jueves, 16 de marzo de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 10 - Transición

 


 

-: No debe ser correcto que una muchacha tan bonita ande reemplazando su trabajo por horas de sueño, porque dará una mala imagen. –Susurra Aker al oído de Kisa para molestarla.

“No está dormida” indica Van entre señas, Aker lo mira confundido, el primero señala su oído (escucha), a Kisa (su) y luego mueve su mano a la altura del pecho (respiración). El aludido agudiza el oído.

Entrando a la oficina, Tamir interrumpe la situación.

-: En efecto, no creo que esté durmiendo, porque ella no es de usar esos cuando lo hace. -Apunta a sus auriculares. Y con gran certeza agrega- Está protestando.

-: ¿Protestando?

Tamir asiente.

-: Verás, anduvo muy interesada en ciertas cosas…

De pronto, Kisa se levanta y se dirige a la puerta, pasando junto a Tamir con indiferencia; él intenta detenerla, pero ella mira la mano que sostiene su brazo de reojo y la suelta.

Respuestas, muchas personas buscan respuestas, todos las buscan, Kisa es una más. Aunque al principio no haya querido aceptarlo, cada vez está más llena de preguntas, pero, a veces, las respuestas necesitan un margen de consideración; no existen para quien no cree que existan, ni tampoco para aquel que las considera absurdas. Por lo que Kisa se privó de ellas hasta que pueda respoderse a sí misma qué es lo que quiere escuchar.

Llegando a planta baja, la muchacha titubea… Iang pidió que nadie se acerque a la sala donde están Guez y Febo… respirando profundo, se dirigió a la salida, de todos modos es indiferente a la idea de preguntarles algo, cuando menos a Guez… Su concepción de las cosas le resultan un tanto incongruentes. Y los labios que consideraría escuchar en ese instante, tampoco sabe si le dirían algo de lo que quiera escuchar.

Luego de caminar un rato, llega a una especie de plazoleta. Allí, una mujer permanece sentada en uno de los bancos; al acercarse más, parece reconocerla. Cuando Kisa llega por detrás suyo, Lucero la saluda de una forma peculiar, provocando que se congele al instante.

-: Te estuve esperando.

-: ¿Esperándome?

-: Hay cosas que quieres saber. Hay cosas que no se te quieren contar… porque hay otras que deberías considerar… Tú decides –voltea a mirarla- ¿quisieras escuchar alguna “mentira” de mis labios?... Mírate, relájate, puedes sentarte.

-: No esperaba que tú estuvieses aquí.

-: Comprendo, pero Makuro es algo limitado para estas cosas… -adivina-. Pareces descontenta… Ya sé, haremos un trato, te contestaré las prmeras tres cosas que quieras saber, si puedes responderme algo a mí. Comenzando por: ¿en qué crees más… vida o muerte?

-: Como existir, ambas existen.

-: Una respuesta bastante simple. Reconsideraré mis respuestas si contestas bien esto ¿alguna vez has odiado?

Dándole la espalda algo molesta, la joven comienza a retirarse. No entiende lo que  Lucero busca y duda de que ella lo sepa siquiera. La mujer sonríe y se pone de pie, preparada a acercarse a Kisa, quien la detiene.

-: ¡Siéntate!

Lucero responde serenamente, en un tono suave, pero lo suficiente fuerte como para ser oída.

-: No hay donde regresar, aquellos que consideraste amigos no te dieron respuestas. Tampoco tú las encuentras… –Kisa sigue caminando.-  Ah… y por cierto, te mintieron, no creo que puedas ser tan fuerte como para apañártelas sola para enfrentar una respuesta de la magnitud de tus preguntas… Tal vez Ceo tenga razón… –Confundida, la muchacha se detiene y mira de pronto a Lucero- …no debería haberte traído aquí. Aunque te agradezco que lo arrastres a tu confusión.

-: ¡Oye! ¡Él te ama! ¡¿Qué no te da vergüenza hablar a sus espaldas para ponerme en su contra?!

Las palabras salen de sus labios teñidas de rencor, para deleite de Lucero.

-: Mmm… sí, definitivamente has odiado. Puesto que me has contestado tan abiertamente, yo haré lo mismo… Estoy orgullosa de mi forma de actuar, que él me ame o no ya es otro asunto.

-: ¿Tú no lo amas? –regresa a su confusión.

-: Yo lo odio. Quien lo quiere es Makuro, más que a un hermano, incluso reemplazó al suyo… Ahora, dime cuál es esa pregunta.

La joven dirigió una severa mirada a aquella enfrente suyo.

-: Tú…

-: Wow… Me gustan esos ojos. Dime…

-: Adivina qué le habría hecho a alguien como tú hace cuatro años… -la interrumpió.

-: ¡Oh… que divertido! Como premio por tu carácter te daré un dato que puede servirte: Ceo no puede amarme.

Kisa queda atónita, Lucero comienza a reír.

Pronto aparece Makuro, reprendiendo a Lucero y antes de que de la boca de Kisa escapen las palabras, la mujer habla.

-: Makuro es mi guardián y yo su responsabilidad. Adiós Kisa, fue un placer robarte un par de datos… Ahora debo irme.

Ambos se retiran sin derecho a réplica. Kisa, por su parte, no puede dejar de escuchar en su cabeza las palabras de Lucero.

***

            De regreso a Lupus Ánima, Aker sigue a Tamir, que se dirige a la salida, intrigado.

-: ¿Qué hay con Kisa?

-: ¿Con Kisa?

-: Sí. ¿Qué sabes acerca de lo que mencionaste en la oficina?

-: Ahh… ¡¿Eso?! Es que al parecer oyó hablar a Van… aunque ignoro si lo vio…

Aker hace una mueca, algo inquieto

-: Lo sé.

-: Bueno, ella está…

-: Buscando respuestas.

-: Sí, pero con ella no creo que sea tan sencillo. Además, también está la deuda sobre la promesa de una historia… -agrega Tamir con intención- creo que alguien, en particular, consideró mencionar la existencia de una “Leyenda de Lupus Ánima” –El aludido sonríe incómodo, descubierto.- Y hasta sus propias creencias le impiden avanzar… Está algo fastidiosa, enojada… -Hace una pausa contemplando a su interlocutor.- Quisieras contarle todo, ¿verdad?

Aker suspira cansado y da la vuelta volviendo hacia la empresa en dirección a la sala en donde Apolo y Guez descansan.

-: Tomaré un descanso.

-: ¡Espera!

Tamir lo detiene poniendo una mano en su hombro, obteniendo por respuesta una mirada de desconfianza como preludio a una pregunta.

-: ¿Qué hay allí?

Frente a sus ojos, la puerta de la mencionada sala se abre y sale Guez, que examina al otro guardián de arriba abajo y se aproxima rengueando. Aker observa petrificado mientras pasa por su lado, indiferente. Cuando logra reaccionar camina unos pasos más hacia la sala de donde, esta vez, se asoma Apolo y, sin siquiera detenerse a mirarlo, pasa por su lado con una advertencia.

-: No molestes a Van.

Apolo lo mira con desdén.

-: Descuida…

Tamir queda atrapado en medio de esa brisa de hielo algo incómodo y tan pronto esos tres se dispersan retoma su intención y se escapa a dar una vuelta.

 

En la oficina de Iang, Ceo y él juegan naipes mientras conversan.

-: A… Aker piensa lo mismo –dice Ceo bajando una nueva carta- y Tamir está dudando.

-: Tamir es responsable, se mantendrá neutro. –contesta Iang, sereno.

-: Amir es algo revoltosa…

-: Van sabrá contenerla, incluso Makuro está al margen…

Iang baja otra carta, el juego continúa sin detenerse ni por un instante.

-: Mmm… y aún así te preocupa Lucero –adivina Ceo-. Pero creo que sería un ingrediente extra perfecto… -Ceo extiende una mano tocando las cartas de la mesa y juega.- Llévate el pozo –sonríe pícaro.

-: No lo creo –dice Iang. Su compañero vuelve a tocar las cartas.- No me refiero a eso… No creo que Lucero juegue bien su papel… no cree en el intercambio justo, así que no le dirá…

Ceo ríe.

-: Kisa es inocente y no lo es, ella obtendrá algo de seguro. Lucero descuida los detalles mínimos y eso le significa grandes problemas.

-: ¿Detalles mínimos?

-: En su mundo se llaman insignificantes, …como el que te acabas de saltar tú –señala soltando la última carta y mostrando las manos desnudas-. Kisa tendrá preguntas también esta noche –agrega levantándose-. ¿Me permites responder alguna ya?

Iang mira sus manos por un momento y luego junta las cartas pensativo.

-: Así que la rueda empezó a girar…

-: ¿Qué dices? Nunca se detuvo.

Iang sonríe y se levanta. Y atrayendo hacia sí a su compañero, con una mano en su espalda baja, susurra algo a su oído. Tras ello, ambos salen por la puerta.

lunes, 6 de marzo de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 9 - La Parte de la Bendición - Parte 2

 

Escaleras arriba, en la oficina de Iang, sentado frente al escritorio, Ceo juega con algunas pertenencias de su compañero, intentando mostrarse serio por la preocupación que le despierta Apolo. Detrás de él, Iang va rescatando las cosas más frágiles de sus manos inquietas mientras habla.

-: Febo es así Ceo, también tú juegas con las personas.

-: No es cierto, no hablo de las palabras… Febo es irresponsable con sus actos.

-: Mira quien habla.

El más joven se levanta de súbito, enfadado, para sorpresa de Iang.

-: ¡Eh! ¿vas a dejarme hablar? –su interlocutor lo invita a continuar- No es que me preocupe tanto por Guez, pero, lo que hizo con él recién, bien podría haberle costado la vida.

Acercándose aún más a Ceo, Iang apoya el mentón sobre su hombro, sonriendo, y lo mira de reojo.

-: Creo que no debiera preocuparte eso, Febo aprendió del mejor ¿no?

-: Pero el corazón de Guez es débil –se desentiende de las palabras de Iang, alejándose.

-: Guez es resistente –lo tranquiliza.

Ceo voltea con un gesto frío, se le acerca y lo toma por los hombros.

-: Que diga que su corazón es de nieve o caramelo no es enteramente sinónimo de puro y dulce, es lo que ambas palabras signifiquen en común. ¿Acaso no comprendes las formas de hablar de un Lucifero aún? –Iang borra su sonrisa- Más allá de todo cumplido, la idea principal es que su corazón es maleable, moldeable. Quiere decir que es fácil convencerlo (Es adaptable a sus caprichos) y en su caso…

Iang lo interrumpe desprendiéndose de él.

-: Detente, pensar en ello solo te traerá mayor preocupación, despreocúpate…

-: No. Iang, me confiaron las palabras para que vele por ellas… para que sean dichas. El corazón de Guez se corrompe con facilidad, así como el de tantos otros humanos.

-: Es por eso que esos guardianes deben de estar rendidos antes de convertirse en guardianes.

-: No, es por eso que a ellos se les sella la capacidad de repetir esos pecados que los llevaron al límite –corrige Ceo-.

-: Bueno, olvidaba el sello, pero parece que tú también, Guez entregó su voluntad toda, junto a su vida.

-: Eso es lo que me estuvo molestando… Guez entró a este lugar con el alma sucia…

-: ¿Qué quieres decir?

Las palabras de su compañero estremecen toda su esencia, haciendo que sus piernas se aflojen y sus ojos se llenen de confusión.

-: Era una historia reservada por si surgía una amenaza, pero creo que  la situación lo amerita. No sé lo que ocurrió para que se den los hechos, pero lo que sí sé es:

Hace más de diez años, un niño huyó al desierto, solo por jugar, escogió un lugar alejado y se escondió allí. Como sabes, un Lucifero no tiene las mismas limitaciones que un Gemini o Gemelo, puede ir donde sea. Al no tener aún un guardián, sus tutores fueron en su búsqueda y lo encontraron junto a un humano, uno bastante malherido, pero que seguía intentando levantarse… Febo, con la capacidad de elegir a su guardián así lo hizo; incluso antes de haber sido hallado. Por alguna razón estaba prendido a ese hombre que inspiraba horror” ese hombre era Guez, sus manos estaban surcadas desde entonces con cruentas huellas y creo que Febo lo hizo… para modificar el juramento… pues lleva las mismas marcas en el dorso de sus manos. A cambio no exigió ni su vida, ni su lealtad; le ofreció un atajo para la huida. Creí que podría curarlo, pero cuando ellos adoptan un guardián, se nos prohíbe acercarnos a sus corazones.

Ante el perplejo rostro de Iang, Ceo hace una pausa.

-: Nunca has visto sus manos desnudas, ¿o sí? –Iang niega- Guez no necesita esconderlas, son su pase libre, una prueba de su juramento; pero Febo… él siempre cubre minuciosamente ese espacio entre sus nudillos y sus muñecas, incluso cuando muestra sus palmas.

Solía llamarse Hound, Febo le dijo Guess, no hay rastro de su existencia. Cuando llegó aquí, a medida que pasaron los años, pareció transformarse. El Guez de hoy es amable y lejos está de ser aterrador, pero nadie considera ya que solo comenzó a mostrarse así cuando se dio cuenta que no volvería a sostener un arma como antes. En cambio sostuvo una diferente, la pluma. Él pidió conservar intacta una lesión en particular, una que nadie iba a curar; quería recordar siempre quién había ocasionado la lesión en su rodilla, porque esa era a causa de volver tormentosa su vida.”

Hacia el final del relato Iang sacude su cabeza, como queriendo despertar de una hipnosis…

-: Esa historia ¿te la contó?

-: Sí, Zao me la confió antes de morir, antes siquiera que se me permita conocer al guardián de nuestro hermano. Sin embargo, yo también caí… y comencé a creer que algo cambió realmente en él y me conformé con eso –concluye con la mirada perdida, decepcionado de sí mismo.

-: ¿Qué hay con esa cara? Sonríe, aférrate a lo que crees. Sé que para algo tienes ese poder tuyo de descubrir la más mínima impureza del corazón, -lo conforta apoyando su mano derecha en el pecho de Ceo y hablando con calidez en la voz- Solo te pido que no vuelvas a romper las reglas. Seré el primero en socorrerlos si algo sale mal, pero ya no te asomes a su corazón, no te quiero herido… Febo creció en tinieblas como tú, aunque fueran diferentes ambas estaban oscuras y si aún puede brillar es porque es fuerte e inteligente. Confía en su juicio, quien dice, tal vez, haya contagiado algo de luz a ese corazón oscuro.

Ceo echa un gran suspiro con sus ojos cerrados y asiente apoyando su frente contra la de Iang. Luego de un instante, este último toma un libro que deja sobre el escritorio, se dirige silenciosamente hacia la puerta y toma el picaporte para marcharse.

-: ¿A dónde vas?

-: Aker está trabajando, Amir ayudó a Febo, Kisa estará algo preocupada, Van probablemente molesto…

-: Ahh, es eso, Aker aún es algo brusco con ellos, es cierto. Pero Kisa… no creo que ella se preocupe –Ian lo observa con sorpresa- ella debe saber que Guez está bien y que Amir siempre exagera… Bien, te esperaré. –agrega sentándose- Apúrate, no quiero aburrirme como la última vez que me dejaste esperando.

Iang sonríe, asiente y sale.

 

***

 

Unas horas después Guez despierta, hay un peso oprimiendo su pecho, siente parte de su cuerpo pesado y su brazo derecho dormido por completo. Con su brazo izquierdo rodea la espalda de Apolo, que se quedó dormido cayendo encima de él y, sentándose, lo recuesta a su lado; luego, vuelve a recostarse. Un instante después el joven despierta y cayendo en cuentra de su intrusión toma distancia hacia atrás. A punto de caer, Guez lo sostiene. Somnoliento, el primero planta una caricia en los cabellos de su guardián.

-: Comment tu es?

-: Tá mé go maith. Agus conas tá tú féin?

Apolo sonríe abriendo los ojos y bosteza.

-: Mmm… estoy bien… ¿tienes hambre? ¿Quieres que…?

-: Prefiero descansar así un poco más… ve a rondar.

-: Está bien, hoy no me puedes perder de vista. Luego saludaremos juntos.

-: Heh… eres un ángel.

-: No, soy un Lucifero –sonríe.

-: Mejor entonces, con inocencia o sin ella la vida te va de juegos y eso te hace parecer un eterno niño.

Apolo examina largamente a Guez con la mirada clavada en sus ojos, luego se acerca aún más. Intrigado, intenta descifrar la intención del hombre, que responde con una sonrisa descubierto.

-: ¿Qué buscas? -pregunta Apolo.

-: Una respuesta… ¿me puedes prestar esa habilidad de sanar una vez más?... sé que es mucho pedir…

-: No lo necesitas, porque hay un vínculo que puede curar esa herida si esperas un poco más… verás, cuando los tocamos no podemos llevarnos sus recuerdos… solo dormirlos…

Las últimas palabras hacen eco en los oídos de Guez llevándolo lejos, muy lejos… hacia aquellos tiempos que produjeron el encuentro.

 

 

Un hombre herido camina guiado por el dulce néctar de la flor de la vida, por miradas ausentes, con pasos vacíos; parece que no piensa, pero vacila. El lugar en el que está, la ciudad que transita, se ha convertido en un desierto, has sido devastada y ya no es más que un imperio en ruinas; perdió sus sonidos y su esencia. Pero el hombre no puede detenerse, creyó  luchar por una causa justa, por una causa noble por la que se convirtió en un guerrero y al llegar frente al abismo, el miedo y la desesperación lo condujeron a abandonar sus propios códigos. Se convirtió entonces en un cazador, un mercenario. Su error mayor fue no haber aceptado que estaba equivocado al dejarse dominar por sus temores y sus pasiones, aferrado a sus razones sin razón. Para evitar mayor confusión, intentó anestesiar su corazón y se vio perdido en la neblina; algo lo condujo por un curso oscuro, una corriente turbia, pero no se detuvo porque cada descanso lo hundiría más en la ciénaga de pensamientos oscuros, nublando su juicio. Se sentía solo, nadie nunca protegería su pecho o su espalda, o al menos así solía creerlo… entonces ¿por qué?... Debe correr más rápido que nunca, aunque pesen su cuerpo y sus pies, aunque duela su cuerpo al punto en que ya no lo sienta… tal vez así pueda salvar su alma.

Un niño travieso vio caer un hombre cerca de su lugar de juego, a mitad de su travesía. Lo vio sufrir, gritar, levantarse e insistir, con sus brazos cansados y sus ojos cerrados, con pisadas sin huellas… repetía una y otra vez algo que al niño le hizo sonreír. Finalmente cayó a diez pasos de encontrarse con su nuevo destino y se sintió nuevamente arrastrado por una corriente, una corriente clara, una cálida, esta vez, dejándolo inmerso en un mar de luz y sombras por un tiempo que pareció eterno.

-: Hola, disculpa nuevamente por no hablarte en la noche –escucha el hombre a lo lejos, entre sueños- La luz llegó y trajo mi voz. ¿Qué hay de ti? –el niño sonríe- Ya veo, estás agotado; pensaba recorrer un poco más el lugar, pero supongo que me quedaré aquí. Lamento no poder hacer mucho más, tengo algunos… límites… ¡Ya sé! –exclama resuelto- Conozco una melodía que atrae a las luciérnagas, mmm… aunque aquí no hay muchas –ríe- de todos modos, quiero que la escuches –continúa y comienza a tararear una suave melodía.

Tras unos segundos el sonido se propaga y gana intensidad en sus oídos, lo hace de una forma preciosa, hipnótica, magnética; así, el hombre despierta. Comenzando a abrir los ojos, intenta llevarse una mano a la cara para limpiarla, pero sus brazos no responden, el niño observa la reacción y el rostro del hombre.

-: Es normal que estés cansado, van apenas tres días y  no he conseguido darte más que agua.

Traicionado por su temor más profundo, siente que de sus labios se escapa una pregunta.

-: ¿Eres un ángel?

El aludido ríe, su apariencia es blanca y pura, pero es solo un juego de luces.

-: ¿Un ángel?, no, soy un Lucifero.

El rostro se ensombrece, dejando de mirarlo dirige su mirada al cielo, muy serio.

-: Entiendo, –contesta, aunque no lo hace- entonces, si ibas a decirlo ¿por qué tienes esa apariencia?

-: Esa apariencia –repite confundido- Ah… es que… no puedo mostrarte otra imagen a menos que me des tu nombre.

El hombre se sobresalta, luego inspira con con fuerza sonriendo de costado y mira hacia donde reposa una de sus manos, duele como los mil demonios, sin embargo, está vendada, ambas lo están, al igual que sus heridas. Cerrando sus ojos, exhala y se anima a hablar nuevamente, intentando convencerse a sí mismo.

-: No, no importa. Hice muchas cosas, pero entregarle mi nombre al diablo… ¡prefiero que te borres esa idea!

Ante sus incrédulos oídos estalla el sonido de carcajadas. Con las manos rodeando su barriga, doblado de risa, el niño no para. Él lo mira serio, comenzando a asustarse pero intentando asustar y comienza a enojarse, pero el pequeño no lo toma en cuenta y sigue riendo, hasta que de pronto se detiene.

-: Creo que se te perdió una “o” –señala dibujando la letra en el aire, mirándolo detenidamente- das miedo ¿sabes? Je, je… pero no tienes que asustarte de mí. –Agrega sonriendo- Soy un Lucifero, no soy Lucifer.

El hombre cambia el gesto en su rostro, está confundido, también está furioso, pero no puede moverse, así que solo le queda escuchar… Suspira hablando para sí, mirando nuevamente hacia arriba.

-: Ah… de todos modos estoy muerto.

-: No estás muerto –indica, divertido, el niño.- Es por eso que es gracioso que un Lucifer viniera a revivirte por un pacto… Soy un lucifero… significa que soy luz, significa que tambien soy un poco Lucifer, significa ambos y es por eso que no puedo dejarte morir, pero tampoco darte vida… Por lo menos no hasta que estés fuera de peligro de muerte.

Respondiendo con rencor, intenta ahuyentarlo.

-: Si no puedes hacer nada… si solo puedes mirar… ¿¡por qué te quedas!? ¿¡qué acaso te deleita verme temblar mocoso!?

-: Sí. Es que… me tiene intrigado, nunca vi algo igual, pareces estar hecho polvo y sin embargo puedes hablar; en cambio yo… mi voz decae cuando pierdo mi fuerza o cuando se aleja la luz.

El niño habla intrigado, divertido, deleitado y muy confundido.

Otro límite… ¿Qué tanto intentaba decirle? ¿Hasta dónde llegaría el juego? El hombre cerró sus ojos por un momento y enseguida reparó en sus manos, no estaba seguro de cómo o cuándo habían sido heridas, pero tanto ellas como el resto de su cuerpo habían sido tratados. “No puedo dejarte morir, pero tampoco darte vida” habían sido las palabras del niño; de la forma en que lo dijo “darte vida” podía equivaler incluso a sanarlo.

-: Oye niño. Si no puedes darme vida, ¿cómo es que estás manteniéndome vivo?

-: Ah… eso… hice una tregua a cambio de algunos raspones.

Alarmado, el hombre volteó de súbito a ver al niñito, escudriñando, en principio, los brazos de aquel chiquillo; heridas similares a las suyas surcaban la tersa piel. Consternado, sintió cómo sus ojos se humedecían y tras años de haber provocado y padecido toneladas de sufrimiento, finalmente entonces, logró llorar.

-: Podrías haberte marchado para no involucrarte ¿crees que merezco tu ayuda?... mi vida se resume en cosas que te lastimarían profundamente y no me arrepiento de haberlas hecho… Dijiste que daba miedo, …ni yo considero que es bueno ya lo que hago… Así que (visto de esa forma) lo mejor sería que muera… solo me queda huir.

-: Es cierto, pero aún cuando solo pudiste huir lo seguiste haciendo… y no para descansar en paz, sino para recuperarte y volver… -el pequeño lo miró con terrnura.- Tal vez debías morir… tus pensamientos se habían ido, tus huellas se habían vaciado, tu cuerpo estaba a punto de ser un contenedor hueco… –lo contempla fríamente- pero de todos modos te seguías moviendo por el impulso de tres palabras en tus labios, deseos profundos e inconscientes… lo repetiste incluso hasta despertar: tu deseo de seguir con vida. Es por eso que no dudé en darte un poco de mi sangre…

El hombre no tiene palabras, el niño no ha cambiado su carácter, solo su propósito. Con un corazón aún algo oscuro y confuso, empero con una gratitud sumamente profunda, alcanza a decir su nombre.

-: Mi nombre es Houndpero, no quisiera que tus labios se manchasen con él.

-: Comprendo, un nombre es preciado, no se le debe dar a cualquiera… por eso te agradezco que me lo hayas entregado a mi. –Señala con gran alegría- Pero debo decirte de algún modo… -piensa un momento y asiente- Guez.

Ante tal sorpresa, el aludido no sabe cómo reaccionar; perplejo, pregunta lo primero que viene a su mente.

-: ¿Ah? ¿G… Guez? ¿Qué significa?

-: Mmm… No lo sé, es que hay persona de aquí y allá que usan ese sonido… dicen… “I guess” o simplemente suspiran y luego agregan: “Guez”

Atónito, su interlocutor comienza a reír.

-: Bien, … seré Guez. Gracias, no recuerdo a alguien que haya hecho tanto por mí… y… hace mucho que no reía… Realmente, muchas gracias…

-: FEBO, mi nombre es muy largo, pero me dicen Febo, como el sol. –Se presentó, contento, el niño.

-: Entonces, gracias, Apolo.

Y con un gran esfuerzo levantó la mano y se la extendió al pequeño, que, sonriendo, la tomó.”

 

-: Evan sin tregua, … -dice Iang entrando a su oficina- cambiaste algunos nombres ¿verdad? –le pregunta a Ceo que interrumpe la lectura para devolverle una sonrisa.

Ya sus preocupaciones se esfumaron.

-: Sí, creo que ya lo entendí.


lunes, 27 de febrero de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 9 - Parte I -La Parte de la Bendición

 

-: Cuéntame de nuevo esa historia –pide Apolo.

Guez se arrima al muchacho que descansa recostado en la cama y le ofrece una taza de té.

-: Guarda silencio, aún estás algo afónico. Y además es un poco tarde para historias.

-: “Nunca es tarde para historias, si las quieres escuchar…”

-: “Y es tan fácil el contarlas,… como si se tratase de respirar” –continúa Makuro apareciendo- Evan sin tregua, relato de un maestro…

-: Me halaga que lo recuerden, pero ya se ocultó el sol y las estrellas no brillan por hoy…

-: “La luna se ocultó tras una nube, parezco haber perdido mi orientación” –termina con un guiño cómplice.

Guez está a punto de levantarse, entonces, Apolo, en un último suspiro recuera aquella cita y la completa.

-: “Pintemos este cielo sin colores con las nuevas sensaciones que se agolpan en el pecho…”

-:Mañana contaremos más historias, el resumen terminó por hoy. –Dice, poniendo punto final.- Me quedaré con A, puedes marchar –indica a Makuro- Ve y cuida a tu Lucero, que anda desaparecida y solo te habla a ti.

-: ¿Tú crees? Pero si hoy ha estado con Ceo. Avisó que llegaría algo tarde, no lo pude evitar.

-: Esa Lucero, ¿sabe de Ceo?-El aludido asiente- En fin… -mira al otro muchacho- Oye A, no hagas locuras y duerme de veras esta vez, te veré en la mañana e iremos a caminar, ¿sí?

Apolo da un gran suspiro encogiéndose de hombros, luego asiente… el joven sale siguiendo a Guez y apaga las luces.

-: ¿Qué crees? ¿Te hará caso?

-: Eso ni yo lo sé, ese muchacho es muy revoltoso y eso que debo cuidar de él, pero a veces no logro seguirle el paso. Por eso agradezco que le tengas un ojo encima.

-: Solo es por las reglas, no es que pretenda agradarte –se defiende- incluso a veces me siento carcelero… pero no hay mucho que hacer con eso… Apolo requiere mucha vigilancia a veces…

-: Yo creo que solo intenta crecer un poco más.

-: Yo solía pensar que solo quería ser fuerte, pero cada vez que hace algo arriesgado, termina siendo solo un juego… No sé como le pillas cuando miente o dice la verdad.

Makuro rasca su cabeza confundido, Guez sonríe y se adelanta en llegar a una sala de estar, allí se sienta en un sillón, papel y bolígrafo en mano, y comienza a escribir algunas notas hasta que su interlocutor lo alcanza y se sienta a su lado. El primero saca un cigarrillo y lo enciende, el segundo lo mira esperando algo, pero, ante el ofrecimiento de fumar también, lo rechaza. El hombre se acomoda en el sillón, se acerca un cenicero y luego se relaja, apoyándose contra el respaldo. Tras unos instantes, con la mirada del otro clavada en él, larga una gran bocanada de humo con un penetrante olor a tabaco y se prepara a hablar nuevamente.

-: Eres actor, ¿no te avergüenza?

-: Aprendo bastante con eso y hay muchos a los que hago comprender o sonreír, ¿por qué sentir vergüenza?

El joven responde sin haber entendido, ante lo que Guez da un gran suspiro cansado y se levanta para ir a buscar algo, luego regresa con algunos refrigerios y vuelve a su posición de relax mientras Makuro come.

-: No me refiero a eso… Actúas, tu trabajo es mentir, fingir algo que no sientes y hacerlo creíble. ¿Qué no miras a los demás a los ojos?

-: Exacto. Cuando estamos actuando y estoy preparado para escuchar una mentira no miro realmente a los ojos, sería muy cruel que intentemos creer nuestras mentiras… o tal vez sea por miedo a creer que ya lo hice. Perdí mucho la costumbre de observar una mirada, de estudiar una sonrisa o examinar un tono de voz… Y sé que hubo un tiempo en que me enredé en un juego y comencé a jugarlo hasta que se volvió una realidad… pero, al menos entonces, el que engañaba mejor, ganaba. Hoy es diferente, nadie mira hacia afuera, todos están ocupados intentando perfeccionarse hacia adentro… me basta con ver eventualmente que la reacción sea la correcta… No me da vergüenza, no actúo para encontrar una verdad mucho más grande (esa la busco justamente cuando dejo de actuar), lo hago para que los demás puedan descansar en su búsqueda. Lo que no significa que necesites volver a golpearme para saber como se siente… -se detiene, Guez está observándolo muy pensativo.

-: Yo soy un gran mentiroso. Por eso lo pillo… -agrega con un guiño.

-: ¿A qué te refieres?

-: A tantas cosas –lo evade- por cierto ¿tú no eras el gemelo malvado? –Makuro hace una pausa y luego niega- de modo que solo quisiste influir en tu hermana… pero influyó sobre ti.

-: No es eso, es que después de ver sus posibilidades, después de todo, aceptó volver… y habiéndole insistido tanto, no podía dejarle sola.

-: Por lo que te convertiste en su guardián hasta el último de tus días –deduce Guez.

Makuro se encoge de hombros y sigue comiendo, al terminar se levanta y le quita el segundo cigarrillo que estaba a punto de prender, lo rompe y lo arroja sobre la mesa. El hombre alza una ceja despectivamente.

-: Un gran mentiroso –repite el joven esperando algo más.

-: Aún no me había rendido.

Guez saca el atado de cigarrillos que le es arrebatado nuevamente.

-: No… ¿A quién le mientes?

Guez se encoge de hombros y extiende la mano demandando los cigarrillos, Makuro los entrega dando un suspiro y, sin esperar respuesta, se marcha.

 

***

 

Amanece un nuevo día y Apolo se aproxima a su guardián, que aún duerme recostado en el sofá, le saca en silencio un cigarrillo y lo prende en un juego de chiquillos… Pero al probarlo tiene un amargo sabor, así que lo apaga en una copa de agua que hay sobre la mesa y permanece hipnotizado mirando cómo el líquido se tiñe con las cenizas. Luego, mira largamente a Guez hasta que este se despierta y se sobresalta por la cercanía. Apolo sonríe.

-: La luz llegó y trajo mi voz, ¿qué hay de ti?

Guez bosteza y se pasa una mano por la cara, secando sus ojos.

-: A mí aún me tiene sin cuidado el día, dime, ¿qué quieres hacer hoy?

-: ¿No tienes nada que hacer?

-: No obligatoriamente. Dime, escoge algo.

-: Bueno… sí hay algo, pero… puedes dormir más si quieres.

-: No, no te puedo dejar solo hoy, anteayer te pasaste de listo y por eso estuviste sin voz hasta ayer noche.

-: No iba a pedir eso… es que… hoy me levanté con ganas de ensayar.

El hombre mira al muchacho, que permanece con la mirada clavada en el piso, y sonríe. Luego, se levanta, junta las cosas del sillón y la mesa y permanece observando por un momento la copa donde Apolo apagó el cigarrillo; acto seguido, se retira para regresar al instante extendiéndole un desayuno a su interlocutor, que lo toma en silencio, pensativo. De pronto, esos pensamientos son interrumpidos por su propia voz, en un acto casi reflejo.

-: Oye Guez… ¿podemos correr? Haríamos un buen tiempo…

El aludido duda, sonríe y asiente. Hace rato que no le da esas oportunidades,

 

Casi llegando a destino, Guez se sobre esfuerza en la carrera, Apolo le saca unos cincuenta pasos de ventaja y, al ver que no lo sigue, se detiene.

-: ¿Eh? ¿Gané? Yo nunca gano.

Girando sorprendido hacia su contrincante, lo ve sentado en la vereda, riendo entrecortado y recuperando el aliento mientras mira el reloj en su muñeca.

-: Sí que fue un buen tiempo.

-: ¿Ah?... Te rendiste… ¿O es la edad?... Pero no puede ser para tanto… apenas tienes unos diez años más que yo ¿no es cierto?

-: Quince, …pero no es la edad, solo que cuando llevas la vida que yo llevé…

-: Lo olvidas en cuanto te dan una nueva oportunidad –lo interrumpe, acercándose.

El muchacho ayuda a recuperarse a su guardián y, dejándole recargarse sobre su hombro, siguen hasta llegar a destino. Entrando a Lupus Ánima, busca un lugar para que descanse.

-: Bien… aquí estamos… Oye, -llama su atención- se supone que tú cuides de mí. –su guardaespaldas sonríe débilmente con una mano sobre su rodilla izquierda, a la que él mira dubitativo- Tu recuerdo de guerra… no debiera premiarte después de lo ocurrido anoche, -y, suspirando, aparta la mano de Guez, poniendo la suya en su lugar y entregándole un pañuelo, a la vez que lo insta a estirar la pierna- Entonces… necesitaremos agua, un paño frío, tal vez un lugar para recostarte y que muerdas eso.

-: ¿Para qué?

La pregunta finaliza en un grito reprimido frente a la inocente sonrisa.

-: Heh.. parece que no hizo falta. Dime ¿sentiste algo?

El hombre lo observa seriamente, adolorido e incómodo, frente a la pregunta irónica.

-: …

-: Descuida, no soy gran cosa haciendo esto, así que aún no puedo curar por completo una herida de tal magnitud de forma tan simple y rápida. Aún conservarás tu recuerdo, solo eliminé algunos daños colaterales… Créeme, habrá valido la pena… alrededor de dentro de un mes…

Guez responde la sonrisa y se desploma. Apolo lo atrapa coincidentemente con la llegada de Ceo, que vuelve con Amir de  comprar un par de cosas para reabastecer la cafetería. La última, poniendo las cosas en el suelo, se apresura a ayudarlo.

-: Ohh… ¿Ese es Guez? ¿acaso está inconsciente?

-: No… es un primo que hace mucho no veía y me está dando un abrazo.

Apolo contesta con ironía. Amir, entonces, se disculpa toscamente.

-: Bueno, ya, lo siento. Pero, ¿qué le ha picado?

-: Un bichito de luz.

Entre ambos se lo llevan a una sala e estar cercana, allí recuestan a Guez y mientras Amir va a buscar algo de agua para refrescarlo, Ceo se aproxima a Apolo y lo sorprende por la espalda.

-: Oye, bichito de luz… ¿qué te han dicho de jugar a la mancha?

El aludido sonríe rascando su cabeza y se hace a un lado, dando lugar a Ceo, que se acerca a Guez y toca su frente, para examinarlo. Al finalizar suspira, se encoge e hombros, le da la espalda y se retira. (Tal parece que no está tan mal). Amir regresa con agua y un paño y se lo entrega al muchacho, luego, lo deja a solas con su guardián.

El joven contempla al hombre mientras humedece el paño, para luego secar la transpiración en aquel rostro, hablándole dulcemente.

-: Un gran mentiroso ¿eh?, pues a mi tú tampoco me engañas. Tus músculos serán de acero y tu carácter de pólvora; pero tu corazón es de nieve: moldeable, puro, aunque se presume muy frío, se derrite con el más mínimo calor y bajo el microscopio puede llegar a sorprenderte cuanta belleza guarda… Aún tienes mucho más que dar, así que, no pretendo que te rindas.

 

lunes, 20 de febrero de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 8 - Una palabra, dos significados


    Desde los tiempos más remotos, los seres se valieron de dualidades para definir ciertas cosas que existían, ya sea para diferenciarlas, clasificarlas o contrastarlas. A decir verdad, solo buscaban o seguían el concepto de equilibrio, “sin él nada existiría”. El miedo a esa nulidad les hacía buscar una y otra vez, les hacía velar por la existencia de dos extremos y, según se creía, ese miedo hacía afianzar la esperanza. Pero más allá de todo extremo, más allá de blanco y negro, día o noche, luz u oscuridad, ..., no supieron ver que había algo más fuera del alcance de su vista, o tal vez tan cerca como delante de sus narices, justo entre ambos extremos. Por un tiempo, al percatarse de ese “punto medio” todos creyeron que la respuesta era un matiz de gris, atado a la posibilidad de ser más claro u obscuro según el criterio. Pensaron que el escape era la tarde o el mediodía, sin percatarse –o tal vez sí- de que según la estación estaría más o menos iluminado, devolviéndolos a ese “equilibrio” para respirar en paz. Incluso se llegó a decir que era el ser humano aquel que, privilegiado o no, tenía una mezcla de fuerzas que debía purificar o que podía llegar a perderse en el sendero oscuro (De hecho, tal vez, esta última fuere de las más acertadas).

    La lucha de conceptos entre los puntos medios dio dos pasos atrás y los opuestos regresaron a disputarse el poder de todo nuevamente, ya que, cualquiera que alcanzace un punto medio, debía elegir uno de los dos caminos, de los cuales solo uno sería el correcto. Así nació la creencia de que: a lo largo de la existencia hay un camino, tal vez difícil, que será el bueno, y otro que, aunque se presente muy fácil o bonito, será el malo. Todo ser es puesto frente a esa encrucijada al menos una vez en la vida y si opta a conciencia por el segundo camino, deberá ser erradicado de todo contacto con el primero; si, por otra parte, se pierde, tocará evaluar los riesgos para encaminarlo, rescatarlo o convertirlo en un ser sacrificial a cambio del sosiego del hambre de lo oscuro. Y viceversa. Equilibrio, siempre equilibrio, y mientras unos pisan tierra firme, otros aún caminan la cuerda floja.

    Con el paso del tiempo todo concepto se desgasta, se traduce, se moldea, se adapta, se renueva o se aplasta. Muchos aprovecharon eso a su favor para clasificar bien y mal y sin querer perder, apostaron a ganar y aquello rompió su preciado equilibrio. Aún así, hubo quienes se arraigaron en la cultura o en los orígenes de las cosas y rescataron una parte de la verdad.

    Lucifero es una palabra en italiano y, como tantas otras en diferentes idiomas, tiene un significado ambivalente: por su fonética puede intuirse que Lucifer es uno de sus significados, eso mismo, Lucifer, el ángel caído, que es uno de los tantos nombres que se utiliza para definir a lo que comúnmente llamamos diablo o demonio; algo malo según algunos puntos de vista. La otra definición de la mismísima palabra, es: luminoso, que emite luz o que tiene luz, lo que se alía con el concepto del bien. Veamos entonces, bajo el mismo concepto podemos estar hablando de uno u otro extremo; como de costumbre, se podría elegir el que mejor cuadre con el contexto, o tal vez no. ¿Por qué englobaríamos dos opuestos en una sola palabra? Tal vez porque esos extremos no existan y solo sean una excusa para avanzar o retroceder en nuestro itinerario de vida o, tal vez, para definir exactamente ambas cosas, como un punto de encuentro entre los dos, el límite exacto entre los extremos.

    Al margen de la creación o la evolución del ser humano, lejos e su expansión, crecimiento o asentamiento, aislados de las creencias “humanas”, pero conscientes de sus conceptos, nació un lugar inspirado en Agni Gaia; no, mejor dicho, un lugar remoto, demasiado lejos de aquella tierra como para impregnarse de su estructura, su caos o su gloria, pero con sus mismos principios. Sin embargo, compartió desde el comienzo el fin de mantener la paz o aquel “equilibrio”, aunque … a decir verdad, nunca se interesaron realmente en ello, pero, para quienes lo vieran desde fuera, así lo parecía; incluso cuando todos se percataron de que esta tierra terminó siendo totalmente antagónica a la anteriormente nombrada.

    No hubo hombres como integrantes de esa nueva “comunidad”, no hubo un juicio de bien o mal, un dominio o conquista de territorio, ni paz, ni guerra y, sobre todo, lo que menos tuvo fue un líder absoluto. Esa magnífica tierra sin nombre conocido era el hogar de los espíritus de cientos de “animales”: desde minúsculos hasta enormes, aquellos que esperaban a marchar como los que se quedarían eternamente, los más comunes y los más desconocidos, algunos famosos y algunos míticos; ellos tenían su lugar de descanso en las praderas y en las montañas y lo más espectacular era la aparición de ciertos lobos en un momento determinado. Habiendo cientos de variedades, los lobos blancos y negros eran los más extraños de ver, ya que unos solo aparecían la primera noche de luna llena y los otros solo la primera de luna nueva. Se decía que su existencia estaba atada a guardar esa cara de la luna y buscaban mutuamente en un ciclo sin fin a aquel que lo complemente sin lograr encontrarse, pero sin importar cuanto tiempo pasase, volvían a insistir, pues tenían la esperanza de que algún día, cuando la luna creciera o menguase, tal vez pudieran escaparse hasta la mitad; no fue sino hasta que la Tierra eclipso a la Luna que pudieron finalmente reunirse. Curioso ¿verdad? Tanto afán por unir ambos extremos y son los protagonistas. Pero más curioso les será que los primeros habitantes fueron conducidos hasta esa tierra por un lobo muy especial, no era blanco ni negro, era ambos y ninguno; la última huella de la mismísima loba que hubo criado a los reconocidos Rómulo y Remo, fundadores de Roma. No era un ser viviente, sino un espíritu que había nacido allí de la fusión de: el de la mencionada criatura, con otro espíritu.

    Los primeros en llegar a esa “tierra sin dueño” fueron lo que se conoce como un ángel y un demonio, quienes compartían un lazo muy fuerte… no era amor del típico prohibido que lleva a romper las reglas supremas o algo así, no, era del tipo fraternal… aunque no era fácil de admitir, por lo menos para uno de ellos dos. Eran descendientes de un ser supremo, habrían sido lo que se llamaría deidades a no ser por una pequeña particularidad… Aquel hijo único, heredero poderoso, se dividió en dos por la fuerza de la creencia en los extremos, por lo que ya no era un dios completo, y así, uno fue “luminoso” y otro oscuro o “Lucifer” (referido a Lucifer, el diablo); pero ambos compartían aún el corazón, en sentido figurado por supuesto, ello impedía que pudiesen alejarse más allá de cierto punto, y tampoco podían emular la esencia del otro, ya que, de lo contrario, sería imposible su existencia. Dos extremos que se tocan, tan aferrados inconscientemente el uno al otro, que les era imposible separarse, por lo que se tomó la decisión de enviarlos a un lugar donde no puedan ser juzgados o separados, pero donde ellos tampoco puedan aprender a juzgar, para evitar problemas. Era una vez de cada millones la que ocasionaba esa especie de ruptura, siendo más fuerte que cualquier cosa aquella creencia, cada vez más difundida, pero ya que esos individuos tenían una longevidad especial, pronto la tierra sin nombre pasó a ser poblada por varios pares de individuos; los que comenzaron a desarrollar algo así como una forma de vida y, luego de un tiempo, la relación que desarrollaron unos con otros les dieron la decisión de devenir más humanos. Dadas ciertas circunstancias especiales, los que no perecían ni sucumbían a su existencia, se convertían en guardianes; estos evitaban que otros intenten tomar o contaminar su hogar.

    La nueva ciudad se convirtió en una más, solo que por dentro era algo de gran hermosura, siempre bajo control, serena y, por supuesto con grandes y magníficos secretos. Al principio solo era un lugar de paso, pero con la llegada de la tecnología las personas comenzaron a llegar y, a cambio de la promesa de mostrarles el mundo a unos cuantos, fueron bienvenidos a quedarse a vivir allí; siempre comprometiéndose a respetar las costumbres del lugar. A medida que el tiempo siguió pasando y un vínculo más fuerte unió a los pobladores de esta ciudad entre ellos. Los niños que comenzaron a nacer fueron simplemente comunes, o gemelos opuestos.                         Eventualmente, algunos de los últimos seguían a los primeros, consiguiendo cierta templanza. Se volvió una posibilidad remota que un Lucifero aparezca, de hecho, nunca había sucedido desde que los semidioses devinieron más humanos que naciera un niño que, de entre otras cosas, de un momento a otro mostrase una apariencia diferente que la suya propia y que en realidad tuviese ambas condiciones, luz y oscuridad, totalmente separadas dentro de un solo ser. Pero, técnicamente, ello solo se daría si naciera un descendiente único, o una tríada, cosa extremadamente rara en una comunidad en que solo nacían gemelos.

    Lucifero fue la forma común para denominar a aquellos niños que, nacidos rara vez de un Lucifer con un Luminoso, combinación que era fatal, y más comúnmente de un humano nativo con uno originalmente humano, poseían una apariencia alternativa, dado que sufrían una trasformación condicionante que debían aprender a manejar y contener. Por lo general esta se manifestaba frente a un suceso traumático o trascendental, con un ojo de cada color, comúnmente uno claro y uno oscuro, y la mitad de los cabellos rubios o plateados y la otra negra, entre otras características; como por ejemplo: perder la voz cuando se acercaban a la luz algunos, a la oscuridad otros; perderla solo cuando hablaban en la lengua de su antecesor humano o, simplemente, no poder hablar sino en una lengua mágica… en cuyo caso podrían agotar fácilmente todas sus fuerzas si no estaban acostumbrados a su apariencia real, que se presentarían en cuanto hablen. Una de las curiosidades más destacables acerca de estos niños es que, pese a ser muy queridos y/o respetados por sus padres siempre fueron enviados lejos de ellos para evitar ser influenciados por los mismos (al menos hasta la mayoría de edad o hasta que su transformación suceda, dejando, entonces sí, el acercamiento a la libre voluntad del Lucifero). Quienes los rodeaban solían ignorar su condición, a excepción de algunos opuestos que no debían interferir en sus decisiones, y su cuidado estaría a cargo de alguien que el propio niño eligiera, con ciertas condiciones: “Debe estar rendido y solo, pero con fuerzas suficientes para levantarse por ti si le das la oportunidad y por sobre todo: que sea un humano que haya creído en el bien y en el mal y haya decidido seguirte”. La regla de elección era una clase de lección, ya que no había bien o mal predominante en estos niños, no había extremos porque de aproximarse a alguno arriesgarían sus vidas o dejarían de existir. La mayoría de los reclutados eran personas que ya no tenían un objetivo de vida y se les otorgaba uno nuevo para que cumplan con el resto de su tiempo de vida, otros ya escapaban o se arrepentían de sus vidas, aunque también los había caballeros en armadura que, al ser salvados, juraban lealtad ofreciendo su vida en forma de pago; así como los había muchos que enloquecían, reían incrédulos o lloraban al ver la verdadera apariencia y al hacerlo intentaban servirse de ellos o lastimarlos, incluso algunos intentaban revelar el secreto al mundo y morían a causa de cierto juramento que debían hacer antes de cerrar el trato o a manos de alguien que realmente cuidaba de ese niño.

    Cuando las cosas se presentan tempestuosas por excesiva devoción o despectivo rechazo, así como con cosas que llevan a la muerte, ya sea causa física o espiritual, por traición o fanatismo, los Luciferos son quienes sufren las consecuencias (esto incluye cualquier auxilio o condena para su guardián) por la falta cometida a la condición de mantenerse neutrales. La parte más complicada de todas reside en que se los considera más listos que los luminosos, más fuertes que los Lucifer, más longevos que ambos; con solo decidir hacerlo, podrían dominar el mundo, sencillamente nunca lo hacen debido a otro pequeño detalle: los Lucifero juegan demasiado inocentemente como para tomar una decisión de tal magnitud…

    Hay Luciferos que nacen con su identidad y otros que la develan luego de algunos años, lo que hace surgir incertidumbre, por lo que las tradiciones o juramentos se hacen a partir de la edad de dieciséis años para minimizar los riesgos, ya que de existir la presencia de pactos de sangre, estos podrían ocasionar un efecto mortal en tales individuos si dicho fluido vital proviene de alguno de los extremos: luz u oscuridad. A partir de dicha edad es que comienza oficialmente cualquier tipo de entrenamiento para prevenir daños colaterales fatales, lo que no significa que los jóvenes no tengan facultades para desarrollar su fuerza o espíritus por si mismos.

 Cristales de colores Espejos de mentira Fragmentos de deseos Es lo que da la vida Un enorme destello Mientras gritas a voz en cuello Y tu a...