
-: Ah no, ¿acaso me piensas sordo también? Dime ¿también Joaquín soporta esto? Sabes que no nos gusta que nos tomen por tontos.
-: Allá tú y tu hermano si no lo soportan, ¿es que no te das cuenta solo que debes preguntar sabiendo la respuesta? No fue el viento – siguió Pietro.
-: Entonces dime tú que es que pareció una pantera y ya no las hay…
Leyenda observó a Martín.
-: Lo sabes bien, no es necesario comprobar lo que tú sabes, solo enséñalo a los demás. Si crees enseña a creer, que el alma se enriquece cuando lo haces… pues eso hizo el hombre desde un principio…
-: ¡Vaya! ¿Instrucciones de historia ahora me das criatura? Si lo que puedo imaginar no existe… y por más que hayas leído mi mente no puede existir tal cosa pues… -Pietro lo calmó con una sonora bofetada- ¿Qué mosco te ha picado ahora Pietro?
-: No seas insensible… si tú… -Pero pronto fue interrumpido por Leyenda.
-: No uses la violencia con un noble corazón, que aunque perdió la inocencia sabes que tiene razón…
-: Pero… dudó Pietro.
-: Así se le enseñó, así él lo aprendió, por miedo cerró los ojos, pero los del corazón… -contestó Leyenda.
-: Entonces… dime criatura, dime tu nombre… -pidió Martín.
-: Mi nombre no se ha dicho, ni se repetirá, está reservado a mi luna, soy “Leyenda” para los demás –contestó ella.
-: Dime si acaso naciste humana y no quiero importunar, pero quisiera saber…
Pietro intervino ya enojado.
-: Claro que nació humana, que te has pensado pillo, si…
-: Si, humana a mi pesar… –miró a Pietro serena- con sangre animal… y una maldición que cargar, no sé si soy ángel o demonio, si me buscan o me huyen…
Martín iba a volver a hablar, Pietro lo detuvo.
-: Vamos muchacho, ya no digas más…
-: Por favor amigo Pietro, solo algo voy a agregar y es que su corazón es noble –llevó su mano al corazón- ante este mirar… ¿verdad Pietro?
Pietro miró embelesado a Leyenda.
-: Descansa por hoy viajera.
Leyenda asintió.
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Capítulo 6:
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