Con otro día llega una nueva jornada en Lupus Ánima y sus
integrantes se sumergen en nuevas actividades. Iang, por su lado, aún no ha
llegado, ha salido con Ceo a dar un paseo para serenarlo, la conversación con
Kisa ha logrado alterarlo y no ha sido capaz de dormir en toda la noche.
-: ¿Estás seguro que estás bien? –inquiere Iang
preocupado-. No has dormido.
-: No es que me afecte… Solo lo hago por ti.
-: Lamento no haber podido llegar antes.
-: Es tu trabajo.
Iang suspira esbozando una media sonrisa.
-: ¿Sigues enfadado con Kisa?, ¿o es conmigo?
-: No es enfado, es preocupación.
El tono de Ceo se mantiene sereno y cansado. Aunque, sus
ojos parecen no decir lo mismo.
-: ¿Bromeas? Tienes los ojos de Ares… No le hará bien a tu
esencia…
Sosteniendo su cabeza, el guardián exhala una queja.
-: ¡Agh, es tan testaruda!
Y esta vez es Iang quien habla más calmado.
-: Solo necesita tiempo.
-: ¿Cuánto más?
-: El necesario.
Mientras, Apolo decidió hacer una nueva incursión en la
empresa en busca de su hermano, pero una serie de eventos alterará sus planes.
-: Hola –saluda a Amir, acariciándola dulcemente-. ¿Cómo
estás hoy, niña divina?
Amir da un respingo, empujando a Apolo de inmediato. Al
verlos, Tamir intercede.
-: Ya, ya, toma un poco de distancia, sabes que se lo toma
muy a pecho. –Apolo se retira un paso.- Así está mejor. ¿Cómo estás hoy?
-: Perfectamente. Oye, tú como que deberías estar en casa,
¿no?
El aludido niega.
-: Aly dijo que todo está bien. Ah… Por cierto, me dijo
que les de estos a ti y a Van. –Recuerda, sacando del bolsillo de su campera un
pañuelo.
Apolo observa y frunce el ceño, Tamir abre entonces el
pañuelo, dejando al descubierto dos finos diamantes en forma de lágrimas.
Por un momento, todos permanecen mirando las delicadas
piezas relucientes. Luego, Apolo toma la mano de Amir y la lleva al pañuelo,
cerrándolo.
-: Bien… tráelos –indica dirigiéndose donde Van.
Al llegar, encuentran también allí a Kisa. Aker no parece
estar cerca; ha salido tan solo un momento antes de la llegada de Apolo a la
empresa.
Amir y Tamir van retirándose luego de dejar sobre una mesa
de centro el pañuelo. Kisa ha quedado en medio y, antes de que Amir la lleve
consigo, Apolo la interrumpe.
-: Diez minutos –dice poniendo una mano sobre el hombro de
Amir-. Dile eso a tu novio.
Kisa y Apolo quedan a solas, él apaga y desconecta todos
los aparatos eléctricos y le ofrece amablemente asiento.
-: ¿Diez minutos para qué? –inquiere ella antes de
sentarse.
-: Para enseñarte una lección, pequeña incrédula.
-: ¿A qué viene eso?
-: A que hay un momento para cada cosa y ahora me toca
enseñarte una de tantas. –Kisa lo mira confundida.- Mmm… confusión, me encanta
esa expresión –observa con agrado-. Ahora dime… ¿Qué te confunde? ¿te interesa
lo que hay en el pañuelo de seda? –Él sonríe mientras ella asiente.- Son
diamantes… Vamos, pregunta sin miedo, te quedan siete minutos –agrega, mirando
su reloj-.
-: ¿Por qué negro? –Alude Kisa al pañuelo.
-: Para equilibrar. ¿Y…?
-: ¿Por qué me cuentas de los diamantes y sin embargo
pretendías quedarte con Van como si fuese un secreto?
-: Porque el secreto es lo que vamos a hacer con Van y con
esos diamantes.
Viéndolo tan entretenido en su juego, Kisa decide seguirle
la corriente.
-: Nos los vamos a comer –contesta con una sonrisa
inmensa, abriendo sus ojos de par en par-.
-: Vamos, de veras.
-: Los vamos a comer.
La reafirmación de Apolo la desconcierta, se siente burlada;
sin embargo, él nunca habló más en serio. Dispuesta a marcharse se pone en pie.
-: Te regalo cinco de los diez minutos.
-: ¿Quisieras verlo?
Kisa da la vuelta y se cruza de brazos, esperando que
Apolo termine la broma riéndose de ella. Pero, en lugar de ello, él la lleva
nuevamente al lugar donde estaba sentada y luego se dirige a abrir la puerta.
Tras hacer una seña para Van, este entra y él cierra otra vez la puerta.
-: Siéntate, por favor –indica Apolo a Kisa-. Esto sí
tomará su tiempo.
En cuanto las palabras abandonaron los labios del
muchacho, Kisa se sentó sin saber como reaccionar.
Apolo y Van se pararon uno frente al otro sin mirarse,
luego, se dirigieron a la mesa completamente coordinados. Como si fuesen un
espejo el uno del otro, llevaron sus manos al pañuelo tomándolo al mismo
tiempo, lo abrieron mientras recitaban una oración en sus respectivos idiomas,
en una especie de trance, y tras poner en sus bocas un diamante cada uno, la
habitación quedó en tinieblas. Sus gargantas temblaron cediéndoles el paso a
las joyas y deteniéndose un instante nuevamente frente a frente, sus miradas
escudriñaron la profundidad de sus almas. Entonces, ambos comenzaron lentamente
a cambiar.
Primero sus ojos se iluminaron, luego sus estómagos, y a
continuación, una hilera de diversos focos cubrió todo el tronco del cuerpo de
los jóvenes, hasta elevarse unos centímetros por sobre sus cabezas; hacia
donde, inmediata y mecánicamente, ascendieron sus miradas. Dos serpientes, una
de cada vientre, se entrelazaron creando un cegador estallido dorado, que luego
se convirtió en una luz cegadora. Kisa ya no pudo ver ni oír nada más, sabía
que ellos habían cambiado pero no logró distinguir sus apariencias. Solo, tras
un denso velo, notó que dos siluetas parecían mover sus labios, inaudibles. En
cuanto, conducida por la intriga, intentó acercarse, sintió una venda delante
de sus ojos y nuevamente algo la cegó, llevándose también el resto de sus
sentidos.
Ceo atrapó a Kisa a mitad de su caída, sus manos habían
servido para causarle un desmayo. Dispuesto a encontrar a los responsables de
la ceremonia en curso, pidió a Makuro que entre. Al instante todo se quedó en
sombras y los únicos cuerpos dotados de brillo, fueron ubicados.
Aker y Guez entraron mientras Ceo depositaba a Kisa en brazos
de Iang. Los involucrados permanecieron en la habitación hasta que Van y Apolo
finalizaron.
En cuanto todo terminó los diamantes aparecieron en las
frentes de sus portadores, haciéndose polvo al instante; e inmediatamente, los
dos muchachos se desvanecieron. A continuación, sus respectivos guardianes los
atraparon llevándolos a diferentes habitaciones para que descansen.
***
Kisa despertó al cuidado de Iang; Tamir y Amir estaban
también allí, observando su reacción. Todo había parecido un sueño, creyó
haberse desmayado a mitad de la actuación. Las cosas que vio eran tan
irracionales para su modo de pensar, que le resultó incongruente tomarlas como
parte de una realidad.
-: ¿Cómo estás? –pegunta Iang-.
-: Relajada –contesta, ante su sorpresa, Kisa-.
Pese a su enfado, pronto Iang sonríe; aquello es resultado
del toque e Ceo.
Tamir y Amir se arriman a Kisa.
-: ¿Recuerdas algo en particular? ¿Tienes algo que contar?
–preguntan ambos hermanos al unísono.
Kisa los mira estupefacta sin saber de que hablan.
-: Está en shock –observa Tamir mirando a Amir-.
-: En shock sin duda –asiente Amir mirando a Tamir-.
A punto de volver a hablar, Iang les impera silencio con
tan solo un gesto y se retira. De salida, se encuentra con Lucero y, sin mediar
palabra, la arrastra consigo al pasillo, tomándola del brazo.
-: Oye tío, suéltame. –Se queja Lucero.- ¿Qué hay con esa
forma tan antipática?
Con tono de pocos amigos, Iang se dispone a interrogarla.
-: ¿Qué haces aquí?
-: Orí –Saluda Lucero.
Tras un gesto, molesto, responde el saludo.
-: Hola, ¿qué haces aquí y jugando a la gitana? –Alude al
saludo y a las ropas que viste Lucero.
-: Pues, juego a la gitana. ¿Quieres que te lea tu suerte?
Lucero toma la mano de Iang, quien la quita bruscamente y
vuelve a insistir desconfiado.
-: Tú nunca vienes por acá.
-: Sentí un perfume conocido… -Iang permanece en silencio,
esperando que continúe. Ella sonríe con astucia.- Juguemos un poco, un ciclo de
tres como siempre… debe ser justo para alguien como tú, al que nada se le
escapa.
Iang le señala una dirección a Lucero, para que lo
acompañe a otra sala.
-: Bien, empecemos. –Pide tomando asiento.
Lucero asiente.
-: Contesta seguro, preciso y concreto. Es un juego de
señales, la guía de los animales, el instinto no se precia, voy a usarlo a mi
modo. Tú puedes usar la razón si no confías del todo… ¿Qué me puedes decir del
Blödhren?
“Con que eso era” piensa Iang. Como de costumbre, Lucero
utiliza sus juegos para recabar datos; de hecho rara vez da una oportunidad de
la que no se beneficie. Ella fue prohibida de esa ceremonia llamada Blödhren
por haber roto una regla de oro al arrastrar a su hermano al lado oscuro, pero
pretende servirse de los conocimientos de Iang para saber más de ella; aún
cuando, técnicamente, no puede llevarla a cabo.
Iang respira profundamente, librando su mente de
pensamientos.
-: Comenzando por que: no tendrás posibilidad de llevarla
a cabo, ni siquiera torciendo sus leyes. El Blödhren es la ceremonia del
“juramento de sangre” que usan los oscuros para asentar su destino y su fuerza.
Cuando un
niño nace, toma desde un minuto hasta quince años en adquirir su esencia
definitiva, su gemelo será su opuesto, sin excepción. Pero, ya que puede surgir
un índice de neutralidad, se espera hasta los dieciséis años para no cometer
errores.
Aunque, supongo que lo que más te interesa es que Van ha
rechazado participar en dicha ceremonia. –Lucero está a punto de hablar, pero
Iang continúa.- Existe lo que se llama posibilidad de rechazo, Van la usó. Pero
eso no te dará una oportunidad, tal ley no contempla el perdón a los castigos
capitales y de todos modos tú misma desequilibraste hace años la balanza; así
es que no hay vacante.
Ya sea
desde una simple abstención de hecho, hasta una palabra, puede usarse para la
mencionada ocasión.
Lucero luce algo incómoda, Iang conoce sus intenciones.
-: Pero tarde o temprano, oscuros serán oscuros y
luminosos, luminosos, sin importar si esas cadenas son atadas… ¿o no?
-: No, si bien hay hasta 3 oportunidades de reivindicación,
el rechazo definitivo de esas ataduras dan un horizonte más amplio, desde
permanecer neutro…, hasta invertir la condición…, como Makuro lo hizo. –Observa
Iang, intentando perturbar a Lucero.- Solo que, en el último caso, pueden
arriesgarse a sufrir en eterna agonía por la aversión entre opuestos.
En fin, terminemos con esto rápido. –Se apresura Iang, con
cierta antipatía.- ¿Qué te trae por aquí?
-: El perfume de… -Iang la mira severamente. Lucero
inspira profundo y se corrige.- Febo… Es que, hace un momento sentí que lo que
iluminaba nuestros sueños por las noches no era un ángel. ¿Por qué será?
Iang sonríe perdido en sus pensamientos.
-: No sabía que soñaban –arremete con ironía. De pronto se
espabila y continúa sin dar tiempo a responder a Lucero- ¿Qué tiene que ver con
eso…?
-: Está en medio de dos puntos, -Iang espera que continúe,
pero ella contesta de forma inesperada.- Solo sé lo que percibo, lo que siento.
Averigua lo que estaban haciendo cuando Makuro corrió hasta acá y reunirás las
piezas del rompecabezas.
-: Sabes algo más. –Insiste Iang.
-: Sí, que no debería de estar aquí. Por algo se me
prohíbe acercarme a esos dos… supongo que Makuro se enfadará…
-: Trata de rebuscar menos y todo saldrá bien… Vamos.
–Continúa, levantándose, para acompañarla hasta la salida.
Volviendo a entrar a la empresa, Iang tropieza con Ceo y
Makuro, que esperan fuera de las oficinas donde Van, Aker, Apolo y Guez, están.
-: ¿Cómo sigue eso?
-: Lo superaron rápido -contesta Makuro-. Pero, Aker y
Guez llevan horas tratando de sacarles de mentira a verdad.
-: Y ya hace unos quince minutos que cambiaron roles
–comenta Ceo-. Apolo y Aker, Van y Guez, no sé cómo termine… Aker no parecía
muy contento tampoco con el cambio…
-: ¿Cómo es que siquiera empezó?
-: Según escuché –dice Makuro-. Tamir sabe su origen, pero
aún no entieno de quien fue la brillante idea de tener espectadores.
Iang mira hacia donde están siendo interrogados Apolo y
Van, luego, se encoge de hombros, da la vuelta y se dirige donde Tamir. De
pronto se detiene, ante la pregunta de Ceo.
-: ¿Qué hay con Kisa?
-: Está bien, pero al parecer no recuerda mucho. O, al
menos, no cree en lo que vio; no ha hecho comentario alguno… Pero me preocupa
que alguien haya estado influenciando en su modo de pensar. –Agrega, mirando a
Ceo.- Forzarla podría conducir al desastre.
-: Ya. –Se defiende Ceo- No me mires así, pedí tu
consentimiento y… Yo solo aporte un poquitito. –Señala con gesto minúsculo.-
Recuerda que el incrédulo cree cuando lo increíble se posa en sus ojos.
-: O lo asume como un sueño, a menos que se le hayan dado
pruebas de estar despierto. –Opina Iang.
-: Bueno… Yo también soy algo culpable… -Defiende Makuro a
Ceo.- …Después de todo, aquella vez que se perdió… cuando se encontró por
segunda vez con Febo… -Iang lo mira desafiante.- Bueno… ya sabes que aquí estoy
como algo bloqueado… y… yo no sabía que estaba allí al principio o que no debía
mostrarle… tú sabes…
-: Esa noche también fue Apolo quien susurró al oído de
Van y por eso él utilizó mi voz para impedir que Ceo hable de más ¿verdad?
–Deduce Iang, molesto.- Aunque no me explico el por qué del cambio…
-: No, eso es imposible -lo corrige Makuro, incómodo- …por
eso… yo llevé el mensaje. –Deja escapar entre susurros.
Iang, en una fuerte y rápida exhalación, se sacude la
bronca con un puñetazo dirigido a Makuro y se retira. No sin antes terminar la
conversación.
-: La próxima vez cuéntame los detalles antes de que me
encabrone con alguien…
***
Dentro de la habitación donde se encuentran Apolo y Aker,
este último permanece sentado, pensativo, tamborileando con una lapicera sobre
una de sus piernas. Reclinado hacia adelante, con la cabeza apoyada sobre su
mano libre, continúa así hasta que, de pronto, uno de los impactos hace rebotar
la lapicera que, escapando de sus manos, cae al piso.
-: Fuiste tú –dice incriminándolo, Aker, al instante-.
-: Eso no servirá conmigo. –Sonríe Apolo, interrumpiéndolo
en tono inocente.- Apuesto a que Guez utilizará el mismo truco.
-: No. –Niega Aker.- Van me lo dijo, realmente lo hizo.
-Prosigue recogiendo el bolígrafo del suelo.- Incluso antes de tu llegada,…
sintió que hoy era uno de esos días. La pregunta es ¿por qué callar?
-: No lo creo, no es la pregunta correcta… después de todo
Kisa es Kisa y Van es Van… -comenta desinteresadamente-. Bueno, -se levanta,
dirigiéndose a la puerta- tengo hambre… me voy.
Apolo sale al pasillo seguido por Aker, que intenta
detenerlo, al mismo instante que, de la sala contigua, Guez sale expulsado por
la puerta; su trayectoria sigue hasta chocar contra la pared. Mientras el último
se reincorpora animado, Aker, alarmado, va en busca de Van.
-: ¡Dos de tres! –exclama Guez.
Van sale de la sala en dirección a Guez, con rostro
sombrío. Al llegar a él, le palmea la espalda y sigue su camino. Aker corre
tras él. Ya fuera de la empresa, logra alcanzarlo y subirse de un salto a la
motocicleta de Tamir, en la que el joven está arrancando.
-: ¿Qué tanto hacían allí dentro? –pregunta Apolo a Guez-.
-: No entiendo mucho a ese muchacho, por eso me lleva
ventaja cuando quiere callar. Así que comenzamos jugando unas pulseadas y luego
ver quien tumbaba a quien… -comenta mientras abre y cierra las manos, como para
relajarlas. Su gesto es el de un niño divertido.- Creo que ganó… -agrega
sonriendo-.
-: ¿Por qué sigues huyendo como si te fuera a herir decir
las cosas? –inquiere Aker. Como única respuesta, Van acelera.
-: ¿Pasa algo? –inquiere Tamir al terminar de oír el
relato del “sueño” de Kisa-. Te ves pálida.
En ese preciso instante Iang regresa. Mientras está
entrando, logra ver en Kisa la duda.
-: ¿Hay algo más que quieras contar?
-: Sí, hay algo –contesta la muchacha llevando una mano a
su pecho-. Pero me preocupa algo…
-: ¿Qué?
De nuevo donde Guez y Apolo están, junto a Makuro y Ceo,
Guez es quien pregunta esta vez.
-: ¿Por qué lo hiciste? –Apolo lo mira simulando
ignorancia.- Sé lo que hiciste, no sé por qué.
-: Fue por algo especial –contesta Apolo-.
-: Tuvo que serlo mucho. –Lo reprende Makuro, Apolo lo
mira con rostro serio.
Preocupado, Ceo aporta su punto de vista.
-: Cuando entré estaba perdida y temerosa, como la primera
vez que con Iang la vimos.
-: ¿Qué es lo que pensaban que haría? –pregunta Makuro-.
Aker , sujetado fuertemente a la motocicleta, continúa
preguntando, insistiendo, mientras Van sigue aumentando la velocidad. Ya han
recorrido un buen tramo.
-: Baja un poco la velocidad, Van ¡detente! –Se precipita
Aker.
“No es eso”. Un agudo dolor lo domina, la voz de Van entró
en su cabeza. “Hay algo más”. A punto de soltarse, reacciona y se aferra al
muchacho.
-: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? –El dolor es demasiado
intenso, un grito provoca que Van desvíe el curso.- ¡Maldición! –Pero pronto
alcanza a estabilizarlo.- ¿Por qué sacrificas tanto para que se acerque a esa
verdad, sabiendo que podría ser en vano?
“Aún no”, “aún no” repite Van una y otra vez en su cabeza.
-: ¿Qué pensabas que iba ella a hacer?
El joven frena de improvisto y gira mirándolo. La
adrenalina de Aker se vierte en los ojos de su protegido y vuelve como una ola
dispuesta a arrastrarlo. Ambos respiran de forma agitada.
A la vez, cada uno en su correspondiente lugar, Van, Apolo
y Kisa, responden con una sencilla palabra.
-: Creer.