Mostrando entradas con la etiqueta Literatura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Literatura. Mostrar todas las entradas

lunes, 3 de abril de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 12 - Una jugada arriesgada

 


Con otro día llega una nueva jornada en Lupus Ánima y sus integrantes se sumergen en nuevas actividades. Iang, por su lado, aún no ha llegado, ha salido con Ceo a dar un paseo para serenarlo, la conversación con Kisa ha logrado alterarlo y no ha sido capaz de dormir en toda la noche.

-: ¿Estás seguro que estás bien? –inquiere Iang preocupado-. No has dormido.

-: No es que me afecte… Solo lo hago por ti.

-: Lamento no haber podido llegar antes.

-: Es tu trabajo.

Iang suspira esbozando una media sonrisa.

-: ¿Sigues enfadado con Kisa?, ¿o es conmigo?

-: No es enfado, es preocupación.

El tono de Ceo se mantiene sereno y cansado. Aunque, sus ojos parecen no decir lo mismo.

-: ¿Bromeas? Tienes los ojos de Ares… No le hará bien a tu esencia…

Sosteniendo su cabeza, el guardián exhala una queja.

-: ¡Agh, es tan testaruda!

Y esta vez es Iang quien habla más calmado.

-: Solo necesita tiempo.

-: ¿Cuánto más?

-: El necesario.

 

Mientras, Apolo decidió hacer una nueva incursión en la empresa en busca de su hermano, pero una serie de eventos alterará sus planes.

-: Hola –saluda a Amir, acariciándola dulcemente-. ¿Cómo estás hoy, niña divina?

Amir da un respingo, empujando a Apolo de inmediato. Al verlos, Tamir intercede.

-: Ya, ya, toma un poco de distancia, sabes que se lo toma muy a pecho. –Apolo se retira un paso.- Así está mejor. ¿Cómo estás hoy?

-: Perfectamente. Oye, tú como que deberías estar en casa, ¿no?

El aludido niega.

-: Aly dijo que todo está bien. Ah… Por cierto, me dijo que les de estos a ti y a Van. –Recuerda, sacando del bolsillo de su campera un pañuelo.

Apolo observa y frunce el ceño, Tamir abre entonces el pañuelo, dejando al descubierto dos finos diamantes en forma de lágrimas.

Por un momento, todos permanecen mirando las delicadas piezas relucientes. Luego, Apolo toma la mano de Amir y la lleva al pañuelo, cerrándolo.

-: Bien… tráelos –indica dirigiéndose donde Van.

Al llegar, encuentran también allí a Kisa. Aker no parece estar cerca; ha salido tan solo un momento antes de la llegada de Apolo a la empresa.

Amir y Tamir van retirándose luego de dejar sobre una mesa de centro el pañuelo. Kisa ha quedado en medio y, antes de que Amir la lleve consigo, Apolo la interrumpe.

-: Diez minutos –dice poniendo una mano sobre el hombro de Amir-. Dile eso a tu novio.

Kisa y Apolo quedan a solas, él apaga y desconecta todos los aparatos eléctricos y le ofrece amablemente asiento.

-: ¿Diez minutos para qué? –inquiere ella antes de sentarse.

-: Para enseñarte una lección, pequeña incrédula.

-: ¿A qué viene eso?

-: A que hay un momento para cada cosa y ahora me toca enseñarte una de tantas. –Kisa lo mira confundida.- Mmm… confusión, me encanta esa expresión –observa con agrado-. Ahora dime… ¿Qué te confunde? ¿te interesa lo que hay en el pañuelo de seda? –Él sonríe mientras ella asiente.- Son diamantes… Vamos, pregunta sin miedo, te quedan siete minutos –agrega, mirando su reloj-.

-: ¿Por qué negro? –Alude Kisa al pañuelo.

-: Para equilibrar. ¿Y…?

-: ¿Por qué me cuentas de los diamantes y sin embargo pretendías quedarte con Van como si fuese un secreto?

-: Porque el secreto es lo que vamos a hacer con Van y con esos diamantes.

Viéndolo tan entretenido en su juego, Kisa decide seguirle la corriente.

-: Nos los vamos a comer –contesta con una sonrisa inmensa, abriendo sus ojos de par en par-.

-: Vamos, de veras.

-: Los vamos a comer.

La reafirmación de Apolo la desconcierta, se siente burlada; sin embargo, él nunca habló más en serio. Dispuesta a marcharse se pone en pie.

-: Te regalo cinco de los diez minutos.

-: ¿Quisieras verlo?

Kisa da la vuelta y se cruza de brazos, esperando que Apolo termine la broma riéndose de ella. Pero, en lugar de ello, él la lleva nuevamente al lugar donde estaba sentada y luego se dirige a abrir la puerta. Tras hacer una seña para Van, este entra y él cierra otra vez la puerta.

-: Siéntate, por favor –indica Apolo a Kisa-. Esto sí tomará su tiempo.

En cuanto las palabras abandonaron los labios del muchacho, Kisa se sentó sin saber como reaccionar.

Apolo y Van se pararon uno frente al otro sin mirarse, luego, se dirigieron a la mesa completamente coordinados. Como si fuesen un espejo el uno del otro, llevaron sus manos al pañuelo tomándolo al mismo tiempo, lo abrieron mientras recitaban una oración en sus respectivos idiomas, en una especie de trance, y tras poner en sus bocas un diamante cada uno, la habitación quedó en tinieblas. Sus gargantas temblaron cediéndoles el paso a las joyas y deteniéndose un instante nuevamente frente a frente, sus miradas escudriñaron la profundidad de sus almas. Entonces, ambos comenzaron lentamente a cambiar.

Primero sus ojos se iluminaron, luego sus estómagos, y a continuación, una hilera de diversos focos cubrió todo el tronco del cuerpo de los jóvenes, hasta elevarse unos centímetros por sobre sus cabezas; hacia donde, inmediata y mecánicamente, ascendieron sus miradas. Dos serpientes, una de cada vientre, se entrelazaron creando un cegador estallido dorado, que luego se convirtió en una luz cegadora. Kisa ya no pudo ver ni oír nada más, sabía que ellos habían cambiado pero no logró distinguir sus apariencias. Solo, tras un denso velo, notó que dos siluetas parecían mover sus labios, inaudibles. En cuanto, conducida por la intriga, intentó acercarse, sintió una venda delante de sus ojos y nuevamente algo la cegó, llevándose también el resto de sus sentidos.

Ceo atrapó a Kisa a mitad de su caída, sus manos habían servido para causarle un desmayo. Dispuesto a encontrar a los responsables de la ceremonia en curso, pidió a Makuro que entre. Al instante todo se quedó en sombras y los únicos cuerpos dotados de brillo, fueron ubicados.

Aker y Guez entraron mientras Ceo depositaba a Kisa en brazos de Iang. Los involucrados permanecieron en la habitación hasta que Van y Apolo finalizaron.

En cuanto todo terminó los diamantes aparecieron en las frentes de sus portadores, haciéndose polvo al instante; e inmediatamente, los dos muchachos se desvanecieron. A continuación, sus respectivos guardianes los atraparon llevándolos a diferentes habitaciones para que descansen.

 

***

 

Kisa despertó al cuidado de Iang; Tamir y Amir estaban también allí, observando su reacción. Todo había parecido un sueño, creyó haberse desmayado a mitad de la actuación. Las cosas que vio eran tan irracionales para su modo de pensar, que le resultó incongruente tomarlas como parte de una realidad.

-: ¿Cómo estás? –pegunta Iang-.

-: Relajada –contesta, ante su sorpresa, Kisa-.

Pese a su enfado, pronto Iang sonríe; aquello es resultado del toque e Ceo.

Tamir y Amir se arriman a Kisa.

-: ¿Recuerdas algo en particular? ¿Tienes algo que contar? –preguntan ambos hermanos al unísono.

Kisa los mira estupefacta sin saber de que hablan.

-: Está en shock –observa Tamir mirando a Amir-.

-: En shock sin duda –asiente Amir mirando a Tamir-.

A punto de volver a hablar, Iang les impera silencio con tan solo un gesto y se retira. De salida, se encuentra con Lucero y, sin mediar palabra, la arrastra consigo al pasillo, tomándola del brazo.

-: Oye tío, suéltame. –Se queja Lucero.- ¿Qué hay con esa forma tan antipática?

Con tono de pocos amigos, Iang se dispone a interrogarla.

-: ¿Qué haces aquí?

-: Orí –Saluda Lucero.

Tras un gesto, molesto, responde el saludo.

-: Hola, ¿qué haces aquí y jugando a la gitana? –Alude al saludo y a las ropas que viste Lucero.

-: Pues, juego a la gitana. ¿Quieres que te lea tu suerte?

Lucero toma la mano de Iang, quien la quita bruscamente y vuelve a insistir desconfiado.

-: Tú nunca vienes por acá.

-: Sentí un perfume conocido… -Iang permanece en silencio, esperando que continúe. Ella sonríe con astucia.- Juguemos un poco, un ciclo de tres como siempre… debe ser justo para alguien como tú, al que nada se le escapa.

Iang le señala una dirección a Lucero, para que lo acompañe a otra sala.

 

-: Bien, empecemos. –Pide tomando asiento.

Lucero asiente.

-: Contesta seguro, preciso y concreto. Es un juego de señales, la guía de los animales, el instinto no se precia, voy a usarlo a mi modo. Tú puedes usar la razón si no confías del todo… ¿Qué me puedes decir del Blödhren?

“Con que eso era” piensa Iang. Como de costumbre, Lucero utiliza sus juegos para recabar datos; de hecho rara vez da una oportunidad de la que no se beneficie. Ella fue prohibida de esa ceremonia llamada Blödhren por haber roto una regla de oro al arrastrar a su hermano al lado oscuro, pero pretende servirse de los conocimientos de Iang para saber más de ella; aún cuando, técnicamente, no puede llevarla a cabo.

Iang respira profundamente, librando su mente de pensamientos.

-: Comenzando por que: no tendrás posibilidad de llevarla a cabo, ni siquiera torciendo sus leyes. El Blödhren es la ceremonia del “juramento de sangre” que usan los oscuros para asentar su destino y su fuerza.

Cuando un niño nace, toma desde un minuto hasta quince años en adquirir su esencia definitiva, su gemelo será su opuesto, sin excepción. Pero, ya que puede surgir un índice de neutralidad, se espera hasta los dieciséis años para no cometer errores.

Aunque, supongo que lo que más te interesa es que Van ha rechazado participar en dicha ceremonia. –Lucero está a punto de hablar, pero Iang continúa.- Existe lo que se llama posibilidad de rechazo, Van la usó. Pero eso no te dará una oportunidad, tal ley no contempla el perdón a los castigos capitales y de todos modos tú misma desequilibraste hace años la balanza; así es que no hay vacante.

Ya sea desde una simple abstención de hecho, hasta una palabra, puede usarse para la mencionada ocasión.

 

Lucero luce algo incómoda, Iang conoce sus intenciones.

-: Pero tarde o temprano, oscuros serán oscuros y luminosos, luminosos, sin importar si esas cadenas son atadas… ¿o no?

-: No, si bien hay hasta 3 oportunidades de reivindicación, el rechazo definitivo de esas ataduras dan un horizonte más amplio, desde permanecer neutro…, hasta invertir la condición…, como Makuro lo hizo. –Observa Iang, intentando perturbar a Lucero.- Solo que, en el último caso, pueden arriesgarse a sufrir en eterna agonía por la aversión entre opuestos.

En fin, terminemos con esto rápido. –Se apresura Iang, con cierta antipatía.- ¿Qué te trae por aquí?

-: El perfume de… -Iang la mira severamente. Lucero inspira profundo y se corrige.- Febo… Es que, hace un momento sentí que lo que iluminaba nuestros sueños por las noches no era un ángel. ¿Por qué será?

Iang sonríe perdido en sus pensamientos.

-: No sabía que soñaban –arremete con ironía. De pronto se espabila y continúa sin dar tiempo a responder a Lucero- ¿Qué tiene que ver con eso…?

-: Está en medio de dos puntos, -Iang espera que continúe, pero ella contesta de forma inesperada.- Solo sé lo que percibo, lo que siento. Averigua lo que estaban haciendo cuando Makuro corrió hasta acá y reunirás las piezas del rompecabezas.

-: Sabes algo más. –Insiste Iang.

-: Sí, que no debería de estar aquí. Por algo se me prohíbe acercarme a esos dos… supongo que Makuro se enfadará…

-: Trata de rebuscar menos y todo saldrá bien… Vamos. –Continúa, levantándose, para acompañarla hasta la salida.

 

Volviendo a entrar a la empresa, Iang tropieza con Ceo y Makuro, que esperan fuera de las oficinas donde Van, Aker, Apolo y Guez, están.

-: ¿Cómo sigue eso?

-: Lo superaron rápido -contesta Makuro-. Pero, Aker y Guez llevan horas tratando de sacarles de mentira a verdad.

-: Y ya hace unos quince minutos que cambiaron roles –comenta Ceo-. Apolo y Aker, Van y Guez, no sé cómo termine… Aker no parecía muy contento tampoco con el cambio…

-: ¿Cómo es que siquiera empezó?

-: Según escuché –dice Makuro-. Tamir sabe su origen, pero aún no entieno de quien fue la brillante idea de tener espectadores.

Iang mira hacia donde están siendo interrogados Apolo y Van, luego, se encoge de hombros, da la vuelta y se dirige donde Tamir. De pronto se detiene, ante la pregunta de Ceo.

-: ¿Qué hay con Kisa?

-: Está bien, pero al parecer no recuerda mucho. O, al menos, no cree en lo que vio; no ha hecho comentario alguno… Pero me preocupa que alguien haya estado influenciando en su modo de pensar. –Agrega, mirando a Ceo.- Forzarla podría conducir al desastre.

-: Ya. –Se defiende Ceo- No me mires así, pedí tu consentimiento y… Yo solo aporte un poquitito. –Señala con gesto minúsculo.- Recuerda que el incrédulo cree cuando lo increíble se posa en sus ojos.

-: O lo asume como un sueño, a menos que se le hayan dado pruebas de estar despierto. –Opina Iang.

-: Bueno… Yo también soy algo culpable… -Defiende Makuro a Ceo.- …Después de todo, aquella vez que se perdió… cuando se encontró por segunda vez con Febo… -Iang lo mira desafiante.- Bueno… ya sabes que aquí estoy como algo bloqueado… y… yo no sabía que estaba allí al principio o que no debía mostrarle… tú sabes…

-: Esa noche también fue Apolo quien susurró al oído de Van y por eso él utilizó mi voz para impedir que Ceo hable de más ¿verdad? –Deduce Iang, molesto.- Aunque no me explico el por qué del cambio…

-: No, eso es imposible -lo corrige Makuro, incómodo- …por eso… yo llevé el mensaje. –Deja escapar entre susurros.

Iang, en una fuerte y rápida exhalación, se sacude la bronca con un puñetazo dirigido a Makuro y se retira. No sin antes terminar la conversación.

-: La próxima vez cuéntame los detalles antes de que me encabrone con alguien…

 

***

 

Dentro de la habitación donde se encuentran Apolo y Aker, este último permanece sentado, pensativo, tamborileando con una lapicera sobre una de sus piernas. Reclinado hacia adelante, con la cabeza apoyada sobre su mano libre, continúa así hasta que, de pronto, uno de los impactos hace rebotar la lapicera que, escapando de sus manos, cae al piso.

-: Fuiste tú –dice incriminándolo, Aker, al instante-.

-: Eso no servirá conmigo. –Sonríe Apolo, interrumpiéndolo en tono inocente.- Apuesto a que Guez utilizará el mismo truco.

-: No. –Niega Aker.- Van me lo dijo, realmente lo hizo. -Prosigue recogiendo el bolígrafo del suelo.- Incluso antes de tu llegada,… sintió que hoy era uno de esos días. La pregunta es ¿por qué callar?

-: No lo creo, no es la pregunta correcta… después de todo Kisa es Kisa y Van es Van… -comenta desinteresadamente-. Bueno, -se levanta, dirigiéndose a la puerta- tengo hambre… me voy.

Apolo sale al pasillo seguido por Aker, que intenta detenerlo, al mismo instante que, de la sala contigua, Guez sale expulsado por la puerta; su trayectoria sigue hasta chocar contra la pared. Mientras el último se reincorpora animado, Aker, alarmado, va en busca de Van.

-: ¡Dos de tres! –exclama Guez.

Van sale de la sala en dirección a Guez, con rostro sombrío. Al llegar a él, le palmea la espalda y sigue su camino. Aker corre tras él. Ya fuera de la empresa, logra alcanzarlo y subirse de un salto a la motocicleta de Tamir, en la que el joven está arrancando.

 

 

-: ¿Qué tanto hacían allí dentro? –pregunta Apolo a Guez-.

-: No entiendo mucho a ese muchacho, por eso me lleva ventaja cuando quiere callar. Así que comenzamos jugando unas pulseadas y luego ver quien tumbaba a quien… -comenta mientras abre y cierra las manos, como para relajarlas. Su gesto es el de un niño divertido.- Creo que ganó… -agrega sonriendo-.

 

 

-: ¿Por qué sigues huyendo como si te fuera a herir decir las cosas? –inquiere Aker. Como única respuesta, Van acelera.

 

-: ¿Pasa algo? –inquiere Tamir al terminar de oír el relato del “sueño” de Kisa-. Te ves pálida.

En ese preciso instante Iang regresa. Mientras está entrando, logra ver en Kisa la duda.

-: ¿Hay algo más que quieras contar?

-: Sí, hay algo –contesta la muchacha llevando una mano a su pecho-. Pero me preocupa algo…

-: ¿Qué?

 

 

De nuevo donde Guez y Apolo están, junto a Makuro y Ceo, Guez es quien pregunta esta vez.

-: ¿Por qué lo hiciste? –Apolo lo mira simulando ignorancia.- Sé lo que hiciste, no sé por qué.

-: Fue por algo especial –contesta Apolo-.

-: Tuvo que serlo mucho. –Lo reprende Makuro, Apolo lo mira con rostro serio.

Preocupado, Ceo aporta su punto de vista.

-: Cuando entré estaba perdida y temerosa, como la primera vez que con Iang la vimos.

-: ¿Qué es lo que pensaban que haría? –pregunta Makuro-.

 

 

Aker , sujetado fuertemente a la motocicleta, continúa preguntando, insistiendo, mientras Van sigue aumentando la velocidad. Ya han recorrido un buen tramo.

-: Baja un poco la velocidad, Van ¡detente! –Se precipita Aker.

“No es eso”. Un agudo dolor lo domina, la voz de Van entró en su cabeza. “Hay algo más”. A punto de soltarse, reacciona y se aferra al muchacho.

-: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? –El dolor es demasiado intenso, un grito provoca que Van desvíe el curso.- ¡Maldición! –Pero pronto alcanza a estabilizarlo.- ¿Por qué sacrificas tanto para que se acerque a esa verdad, sabiendo que podría ser en vano?

“Aún no”, “aún no” repite Van una y otra vez en su cabeza.

-: ¿Qué pensabas que iba ella a hacer?

El joven frena de improvisto y gira mirándolo. La adrenalina de Aker se vierte en los ojos de su protegido y vuelve como una ola dispuesta a arrastrarlo. Ambos respiran de forma agitada.

 

A la vez, cada uno en su correspondiente lugar, Van, Apolo y Kisa, responden con una sencilla palabra.

-: Creer.

viernes, 24 de marzo de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 11 - Pasos al costado

 

-: Me dijo… que no puedes amar.

Como puede suponerse, las inquietudes de Kisa escapan de su boca; sobre todo por su nueva preocupación por Ceo. Aunque no lo hacen sino hasta dos noches después de su encuentro con Lucero, ante la intriga de Ceo por el trato distante que ha reaparecido en su comportamiento.

-: ¿Estás segura que Lucero dijo eso? –Kisa asiente- ¿No habrá dicho “no puede amarme? –Sorprendida, vuelve a asentir, pensativa- Ah… Eso es más acertado. Es cierto, no puedo amarla a ella en la forma en la que se espera la ame.

-: ¿Y por qué sería más acertado?

-: Amarme y amar, son cosas diferentes, Lucero se refirió a ella y a un amor pasional, yo no puedo amarla así.

-: ¿Por qué? Si ustedes… ¿acaso no estaban?

Ceo sonríe muy sutilmente.

-: No, es que, ella tenía que probarme. Kisa, ¿recueras aquella noche, ya hace demasiadas noches? Tu apenas te ibas acostumbrando a rodearte de nosotros. La noche de aquella primera fiesta me dijiste, al volver a casa, que busque la oportunidad, que merecía hablar con Lucero, ¿recuerdas?

-: Si, pero entonces era diferente…

-: Nunca fue diferente, en ningún momento, Lucero siempre fue así, es su naturaleza. A decir verdad… es cierto que aquella noche yo no podía dormir por mi lucero, pero no era por ella. Ese encuentro solo fue la despedida que no había podido ser. Y ya había tomado mi desición mucho antes.

-: ¿Una decisión?

-: La de convertirme en un ser completo. –Ante el silencio de Kisa, Ceo retoma la palabra- El amor, como tú lo mencionas, parece muy limitado. Y es una lástima que la mayoría lo considere de la misma forma. Amar va más allá de las pasiones, abarca todo un universo. Por supuesto, también conozco esa foma de amar, pero no con ella. –Dejando escapar un suspiro prosigue.- Yo a ti te amo, amo a Makuro y a Febo… a Iang… pero a todos en diferente forma y medida.

-: ¿Por qué hablas de pronto con esas palabras?

Ceo se acerca y toma asiento a su lado. Kisa no puede entender su forma de hablar, le parece incongruente y aleatoria. Normalmente la atraen sus juegos, pero hoy las cosas son algo más confusas.

-: Hablo así porque, para poder terminar de aclarar tu inquietud, debo explicarte cosas que pareces no ver –contesta serenamente-. Y aunque te resulte irónico, para que comprendas, me toca a mí enseñarte a abrir los ojos.

-: Estoy confundida…, ella me dijo “Ceo no puede amarme” y sono como si… estuviera feliz. Luego de eso sentí como si yo hubiese vuelto a cero, pensé que mi interpretación era errada, pero tú te acabas de alegrar por lo que te dije… Y todo porque no querías estar con ella… -La muchacha se detiene por un momento- ¿No hubiese sido más fácil decirme de una vez que simplemente tomaste una desición?

-: No, porque a eso seguiría la pregunta de “¿qué desición has tomado?”

-: Entonces simplemente responderías: “La de ser un hombre completo por mí mismo” y eso habría sido todo.

-: ¿Y acaso tú sabes lo que eso significaría, de haber dicho yo eso? –Kisa asiente.- Explícate entonces. ¿Qué es ser un hombre completo? Y ¿por qué yo diría algo así?

-: ¿Cuál es la idea de negar las palabras en tus preguntas? –Ceo arquea sus cejas.- Ya sabes, dijiste “¿…de haber dicho yo eso?” y “¿por qué yo diría algo así?” en lugar de: ¿por qué lo dije?

-: Porque yo no dije eso, yo no usé la palabra hombre.

-: ¿No es lo mismo?

Ceo suelta una carcajada ante la pregunta.

-: Un hombre es un ser, pero un ser no siempre es un hombre. –Juega con las palabras.- Dije ser porque estaba hablando con un significado amplio en lugar de uno incompleto. Y por cierto, tu interpretación está errada, por lo que la conversación no pudo haber terminado.

-:Entonces, ¿qué es lo que significas? – Se interesa, preparada para otra enseñanza.

Pero la repuesta la desconcierta.

-: Soy un guardián blanco.

-: ¿Y cuál es la diferencia?

-: No soy de tipo que tú crees. -Kisa luce confundida.- …soy un ente de luz.

-: Ajá –espeta incrédula- ¿Y que guardas?

-: Palabras… personas… -Ceo baja su cabeza decepcionado.- No me crees. ¿Sabes?, es difícil explicarlo para ti si no crees en lo que explico. Somos seres de energía…

-: Lo sé, no es que no lo sepa… -Ante sus palabras Ceo se emociona.- Somos complejos energéticos formados por partículas, subpartículas y así. Incluso tenemos posibilidad de conexión con el entorno a ese nivel, como la que yo tengo con las tormentas. –Y ante la conclusión, la desilusión de su interlocutor.- Aunque, pese a considerar tal campo pseudocientífico de explicación, no creo entender lo que pretendes hacerme entender. Porque, a juzgar por tu cara, he vuelto a errar.

-: Está bien, al menos ya respondí tu inquietud sobre lo que dijo Lucero.

-: Siento no haberte podido seguir el paso con el resto… sabes que esos conceptos no caben en mi cabeza.

Ceo ríe un momento, hasta que percibe la confusión de Kisa. Entonces, se detiene, recuperando la compostura. Frente a los ojos de ella abre los suyos, que esta vez tienen un color suave, casi anaranjado.

-: Disculpa, es algo extraño y hasta irónico… Crees en el bien y el mal, sabes sobre la ley de los extremos y el equilibrio y, sin embargo, no crees en que exista algo abstracto más allá de lo concreto…

-: No te confundas… Es cierto que me han querido enseñar acerca de esas leyes y sus conceptos, pero supongo que sabes que aprender, creer y haberlo oído tienen diferentes significados… yo simplemente he oído esos conceptos, pero, como tú dijiste con el amor, debes considerar esas palabras y sus sentidos. Yo no lo hago.

Tras un momento de duda, su “maestro” arremete con una realidad.

-: Tal vez deberías. Sobre todo si hay cosas que te hieren por no entenderlas. Me corrijo, por no considerarlas.

-: ¿Quién dijo que me hiere? Algo tan simple no puede herirme.

-: ¿Y qué hay con Guez?

El guardián ha jugado una carta con gran sagacidad, pero es una de las que más puede doler. A cambio de que Kisa comprenda algo más acerca de la realidad que los rodea, ha tomado en cuenta uno de sus principales conflictos: su posición adversa a la de Guez; no con la intención de herir, sino la de hacerla pensar.

-: ¿Qué hay con Guez?... es diferente a lo que planteas… va más allá de lo que consideran bueno o malo. ¿Piensas que estoy en contra? ¿Por qué no a favor? Mi lazo con Guez es únicamente el de supervivencia; para él es bueno seguir vivo y lo es tambien para mí. Del mismo modo, lo único que nos enfrenta es el instinto de sobrevivir. Aunque, siempre que no me sienta amenazada, puedo tener una charla amena con él si fuere necesario.

Ceo permanece pensativo, casi atónito. Ella no cree en el equilibrio, el bien o el mal le son indiferentes.

-: ¿En qué crees niña?

-: En esto –contesta tocando un objeto. Luego lleva una mano a su corazón, pensativa.- En todo lo que pueda ver y tocar…

Él acerca su mano a la de ella, pero cuando Kisa la intenta tocar, ante su sorpresa, la traspasa. Ceo sacude su cabeza, negando.

-: Ese no es tu verdadero corazón… Dime Kisa, ¿crees en mí? Porque, incluso podría desaparecer en este instante. –Frente al silencio de la muchacha, se levanta dando un gran suspiro. Luce exhausto.- Supongo que no será tan fácil.

A punto de retirarse, Kisa se precipita, como si apenas lograse reaccionar a lo que acaban de ver sus ojos.

-: Ceo, ¡espera Ceo!

-: ¿Qué espere? Se nos termina la noche y no logro hacerte comprender.

-: ¿Comprender? ¿Qué debo comprender? No, espera, primero dime qué fue eso.

-: Para aclarar algunas cosas hay que aceptar otras… -contesta dirigiéndose a su habitación y pronto se detiene-. Kisa, pensé que tenías más dudas.

-: Sí, dime que rayos fue eso.

Pese la insistencia, Ceo se niega rotundamente. De allí en más dará respuestas cortas y la ansiedad de Kisa devendrá en angustia.

-: No, pregunta otra cosa.

-: ¿Por qué Van no habla?

-: Lo lleva en la sangre.

-: ¿Por qué Lucero es fría?

-: Aplica la misma respuesta.

-: ¿A dónde va la voz de Apolo cuando cae la noche?

-: Solo… desaparece.

Una lágrima se escapa de los ojos de la muchacha.

-: ¿Por qué callan tantas cosas?

“Porque tú no las querrás creer”. Es lo que podría haber contestado, pero Ceo en realidad dijo:

-: Porque existe un momento justo para cada paso.

-: ¿Por qué Iang me adoptó? ¿Por qué tú te acercaste?

-: Son demasiadas preguntas las que ahora haces.

Su tono cansado se ha tornado severo. Tras contestar, Ceo reemprende la marcha; pero Kisa aún insiste.

-: Pensé que eso querías… Detente, solo una cosa más. ¿Cuál es la leyenda tan especial de Lupus Ánima? No está por ningún lado.

-: ¿Crees que todas las respuestas son tan sencillas? Apuesto que las que te di solo te plantearon más preguntas. –Señala, volteando, como si de mirarla se tratase, con una sonrisa forzada en sus labios y entra a su cuarto.– Buenas Noches.

lunes, 6 de marzo de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 9 - La Parte de la Bendición - Parte 2

 

Escaleras arriba, en la oficina de Iang, sentado frente al escritorio, Ceo juega con algunas pertenencias de su compañero, intentando mostrarse serio por la preocupación que le despierta Apolo. Detrás de él, Iang va rescatando las cosas más frágiles de sus manos inquietas mientras habla.

-: Febo es así Ceo, también tú juegas con las personas.

-: No es cierto, no hablo de las palabras… Febo es irresponsable con sus actos.

-: Mira quien habla.

El más joven se levanta de súbito, enfadado, para sorpresa de Iang.

-: ¡Eh! ¿vas a dejarme hablar? –su interlocutor lo invita a continuar- No es que me preocupe tanto por Guez, pero, lo que hizo con él recién, bien podría haberle costado la vida.

Acercándose aún más a Ceo, Iang apoya el mentón sobre su hombro, sonriendo, y lo mira de reojo.

-: Creo que no debiera preocuparte eso, Febo aprendió del mejor ¿no?

-: Pero el corazón de Guez es débil –se desentiende de las palabras de Iang, alejándose.

-: Guez es resistente –lo tranquiliza.

Ceo voltea con un gesto frío, se le acerca y lo toma por los hombros.

-: Que diga que su corazón es de nieve o caramelo no es enteramente sinónimo de puro y dulce, es lo que ambas palabras signifiquen en común. ¿Acaso no comprendes las formas de hablar de un Lucifero aún? –Iang borra su sonrisa- Más allá de todo cumplido, la idea principal es que su corazón es maleable, moldeable. Quiere decir que es fácil convencerlo (Es adaptable a sus caprichos) y en su caso…

Iang lo interrumpe desprendiéndose de él.

-: Detente, pensar en ello solo te traerá mayor preocupación, despreocúpate…

-: No. Iang, me confiaron las palabras para que vele por ellas… para que sean dichas. El corazón de Guez se corrompe con facilidad, así como el de tantos otros humanos.

-: Es por eso que esos guardianes deben de estar rendidos antes de convertirse en guardianes.

-: No, es por eso que a ellos se les sella la capacidad de repetir esos pecados que los llevaron al límite –corrige Ceo-.

-: Bueno, olvidaba el sello, pero parece que tú también, Guez entregó su voluntad toda, junto a su vida.

-: Eso es lo que me estuvo molestando… Guez entró a este lugar con el alma sucia…

-: ¿Qué quieres decir?

Las palabras de su compañero estremecen toda su esencia, haciendo que sus piernas se aflojen y sus ojos se llenen de confusión.

-: Era una historia reservada por si surgía una amenaza, pero creo que  la situación lo amerita. No sé lo que ocurrió para que se den los hechos, pero lo que sí sé es:

Hace más de diez años, un niño huyó al desierto, solo por jugar, escogió un lugar alejado y se escondió allí. Como sabes, un Lucifero no tiene las mismas limitaciones que un Gemini o Gemelo, puede ir donde sea. Al no tener aún un guardián, sus tutores fueron en su búsqueda y lo encontraron junto a un humano, uno bastante malherido, pero que seguía intentando levantarse… Febo, con la capacidad de elegir a su guardián así lo hizo; incluso antes de haber sido hallado. Por alguna razón estaba prendido a ese hombre que inspiraba horror” ese hombre era Guez, sus manos estaban surcadas desde entonces con cruentas huellas y creo que Febo lo hizo… para modificar el juramento… pues lleva las mismas marcas en el dorso de sus manos. A cambio no exigió ni su vida, ni su lealtad; le ofreció un atajo para la huida. Creí que podría curarlo, pero cuando ellos adoptan un guardián, se nos prohíbe acercarnos a sus corazones.

Ante el perplejo rostro de Iang, Ceo hace una pausa.

-: Nunca has visto sus manos desnudas, ¿o sí? –Iang niega- Guez no necesita esconderlas, son su pase libre, una prueba de su juramento; pero Febo… él siempre cubre minuciosamente ese espacio entre sus nudillos y sus muñecas, incluso cuando muestra sus palmas.

Solía llamarse Hound, Febo le dijo Guess, no hay rastro de su existencia. Cuando llegó aquí, a medida que pasaron los años, pareció transformarse. El Guez de hoy es amable y lejos está de ser aterrador, pero nadie considera ya que solo comenzó a mostrarse así cuando se dio cuenta que no volvería a sostener un arma como antes. En cambio sostuvo una diferente, la pluma. Él pidió conservar intacta una lesión en particular, una que nadie iba a curar; quería recordar siempre quién había ocasionado la lesión en su rodilla, porque esa era a causa de volver tormentosa su vida.”

Hacia el final del relato Iang sacude su cabeza, como queriendo despertar de una hipnosis…

-: Esa historia ¿te la contó?

-: Sí, Zao me la confió antes de morir, antes siquiera que se me permita conocer al guardián de nuestro hermano. Sin embargo, yo también caí… y comencé a creer que algo cambió realmente en él y me conformé con eso –concluye con la mirada perdida, decepcionado de sí mismo.

-: ¿Qué hay con esa cara? Sonríe, aférrate a lo que crees. Sé que para algo tienes ese poder tuyo de descubrir la más mínima impureza del corazón, -lo conforta apoyando su mano derecha en el pecho de Ceo y hablando con calidez en la voz- Solo te pido que no vuelvas a romper las reglas. Seré el primero en socorrerlos si algo sale mal, pero ya no te asomes a su corazón, no te quiero herido… Febo creció en tinieblas como tú, aunque fueran diferentes ambas estaban oscuras y si aún puede brillar es porque es fuerte e inteligente. Confía en su juicio, quien dice, tal vez, haya contagiado algo de luz a ese corazón oscuro.

Ceo echa un gran suspiro con sus ojos cerrados y asiente apoyando su frente contra la de Iang. Luego de un instante, este último toma un libro que deja sobre el escritorio, se dirige silenciosamente hacia la puerta y toma el picaporte para marcharse.

-: ¿A dónde vas?

-: Aker está trabajando, Amir ayudó a Febo, Kisa estará algo preocupada, Van probablemente molesto…

-: Ahh, es eso, Aker aún es algo brusco con ellos, es cierto. Pero Kisa… no creo que ella se preocupe –Ian lo observa con sorpresa- ella debe saber que Guez está bien y que Amir siempre exagera… Bien, te esperaré. –agrega sentándose- Apúrate, no quiero aburrirme como la última vez que me dejaste esperando.

Iang sonríe, asiente y sale.

 

***

 

Unas horas después Guez despierta, hay un peso oprimiendo su pecho, siente parte de su cuerpo pesado y su brazo derecho dormido por completo. Con su brazo izquierdo rodea la espalda de Apolo, que se quedó dormido cayendo encima de él y, sentándose, lo recuesta a su lado; luego, vuelve a recostarse. Un instante después el joven despierta y cayendo en cuentra de su intrusión toma distancia hacia atrás. A punto de caer, Guez lo sostiene. Somnoliento, el primero planta una caricia en los cabellos de su guardián.

-: Comment tu es?

-: Tá mé go maith. Agus conas tá tú féin?

Apolo sonríe abriendo los ojos y bosteza.

-: Mmm… estoy bien… ¿tienes hambre? ¿Quieres que…?

-: Prefiero descansar así un poco más… ve a rondar.

-: Está bien, hoy no me puedes perder de vista. Luego saludaremos juntos.

-: Heh… eres un ángel.

-: No, soy un Lucifero –sonríe.

-: Mejor entonces, con inocencia o sin ella la vida te va de juegos y eso te hace parecer un eterno niño.

Apolo examina largamente a Guez con la mirada clavada en sus ojos, luego se acerca aún más. Intrigado, intenta descifrar la intención del hombre, que responde con una sonrisa descubierto.

-: ¿Qué buscas? -pregunta Apolo.

-: Una respuesta… ¿me puedes prestar esa habilidad de sanar una vez más?... sé que es mucho pedir…

-: No lo necesitas, porque hay un vínculo que puede curar esa herida si esperas un poco más… verás, cuando los tocamos no podemos llevarnos sus recuerdos… solo dormirlos…

Las últimas palabras hacen eco en los oídos de Guez llevándolo lejos, muy lejos… hacia aquellos tiempos que produjeron el encuentro.

 

 

Un hombre herido camina guiado por el dulce néctar de la flor de la vida, por miradas ausentes, con pasos vacíos; parece que no piensa, pero vacila. El lugar en el que está, la ciudad que transita, se ha convertido en un desierto, has sido devastada y ya no es más que un imperio en ruinas; perdió sus sonidos y su esencia. Pero el hombre no puede detenerse, creyó  luchar por una causa justa, por una causa noble por la que se convirtió en un guerrero y al llegar frente al abismo, el miedo y la desesperación lo condujeron a abandonar sus propios códigos. Se convirtió entonces en un cazador, un mercenario. Su error mayor fue no haber aceptado que estaba equivocado al dejarse dominar por sus temores y sus pasiones, aferrado a sus razones sin razón. Para evitar mayor confusión, intentó anestesiar su corazón y se vio perdido en la neblina; algo lo condujo por un curso oscuro, una corriente turbia, pero no se detuvo porque cada descanso lo hundiría más en la ciénaga de pensamientos oscuros, nublando su juicio. Se sentía solo, nadie nunca protegería su pecho o su espalda, o al menos así solía creerlo… entonces ¿por qué?... Debe correr más rápido que nunca, aunque pesen su cuerpo y sus pies, aunque duela su cuerpo al punto en que ya no lo sienta… tal vez así pueda salvar su alma.

Un niño travieso vio caer un hombre cerca de su lugar de juego, a mitad de su travesía. Lo vio sufrir, gritar, levantarse e insistir, con sus brazos cansados y sus ojos cerrados, con pisadas sin huellas… repetía una y otra vez algo que al niño le hizo sonreír. Finalmente cayó a diez pasos de encontrarse con su nuevo destino y se sintió nuevamente arrastrado por una corriente, una corriente clara, una cálida, esta vez, dejándolo inmerso en un mar de luz y sombras por un tiempo que pareció eterno.

-: Hola, disculpa nuevamente por no hablarte en la noche –escucha el hombre a lo lejos, entre sueños- La luz llegó y trajo mi voz. ¿Qué hay de ti? –el niño sonríe- Ya veo, estás agotado; pensaba recorrer un poco más el lugar, pero supongo que me quedaré aquí. Lamento no poder hacer mucho más, tengo algunos… límites… ¡Ya sé! –exclama resuelto- Conozco una melodía que atrae a las luciérnagas, mmm… aunque aquí no hay muchas –ríe- de todos modos, quiero que la escuches –continúa y comienza a tararear una suave melodía.

Tras unos segundos el sonido se propaga y gana intensidad en sus oídos, lo hace de una forma preciosa, hipnótica, magnética; así, el hombre despierta. Comenzando a abrir los ojos, intenta llevarse una mano a la cara para limpiarla, pero sus brazos no responden, el niño observa la reacción y el rostro del hombre.

-: Es normal que estés cansado, van apenas tres días y  no he conseguido darte más que agua.

Traicionado por su temor más profundo, siente que de sus labios se escapa una pregunta.

-: ¿Eres un ángel?

El aludido ríe, su apariencia es blanca y pura, pero es solo un juego de luces.

-: ¿Un ángel?, no, soy un Lucifero.

El rostro se ensombrece, dejando de mirarlo dirige su mirada al cielo, muy serio.

-: Entiendo, –contesta, aunque no lo hace- entonces, si ibas a decirlo ¿por qué tienes esa apariencia?

-: Esa apariencia –repite confundido- Ah… es que… no puedo mostrarte otra imagen a menos que me des tu nombre.

El hombre se sobresalta, luego inspira con con fuerza sonriendo de costado y mira hacia donde reposa una de sus manos, duele como los mil demonios, sin embargo, está vendada, ambas lo están, al igual que sus heridas. Cerrando sus ojos, exhala y se anima a hablar nuevamente, intentando convencerse a sí mismo.

-: No, no importa. Hice muchas cosas, pero entregarle mi nombre al diablo… ¡prefiero que te borres esa idea!

Ante sus incrédulos oídos estalla el sonido de carcajadas. Con las manos rodeando su barriga, doblado de risa, el niño no para. Él lo mira serio, comenzando a asustarse pero intentando asustar y comienza a enojarse, pero el pequeño no lo toma en cuenta y sigue riendo, hasta que de pronto se detiene.

-: Creo que se te perdió una “o” –señala dibujando la letra en el aire, mirándolo detenidamente- das miedo ¿sabes? Je, je… pero no tienes que asustarte de mí. –Agrega sonriendo- Soy un Lucifero, no soy Lucifer.

El hombre cambia el gesto en su rostro, está confundido, también está furioso, pero no puede moverse, así que solo le queda escuchar… Suspira hablando para sí, mirando nuevamente hacia arriba.

-: Ah… de todos modos estoy muerto.

-: No estás muerto –indica, divertido, el niño.- Es por eso que es gracioso que un Lucifer viniera a revivirte por un pacto… Soy un lucifero… significa que soy luz, significa que tambien soy un poco Lucifer, significa ambos y es por eso que no puedo dejarte morir, pero tampoco darte vida… Por lo menos no hasta que estés fuera de peligro de muerte.

Respondiendo con rencor, intenta ahuyentarlo.

-: Si no puedes hacer nada… si solo puedes mirar… ¿¡por qué te quedas!? ¿¡qué acaso te deleita verme temblar mocoso!?

-: Sí. Es que… me tiene intrigado, nunca vi algo igual, pareces estar hecho polvo y sin embargo puedes hablar; en cambio yo… mi voz decae cuando pierdo mi fuerza o cuando se aleja la luz.

El niño habla intrigado, divertido, deleitado y muy confundido.

Otro límite… ¿Qué tanto intentaba decirle? ¿Hasta dónde llegaría el juego? El hombre cerró sus ojos por un momento y enseguida reparó en sus manos, no estaba seguro de cómo o cuándo habían sido heridas, pero tanto ellas como el resto de su cuerpo habían sido tratados. “No puedo dejarte morir, pero tampoco darte vida” habían sido las palabras del niño; de la forma en que lo dijo “darte vida” podía equivaler incluso a sanarlo.

-: Oye niño. Si no puedes darme vida, ¿cómo es que estás manteniéndome vivo?

-: Ah… eso… hice una tregua a cambio de algunos raspones.

Alarmado, el hombre volteó de súbito a ver al niñito, escudriñando, en principio, los brazos de aquel chiquillo; heridas similares a las suyas surcaban la tersa piel. Consternado, sintió cómo sus ojos se humedecían y tras años de haber provocado y padecido toneladas de sufrimiento, finalmente entonces, logró llorar.

-: Podrías haberte marchado para no involucrarte ¿crees que merezco tu ayuda?... mi vida se resume en cosas que te lastimarían profundamente y no me arrepiento de haberlas hecho… Dijiste que daba miedo, …ni yo considero que es bueno ya lo que hago… Así que (visto de esa forma) lo mejor sería que muera… solo me queda huir.

-: Es cierto, pero aún cuando solo pudiste huir lo seguiste haciendo… y no para descansar en paz, sino para recuperarte y volver… -el pequeño lo miró con terrnura.- Tal vez debías morir… tus pensamientos se habían ido, tus huellas se habían vaciado, tu cuerpo estaba a punto de ser un contenedor hueco… –lo contempla fríamente- pero de todos modos te seguías moviendo por el impulso de tres palabras en tus labios, deseos profundos e inconscientes… lo repetiste incluso hasta despertar: tu deseo de seguir con vida. Es por eso que no dudé en darte un poco de mi sangre…

El hombre no tiene palabras, el niño no ha cambiado su carácter, solo su propósito. Con un corazón aún algo oscuro y confuso, empero con una gratitud sumamente profunda, alcanza a decir su nombre.

-: Mi nombre es Houndpero, no quisiera que tus labios se manchasen con él.

-: Comprendo, un nombre es preciado, no se le debe dar a cualquiera… por eso te agradezco que me lo hayas entregado a mi. –Señala con gran alegría- Pero debo decirte de algún modo… -piensa un momento y asiente- Guez.

Ante tal sorpresa, el aludido no sabe cómo reaccionar; perplejo, pregunta lo primero que viene a su mente.

-: ¿Ah? ¿G… Guez? ¿Qué significa?

-: Mmm… No lo sé, es que hay persona de aquí y allá que usan ese sonido… dicen… “I guess” o simplemente suspiran y luego agregan: “Guez”

Atónito, su interlocutor comienza a reír.

-: Bien, … seré Guez. Gracias, no recuerdo a alguien que haya hecho tanto por mí… y… hace mucho que no reía… Realmente, muchas gracias…

-: FEBO, mi nombre es muy largo, pero me dicen Febo, como el sol. –Se presentó, contento, el niño.

-: Entonces, gracias, Apolo.

Y con un gran esfuerzo levantó la mano y se la extendió al pequeño, que, sonriendo, la tomó.”

 

-: Evan sin tregua, … -dice Iang entrando a su oficina- cambiaste algunos nombres ¿verdad? –le pregunta a Ceo que interrumpe la lectura para devolverle una sonrisa.

Ya sus preocupaciones se esfumaron.

-: Sí, creo que ya lo entendí.


Un grito en el vacío

  Los cauces se cierran,  las luces se apagan, desaparece el público, y cae el telón. Aunque miren todos, ya no ven nada. La serena mentira ...