lunes, 27 de febrero de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 9 - Parte I -La Parte de la Bendición

 

-: Cuéntame de nuevo esa historia –pide Apolo.

Guez se arrima al muchacho que descansa recostado en la cama y le ofrece una taza de té.

-: Guarda silencio, aún estás algo afónico. Y además es un poco tarde para historias.

-: “Nunca es tarde para historias, si las quieres escuchar…”

-: “Y es tan fácil el contarlas,… como si se tratase de respirar” –continúa Makuro apareciendo- Evan sin tregua, relato de un maestro…

-: Me halaga que lo recuerden, pero ya se ocultó el sol y las estrellas no brillan por hoy…

-: “La luna se ocultó tras una nube, parezco haber perdido mi orientación” –termina con un guiño cómplice.

Guez está a punto de levantarse, entonces, Apolo, en un último suspiro recuera aquella cita y la completa.

-: “Pintemos este cielo sin colores con las nuevas sensaciones que se agolpan en el pecho…”

-:Mañana contaremos más historias, el resumen terminó por hoy. –Dice, poniendo punto final.- Me quedaré con A, puedes marchar –indica a Makuro- Ve y cuida a tu Lucero, que anda desaparecida y solo te habla a ti.

-: ¿Tú crees? Pero si hoy ha estado con Ceo. Avisó que llegaría algo tarde, no lo pude evitar.

-: Esa Lucero, ¿sabe de Ceo?-El aludido asiente- En fin… -mira al otro muchacho- Oye A, no hagas locuras y duerme de veras esta vez, te veré en la mañana e iremos a caminar, ¿sí?

Apolo da un gran suspiro encogiéndose de hombros, luego asiente… el joven sale siguiendo a Guez y apaga las luces.

-: ¿Qué crees? ¿Te hará caso?

-: Eso ni yo lo sé, ese muchacho es muy revoltoso y eso que debo cuidar de él, pero a veces no logro seguirle el paso. Por eso agradezco que le tengas un ojo encima.

-: Solo es por las reglas, no es que pretenda agradarte –se defiende- incluso a veces me siento carcelero… pero no hay mucho que hacer con eso… Apolo requiere mucha vigilancia a veces…

-: Yo creo que solo intenta crecer un poco más.

-: Yo solía pensar que solo quería ser fuerte, pero cada vez que hace algo arriesgado, termina siendo solo un juego… No sé como le pillas cuando miente o dice la verdad.

Makuro rasca su cabeza confundido, Guez sonríe y se adelanta en llegar a una sala de estar, allí se sienta en un sillón, papel y bolígrafo en mano, y comienza a escribir algunas notas hasta que su interlocutor lo alcanza y se sienta a su lado. El primero saca un cigarrillo y lo enciende, el segundo lo mira esperando algo, pero, ante el ofrecimiento de fumar también, lo rechaza. El hombre se acomoda en el sillón, se acerca un cenicero y luego se relaja, apoyándose contra el respaldo. Tras unos instantes, con la mirada del otro clavada en él, larga una gran bocanada de humo con un penetrante olor a tabaco y se prepara a hablar nuevamente.

-: Eres actor, ¿no te avergüenza?

-: Aprendo bastante con eso y hay muchos a los que hago comprender o sonreír, ¿por qué sentir vergüenza?

El joven responde sin haber entendido, ante lo que Guez da un gran suspiro cansado y se levanta para ir a buscar algo, luego regresa con algunos refrigerios y vuelve a su posición de relax mientras Makuro come.

-: No me refiero a eso… Actúas, tu trabajo es mentir, fingir algo que no sientes y hacerlo creíble. ¿Qué no miras a los demás a los ojos?

-: Exacto. Cuando estamos actuando y estoy preparado para escuchar una mentira no miro realmente a los ojos, sería muy cruel que intentemos creer nuestras mentiras… o tal vez sea por miedo a creer que ya lo hice. Perdí mucho la costumbre de observar una mirada, de estudiar una sonrisa o examinar un tono de voz… Y sé que hubo un tiempo en que me enredé en un juego y comencé a jugarlo hasta que se volvió una realidad… pero, al menos entonces, el que engañaba mejor, ganaba. Hoy es diferente, nadie mira hacia afuera, todos están ocupados intentando perfeccionarse hacia adentro… me basta con ver eventualmente que la reacción sea la correcta… No me da vergüenza, no actúo para encontrar una verdad mucho más grande (esa la busco justamente cuando dejo de actuar), lo hago para que los demás puedan descansar en su búsqueda. Lo que no significa que necesites volver a golpearme para saber como se siente… -se detiene, Guez está observándolo muy pensativo.

-: Yo soy un gran mentiroso. Por eso lo pillo… -agrega con un guiño.

-: ¿A qué te refieres?

-: A tantas cosas –lo evade- por cierto ¿tú no eras el gemelo malvado? –Makuro hace una pausa y luego niega- de modo que solo quisiste influir en tu hermana… pero influyó sobre ti.

-: No es eso, es que después de ver sus posibilidades, después de todo, aceptó volver… y habiéndole insistido tanto, no podía dejarle sola.

-: Por lo que te convertiste en su guardián hasta el último de tus días –deduce Guez.

Makuro se encoge de hombros y sigue comiendo, al terminar se levanta y le quita el segundo cigarrillo que estaba a punto de prender, lo rompe y lo arroja sobre la mesa. El hombre alza una ceja despectivamente.

-: Un gran mentiroso –repite el joven esperando algo más.

-: Aún no me había rendido.

Guez saca el atado de cigarrillos que le es arrebatado nuevamente.

-: No… ¿A quién le mientes?

Guez se encoge de hombros y extiende la mano demandando los cigarrillos, Makuro los entrega dando un suspiro y, sin esperar respuesta, se marcha.

 

***

 

Amanece un nuevo día y Apolo se aproxima a su guardián, que aún duerme recostado en el sofá, le saca en silencio un cigarrillo y lo prende en un juego de chiquillos… Pero al probarlo tiene un amargo sabor, así que lo apaga en una copa de agua que hay sobre la mesa y permanece hipnotizado mirando cómo el líquido se tiñe con las cenizas. Luego, mira largamente a Guez hasta que este se despierta y se sobresalta por la cercanía. Apolo sonríe.

-: La luz llegó y trajo mi voz, ¿qué hay de ti?

Guez bosteza y se pasa una mano por la cara, secando sus ojos.

-: A mí aún me tiene sin cuidado el día, dime, ¿qué quieres hacer hoy?

-: ¿No tienes nada que hacer?

-: No obligatoriamente. Dime, escoge algo.

-: Bueno… sí hay algo, pero… puedes dormir más si quieres.

-: No, no te puedo dejar solo hoy, anteayer te pasaste de listo y por eso estuviste sin voz hasta ayer noche.

-: No iba a pedir eso… es que… hoy me levanté con ganas de ensayar.

El hombre mira al muchacho, que permanece con la mirada clavada en el piso, y sonríe. Luego, se levanta, junta las cosas del sillón y la mesa y permanece observando por un momento la copa donde Apolo apagó el cigarrillo; acto seguido, se retira para regresar al instante extendiéndole un desayuno a su interlocutor, que lo toma en silencio, pensativo. De pronto, esos pensamientos son interrumpidos por su propia voz, en un acto casi reflejo.

-: Oye Guez… ¿podemos correr? Haríamos un buen tiempo…

El aludido duda, sonríe y asiente. Hace rato que no le da esas oportunidades,

 

Casi llegando a destino, Guez se sobre esfuerza en la carrera, Apolo le saca unos cincuenta pasos de ventaja y, al ver que no lo sigue, se detiene.

-: ¿Eh? ¿Gané? Yo nunca gano.

Girando sorprendido hacia su contrincante, lo ve sentado en la vereda, riendo entrecortado y recuperando el aliento mientras mira el reloj en su muñeca.

-: Sí que fue un buen tiempo.

-: ¿Ah?... Te rendiste… ¿O es la edad?... Pero no puede ser para tanto… apenas tienes unos diez años más que yo ¿no es cierto?

-: Quince, …pero no es la edad, solo que cuando llevas la vida que yo llevé…

-: Lo olvidas en cuanto te dan una nueva oportunidad –lo interrumpe, acercándose.

El muchacho ayuda a recuperarse a su guardián y, dejándole recargarse sobre su hombro, siguen hasta llegar a destino. Entrando a Lupus Ánima, busca un lugar para que descanse.

-: Bien… aquí estamos… Oye, -llama su atención- se supone que tú cuides de mí. –su guardaespaldas sonríe débilmente con una mano sobre su rodilla izquierda, a la que él mira dubitativo- Tu recuerdo de guerra… no debiera premiarte después de lo ocurrido anoche, -y, suspirando, aparta la mano de Guez, poniendo la suya en su lugar y entregándole un pañuelo, a la vez que lo insta a estirar la pierna- Entonces… necesitaremos agua, un paño frío, tal vez un lugar para recostarte y que muerdas eso.

-: ¿Para qué?

La pregunta finaliza en un grito reprimido frente a la inocente sonrisa.

-: Heh.. parece que no hizo falta. Dime ¿sentiste algo?

El hombre lo observa seriamente, adolorido e incómodo, frente a la pregunta irónica.

-: …

-: Descuida, no soy gran cosa haciendo esto, así que aún no puedo curar por completo una herida de tal magnitud de forma tan simple y rápida. Aún conservarás tu recuerdo, solo eliminé algunos daños colaterales… Créeme, habrá valido la pena… alrededor de dentro de un mes…

Guez responde la sonrisa y se desploma. Apolo lo atrapa coincidentemente con la llegada de Ceo, que vuelve con Amir de  comprar un par de cosas para reabastecer la cafetería. La última, poniendo las cosas en el suelo, se apresura a ayudarlo.

-: Ohh… ¿Ese es Guez? ¿acaso está inconsciente?

-: No… es un primo que hace mucho no veía y me está dando un abrazo.

Apolo contesta con ironía. Amir, entonces, se disculpa toscamente.

-: Bueno, ya, lo siento. Pero, ¿qué le ha picado?

-: Un bichito de luz.

Entre ambos se lo llevan a una sala e estar cercana, allí recuestan a Guez y mientras Amir va a buscar algo de agua para refrescarlo, Ceo se aproxima a Apolo y lo sorprende por la espalda.

-: Oye, bichito de luz… ¿qué te han dicho de jugar a la mancha?

El aludido sonríe rascando su cabeza y se hace a un lado, dando lugar a Ceo, que se acerca a Guez y toca su frente, para examinarlo. Al finalizar suspira, se encoge e hombros, le da la espalda y se retira. (Tal parece que no está tan mal). Amir regresa con agua y un paño y se lo entrega al muchacho, luego, lo deja a solas con su guardián.

El joven contempla al hombre mientras humedece el paño, para luego secar la transpiración en aquel rostro, hablándole dulcemente.

-: Un gran mentiroso ¿eh?, pues a mi tú tampoco me engañas. Tus músculos serán de acero y tu carácter de pólvora; pero tu corazón es de nieve: moldeable, puro, aunque se presume muy frío, se derrite con el más mínimo calor y bajo el microscopio puede llegar a sorprenderte cuanta belleza guarda… Aún tienes mucho más que dar, así que, no pretendo que te rindas.

 

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