En el refugio Martín caminaba pensando en su hermano, pronto tropezó con algo…
-: ¿Qué es esto? –se preguntó. Agachándose, algo alcanzó a tocar, a sentir y tras pararse gritó- ¡Don Esteban! ¡Alguien llame al Dr. Esteban!
En su reemplazo Lina fue quien llegó y aturdió a Martín con su sobresalto.
-: ¿Pero qué es esto Martín? ¿Lo has preparado para darme un susto?
Martín respondió profundamente preocupado:
-: ¿Crees que es esto broma niña? Vamos, ayúdame a cargarlos –pidió.
Lina observó horrorizada por un rato.
-: Claro, me pides eso tú porque no sabes lo que hay a tus narices…
-: Claro que lo sé –dijo él mientras se agachaba para levantar a Pietro y Leyenda, uno a cada lado.
-: Martín esa criatura es extraña, da miedo… ¡vamos! Dime que es broma –Sonrió nerviosa Lina.
-: Que no lo es muchacha y necesitan atención ¿Qué no ves que están heridos?... –Martín esperó la reacción de Lina que no llegó- Mira creas o no ella es esto –indicó refiriéndose a Leyenda– es un alma noble y es posible que exista.
Martín se aprontó a llevarlos para la sala de emergencia con bastante dificultad, enseguida Lina y otros dos niños se acercaron a ayudarlo, Lina observó a Martín con intriga, él sonrió.
-: Eso es algo de extrañar –dijo Martín…
Al llegar a la sala, Martín, Lina y Esteban se quedaron solos con Pietro y Leyenda. Joaquín llegó al refugio orientado por aquella huella y al saber de ambos heridos se acercó a la sala, percatándose de las respectivas marcas, el doctor Esteban lo miró.
-: ¿qué hay con esa cara? –Preguntó.
-: Es que vine con una incógnita y me topé con dos, dígame viejo, ¿qué contenía esto? –Joaquín mostró el dije con forma de ánfora y se quedó observando las marcas.
Esteban tomó el dije.
-: ¿Quién bebió esto? –preguntó alarmado.
-: Pietro, -dijo casi sin percatarse Joaquín- no puede ser –reaccionó de pronto- ¿qué es eso…? Dígame viejo de una santa vez que pasó entre estos dos.
-: Estos dos, joven, son el Alfa y Omega del proyecto, destinados a odiarse… supongo que ya lo sabes. –Contestó, apurándose a revisar a Pietro, Esteban.
-: Y ¡¿Por qué no lo dijo en un principio?! ¡Que este desgraciado de Pietro ya la ha lastimado! –descargó contra el Dr. Su enojo tomándolo de la camisa.
Martín lo interceptó antes de que se acerque más.
-: Espera Joaquín, que este viejo nada sabía –Joaquín lo miró.
-: Es verdad –se defendió Esteban evadiéndolo- Martín fue quien lo descubrió, en realidad el muchacho había sido descartado por muerte… esa fue la única respuesta que recibí cuando pregunté qué pasaba con ellos…
-: Claro ¿y cómo quieren que crea que así lo supieron?
Martín chasqueó sus dedos y los olió.
-: Está en su sangre, mira. –Y le extendió sus manos a su hermano- se huele el vínculo…
Joaquín se acercó y olió.
-: Pues yo no lo siento…
Martín sonrió y le estrechó a su hermano la mano, luego, llevándose la mano a la nariz:
-: Algo has tocado Joaquín.
-: ¿Qué cosa? –contestó él mientras miraba a Esteban, que daba de beber agua a Pietro sin éxito.
-: Esto –respondió Martín mientras hacía oler a su hermano la mano estrechada- Esto que te quema las entrañas cuando lo hueles, siente.
-: Es veneno –dijo Lina oliendo.
-: ¿Veneno? –Preguntó Joaquín- ¿Te refieres a esto? –continuó, arrebatándole a Esteban el frasquito que le dio.
-: Sí, parece veneno de serpiente –contestó ella.
-: Vamos niña, si el veneno e serpiente no huele. -Retrucó Joaquín.
-: Pues nunca has olido una serpiente del refugio entonces… -dijo mientras olía el frasco.
-: Pero esto, esto es diferente –interrumpió Martín – es más fuerte…
Esteban los miró pensativo:
-: Vamos.
-: ¿Qué? –contestaron los otros tres.
-: Hay que buscar donde es, no hay cura sin veneno ni veneno sin cura. Los cuatro fueron saliendo, Joaquín quedó rezagado… se acercó a Leyenda, le acomodó sus cabellos y sintió un perfume, provenía del otro dije, el de ella, era dulce pero amargo a la vez; el muchacho sujetó el dije y lo cerró, luego, con una inclinación de cabeza se retiró.
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Capítulo 11:
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