-: No debe ser correcto que una muchacha tan bonita ande
reemplazando su trabajo por horas de sueño, porque dará una mala imagen.
–Susurra Aker al oído de Kisa para molestarla.
“No está dormida” indica Van entre señas, Aker lo mira
confundido, el primero señala su oído (escucha), a Kisa (su) y luego mueve su
mano a la altura del pecho (respiración). El aludido agudiza el oído.
Entrando a la oficina, Tamir interrumpe la situación.
-: En efecto, no creo que esté durmiendo, porque ella no
es de usar esos cuando lo hace. -Apunta a sus auriculares. Y con gran certeza
agrega- Está protestando.
-: ¿Protestando?
Tamir asiente.
-: Verás, anduvo muy interesada en ciertas cosas…
De pronto, Kisa se levanta y se dirige a la puerta,
pasando junto a Tamir con indiferencia; él intenta detenerla, pero ella mira la
mano que sostiene su brazo de reojo y la suelta.
Respuestas, muchas personas buscan respuestas, todos las
buscan, Kisa es una más. Aunque al principio no haya querido aceptarlo, cada
vez está más llena de preguntas, pero, a veces, las respuestas necesitan un
margen de consideración; no existen para quien no cree que existan, ni tampoco
para aquel que las considera absurdas. Por lo que Kisa se privó de ellas hasta
que pueda respoderse a sí misma qué es lo que quiere escuchar.
Llegando a planta baja, la muchacha titubea… Iang pidió
que nadie se acerque a la sala donde están Guez y Febo… respirando profundo, se
dirigió a la salida, de todos modos es indiferente a la idea de preguntarles
algo, cuando menos a Guez… Su concepción de las cosas le resultan un tanto
incongruentes. Y los labios que consideraría escuchar en ese instante, tampoco
sabe si le dirían algo de lo que quiera escuchar.
Luego de caminar un rato, llega a una especie de
plazoleta. Allí, una mujer permanece sentada en uno de los bancos; al acercarse
más, parece reconocerla. Cuando Kisa llega por detrás suyo, Lucero la saluda de
una forma peculiar, provocando que se congele al instante.
-: Te estuve esperando.
-: ¿Esperándome?
-: Hay cosas que quieres saber. Hay cosas que no se te
quieren contar… porque hay otras que deberías considerar… Tú decides –voltea a
mirarla- ¿quisieras escuchar alguna “mentira” de mis labios?... Mírate,
relájate, puedes sentarte.
-: No esperaba que tú estuvieses aquí.
-: Comprendo, pero Makuro es algo limitado para estas
cosas… -adivina-. Pareces descontenta… Ya sé, haremos un trato, te contestaré
las prmeras tres cosas que quieras saber, si puedes responderme algo a mí.
Comenzando por: ¿en qué crees más… vida o muerte?
-: Como existir, ambas existen.
-: Una respuesta bastante simple. Reconsideraré mis
respuestas si contestas bien esto ¿alguna vez has odiado?
Dándole la espalda algo molesta, la joven comienza a retirarse.
No entiende lo que Lucero busca y duda
de que ella lo sepa siquiera. La mujer sonríe y se pone de pie, preparada a
acercarse a Kisa, quien la detiene.
-: ¡Siéntate!
Lucero responde serenamente, en un tono suave, pero lo
suficiente fuerte como para ser oída.
-: No hay donde regresar, aquellos que consideraste amigos
no te dieron respuestas. Tampoco tú las encuentras… –Kisa sigue
caminando.- Ah… y por cierto, te
mintieron, no creo que puedas ser tan fuerte como para apañártelas sola para
enfrentar una respuesta de la magnitud de tus preguntas… Tal vez Ceo tenga
razón… –Confundida, la muchacha se detiene y mira de pronto a Lucero- …no
debería haberte traído aquí. Aunque te agradezco que lo arrastres a tu
confusión.
-: ¡Oye! ¡Él te ama! ¡¿Qué no te da vergüenza hablar a sus
espaldas para ponerme en su contra?!
Las palabras salen de sus labios teñidas de rencor, para
deleite de Lucero.
-: Mmm… sí, definitivamente has odiado. Puesto que me has contestado
tan abiertamente, yo haré lo mismo… Estoy orgullosa de mi forma de actuar, que
él me ame o no ya es otro asunto.
-: ¿Tú no lo amas? –regresa a su confusión.
-: Yo lo odio. Quien lo quiere es Makuro, más que a un
hermano, incluso reemplazó al suyo… Ahora, dime cuál es esa pregunta.
La joven dirigió una severa mirada a aquella enfrente
suyo.
-: Tú…
-: Wow… Me gustan esos ojos. Dime…
-: Adivina qué le habría hecho a alguien como tú hace
cuatro años… -la interrumpió.
-: ¡Oh… que divertido! Como premio por tu carácter te daré
un dato que puede servirte: Ceo no puede amarme.
Kisa queda atónita, Lucero comienza a reír.
Pronto aparece Makuro, reprendiendo a Lucero y antes de
que de la boca de Kisa escapen las palabras, la mujer habla.
-: Makuro es mi guardián y yo su responsabilidad. Adiós
Kisa, fue un placer robarte un par de datos… Ahora debo irme.
Ambos se retiran sin derecho a réplica. Kisa, por su
parte, no puede dejar de escuchar en su cabeza las palabras de Lucero.
***
De regreso a Lupus Ánima,
Aker sigue a Tamir, que se dirige a la salida, intrigado.
-: ¿Qué hay con Kisa?
-: ¿Con Kisa?
-: Sí. ¿Qué sabes acerca de lo que mencionaste en la
oficina?
-: Ahh… ¡¿Eso?! Es que al parecer oyó hablar a Van… aunque
ignoro si lo vio…
Aker hace una mueca, algo inquieto
-: Lo sé.
-: Bueno, ella está…
-: Buscando respuestas.
-: Sí, pero con ella no creo que sea tan sencillo. Además,
también está la deuda sobre la promesa de una historia… -agrega Tamir con
intención- creo que alguien, en particular, consideró mencionar la existencia
de una “Leyenda de Lupus Ánima” –El aludido sonríe incómodo, descubierto.- Y
hasta sus propias creencias le impiden avanzar… Está algo fastidiosa, enojada…
-Hace una pausa contemplando a su interlocutor.- Quisieras contarle todo,
¿verdad?
Aker suspira cansado y da la vuelta volviendo hacia la
empresa en dirección a la sala en donde Apolo y Guez descansan.
-: Tomaré un descanso.
-: ¡Espera!
Tamir lo detiene poniendo una mano en su hombro, obteniendo
por respuesta una mirada de desconfianza como preludio a una pregunta.
-: ¿Qué hay allí?
Frente a sus ojos, la puerta de la mencionada sala se abre
y sale Guez, que examina al otro guardián de arriba abajo y se aproxima
rengueando. Aker observa petrificado mientras pasa por su lado, indiferente.
Cuando logra reaccionar camina unos pasos más hacia la sala de donde, esta vez,
se asoma Apolo y, sin siquiera detenerse a mirarlo, pasa por su lado con una
advertencia.
-: No molestes a Van.
Apolo lo mira con desdén.
-: Descuida…
Tamir queda atrapado en medio de esa brisa de hielo algo
incómodo y tan pronto esos tres se dispersan retoma su intención y se escapa a
dar una vuelta.
En la oficina de Iang, Ceo y él juegan naipes mientras
conversan.
-: A… Aker piensa lo mismo –dice Ceo bajando una nueva
carta- y Tamir está dudando.
-: Tamir es responsable, se mantendrá neutro. –contesta
Iang, sereno.
-: Amir es algo revoltosa…
-: Van sabrá contenerla, incluso Makuro está al margen…
Iang baja otra carta, el juego continúa sin detenerse ni
por un instante.
-: Mmm… y aún así te preocupa Lucero –adivina Ceo-. Pero
creo que sería un ingrediente extra perfecto… -Ceo extiende una mano tocando
las cartas de la mesa y juega.- Llévate el pozo –sonríe pícaro.
-: No lo creo –dice Iang. Su compañero vuelve a tocar las
cartas.- No me refiero a eso… No creo que Lucero juegue bien su papel… no cree
en el intercambio justo, así que no le dirá…
Ceo ríe.
-: Kisa es inocente y no lo es, ella obtendrá algo de
seguro. Lucero descuida los detalles mínimos y eso le significa grandes
problemas.
-: ¿Detalles mínimos?
-: En su mundo se llaman insignificantes, …como el que te
acabas de saltar tú –señala soltando la última carta y mostrando las manos
desnudas-. Kisa tendrá preguntas también esta noche –agrega levantándose-. ¿Me
permites responder alguna ya?
Iang mira sus manos por un momento y luego junta las
cartas pensativo.
-: Así que la rueda empezó a girar…
-: ¿Qué dices? Nunca se detuvo.
Iang sonríe y se levanta. Y atrayendo hacia sí a su
compañero, con una mano en su espalda baja, susurra algo a su oído. Tras ello,
ambos salen por la puerta.
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