lunes, 27 de febrero de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 9 - Parte I -La Parte de la Bendición

 

-: Cuéntame de nuevo esa historia –pide Apolo.

Guez se arrima al muchacho que descansa recostado en la cama y le ofrece una taza de té.

-: Guarda silencio, aún estás algo afónico. Y además es un poco tarde para historias.

-: “Nunca es tarde para historias, si las quieres escuchar…”

-: “Y es tan fácil el contarlas,… como si se tratase de respirar” –continúa Makuro apareciendo- Evan sin tregua, relato de un maestro…

-: Me halaga que lo recuerden, pero ya se ocultó el sol y las estrellas no brillan por hoy…

-: “La luna se ocultó tras una nube, parezco haber perdido mi orientación” –termina con un guiño cómplice.

Guez está a punto de levantarse, entonces, Apolo, en un último suspiro recuera aquella cita y la completa.

-: “Pintemos este cielo sin colores con las nuevas sensaciones que se agolpan en el pecho…”

-:Mañana contaremos más historias, el resumen terminó por hoy. –Dice, poniendo punto final.- Me quedaré con A, puedes marchar –indica a Makuro- Ve y cuida a tu Lucero, que anda desaparecida y solo te habla a ti.

-: ¿Tú crees? Pero si hoy ha estado con Ceo. Avisó que llegaría algo tarde, no lo pude evitar.

-: Esa Lucero, ¿sabe de Ceo?-El aludido asiente- En fin… -mira al otro muchacho- Oye A, no hagas locuras y duerme de veras esta vez, te veré en la mañana e iremos a caminar, ¿sí?

Apolo da un gran suspiro encogiéndose de hombros, luego asiente… el joven sale siguiendo a Guez y apaga las luces.

-: ¿Qué crees? ¿Te hará caso?

-: Eso ni yo lo sé, ese muchacho es muy revoltoso y eso que debo cuidar de él, pero a veces no logro seguirle el paso. Por eso agradezco que le tengas un ojo encima.

-: Solo es por las reglas, no es que pretenda agradarte –se defiende- incluso a veces me siento carcelero… pero no hay mucho que hacer con eso… Apolo requiere mucha vigilancia a veces…

-: Yo creo que solo intenta crecer un poco más.

-: Yo solía pensar que solo quería ser fuerte, pero cada vez que hace algo arriesgado, termina siendo solo un juego… No sé como le pillas cuando miente o dice la verdad.

Makuro rasca su cabeza confundido, Guez sonríe y se adelanta en llegar a una sala de estar, allí se sienta en un sillón, papel y bolígrafo en mano, y comienza a escribir algunas notas hasta que su interlocutor lo alcanza y se sienta a su lado. El primero saca un cigarrillo y lo enciende, el segundo lo mira esperando algo, pero, ante el ofrecimiento de fumar también, lo rechaza. El hombre se acomoda en el sillón, se acerca un cenicero y luego se relaja, apoyándose contra el respaldo. Tras unos instantes, con la mirada del otro clavada en él, larga una gran bocanada de humo con un penetrante olor a tabaco y se prepara a hablar nuevamente.

-: Eres actor, ¿no te avergüenza?

-: Aprendo bastante con eso y hay muchos a los que hago comprender o sonreír, ¿por qué sentir vergüenza?

El joven responde sin haber entendido, ante lo que Guez da un gran suspiro cansado y se levanta para ir a buscar algo, luego regresa con algunos refrigerios y vuelve a su posición de relax mientras Makuro come.

-: No me refiero a eso… Actúas, tu trabajo es mentir, fingir algo que no sientes y hacerlo creíble. ¿Qué no miras a los demás a los ojos?

-: Exacto. Cuando estamos actuando y estoy preparado para escuchar una mentira no miro realmente a los ojos, sería muy cruel que intentemos creer nuestras mentiras… o tal vez sea por miedo a creer que ya lo hice. Perdí mucho la costumbre de observar una mirada, de estudiar una sonrisa o examinar un tono de voz… Y sé que hubo un tiempo en que me enredé en un juego y comencé a jugarlo hasta que se volvió una realidad… pero, al menos entonces, el que engañaba mejor, ganaba. Hoy es diferente, nadie mira hacia afuera, todos están ocupados intentando perfeccionarse hacia adentro… me basta con ver eventualmente que la reacción sea la correcta… No me da vergüenza, no actúo para encontrar una verdad mucho más grande (esa la busco justamente cuando dejo de actuar), lo hago para que los demás puedan descansar en su búsqueda. Lo que no significa que necesites volver a golpearme para saber como se siente… -se detiene, Guez está observándolo muy pensativo.

-: Yo soy un gran mentiroso. Por eso lo pillo… -agrega con un guiño.

-: ¿A qué te refieres?

-: A tantas cosas –lo evade- por cierto ¿tú no eras el gemelo malvado? –Makuro hace una pausa y luego niega- de modo que solo quisiste influir en tu hermana… pero influyó sobre ti.

-: No es eso, es que después de ver sus posibilidades, después de todo, aceptó volver… y habiéndole insistido tanto, no podía dejarle sola.

-: Por lo que te convertiste en su guardián hasta el último de tus días –deduce Guez.

Makuro se encoge de hombros y sigue comiendo, al terminar se levanta y le quita el segundo cigarrillo que estaba a punto de prender, lo rompe y lo arroja sobre la mesa. El hombre alza una ceja despectivamente.

-: Un gran mentiroso –repite el joven esperando algo más.

-: Aún no me había rendido.

Guez saca el atado de cigarrillos que le es arrebatado nuevamente.

-: No… ¿A quién le mientes?

Guez se encoge de hombros y extiende la mano demandando los cigarrillos, Makuro los entrega dando un suspiro y, sin esperar respuesta, se marcha.

 

***

 

Amanece un nuevo día y Apolo se aproxima a su guardián, que aún duerme recostado en el sofá, le saca en silencio un cigarrillo y lo prende en un juego de chiquillos… Pero al probarlo tiene un amargo sabor, así que lo apaga en una copa de agua que hay sobre la mesa y permanece hipnotizado mirando cómo el líquido se tiñe con las cenizas. Luego, mira largamente a Guez hasta que este se despierta y se sobresalta por la cercanía. Apolo sonríe.

-: La luz llegó y trajo mi voz, ¿qué hay de ti?

Guez bosteza y se pasa una mano por la cara, secando sus ojos.

-: A mí aún me tiene sin cuidado el día, dime, ¿qué quieres hacer hoy?

-: ¿No tienes nada que hacer?

-: No obligatoriamente. Dime, escoge algo.

-: Bueno… sí hay algo, pero… puedes dormir más si quieres.

-: No, no te puedo dejar solo hoy, anteayer te pasaste de listo y por eso estuviste sin voz hasta ayer noche.

-: No iba a pedir eso… es que… hoy me levanté con ganas de ensayar.

El hombre mira al muchacho, que permanece con la mirada clavada en el piso, y sonríe. Luego, se levanta, junta las cosas del sillón y la mesa y permanece observando por un momento la copa donde Apolo apagó el cigarrillo; acto seguido, se retira para regresar al instante extendiéndole un desayuno a su interlocutor, que lo toma en silencio, pensativo. De pronto, esos pensamientos son interrumpidos por su propia voz, en un acto casi reflejo.

-: Oye Guez… ¿podemos correr? Haríamos un buen tiempo…

El aludido duda, sonríe y asiente. Hace rato que no le da esas oportunidades,

 

Casi llegando a destino, Guez se sobre esfuerza en la carrera, Apolo le saca unos cincuenta pasos de ventaja y, al ver que no lo sigue, se detiene.

-: ¿Eh? ¿Gané? Yo nunca gano.

Girando sorprendido hacia su contrincante, lo ve sentado en la vereda, riendo entrecortado y recuperando el aliento mientras mira el reloj en su muñeca.

-: Sí que fue un buen tiempo.

-: ¿Ah?... Te rendiste… ¿O es la edad?... Pero no puede ser para tanto… apenas tienes unos diez años más que yo ¿no es cierto?

-: Quince, …pero no es la edad, solo que cuando llevas la vida que yo llevé…

-: Lo olvidas en cuanto te dan una nueva oportunidad –lo interrumpe, acercándose.

El muchacho ayuda a recuperarse a su guardián y, dejándole recargarse sobre su hombro, siguen hasta llegar a destino. Entrando a Lupus Ánima, busca un lugar para que descanse.

-: Bien… aquí estamos… Oye, -llama su atención- se supone que tú cuides de mí. –su guardaespaldas sonríe débilmente con una mano sobre su rodilla izquierda, a la que él mira dubitativo- Tu recuerdo de guerra… no debiera premiarte después de lo ocurrido anoche, -y, suspirando, aparta la mano de Guez, poniendo la suya en su lugar y entregándole un pañuelo, a la vez que lo insta a estirar la pierna- Entonces… necesitaremos agua, un paño frío, tal vez un lugar para recostarte y que muerdas eso.

-: ¿Para qué?

La pregunta finaliza en un grito reprimido frente a la inocente sonrisa.

-: Heh.. parece que no hizo falta. Dime ¿sentiste algo?

El hombre lo observa seriamente, adolorido e incómodo, frente a la pregunta irónica.

-: …

-: Descuida, no soy gran cosa haciendo esto, así que aún no puedo curar por completo una herida de tal magnitud de forma tan simple y rápida. Aún conservarás tu recuerdo, solo eliminé algunos daños colaterales… Créeme, habrá valido la pena… alrededor de dentro de un mes…

Guez responde la sonrisa y se desploma. Apolo lo atrapa coincidentemente con la llegada de Ceo, que vuelve con Amir de  comprar un par de cosas para reabastecer la cafetería. La última, poniendo las cosas en el suelo, se apresura a ayudarlo.

-: Ohh… ¿Ese es Guez? ¿acaso está inconsciente?

-: No… es un primo que hace mucho no veía y me está dando un abrazo.

Apolo contesta con ironía. Amir, entonces, se disculpa toscamente.

-: Bueno, ya, lo siento. Pero, ¿qué le ha picado?

-: Un bichito de luz.

Entre ambos se lo llevan a una sala e estar cercana, allí recuestan a Guez y mientras Amir va a buscar algo de agua para refrescarlo, Ceo se aproxima a Apolo y lo sorprende por la espalda.

-: Oye, bichito de luz… ¿qué te han dicho de jugar a la mancha?

El aludido sonríe rascando su cabeza y se hace a un lado, dando lugar a Ceo, que se acerca a Guez y toca su frente, para examinarlo. Al finalizar suspira, se encoge e hombros, le da la espalda y se retira. (Tal parece que no está tan mal). Amir regresa con agua y un paño y se lo entrega al muchacho, luego, lo deja a solas con su guardián.

El joven contempla al hombre mientras humedece el paño, para luego secar la transpiración en aquel rostro, hablándole dulcemente.

-: Un gran mentiroso ¿eh?, pues a mi tú tampoco me engañas. Tus músculos serán de acero y tu carácter de pólvora; pero tu corazón es de nieve: moldeable, puro, aunque se presume muy frío, se derrite con el más mínimo calor y bajo el microscopio puede llegar a sorprenderte cuanta belleza guarda… Aún tienes mucho más que dar, así que, no pretendo que te rindas.

 

lunes, 20 de febrero de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 8 - Una palabra, dos significados


    Desde los tiempos más remotos, los seres se valieron de dualidades para definir ciertas cosas que existían, ya sea para diferenciarlas, clasificarlas o contrastarlas. A decir verdad, solo buscaban o seguían el concepto de equilibrio, “sin él nada existiría”. El miedo a esa nulidad les hacía buscar una y otra vez, les hacía velar por la existencia de dos extremos y, según se creía, ese miedo hacía afianzar la esperanza. Pero más allá de todo extremo, más allá de blanco y negro, día o noche, luz u oscuridad, ..., no supieron ver que había algo más fuera del alcance de su vista, o tal vez tan cerca como delante de sus narices, justo entre ambos extremos. Por un tiempo, al percatarse de ese “punto medio” todos creyeron que la respuesta era un matiz de gris, atado a la posibilidad de ser más claro u obscuro según el criterio. Pensaron que el escape era la tarde o el mediodía, sin percatarse –o tal vez sí- de que según la estación estaría más o menos iluminado, devolviéndolos a ese “equilibrio” para respirar en paz. Incluso se llegó a decir que era el ser humano aquel que, privilegiado o no, tenía una mezcla de fuerzas que debía purificar o que podía llegar a perderse en el sendero oscuro (De hecho, tal vez, esta última fuere de las más acertadas).

    La lucha de conceptos entre los puntos medios dio dos pasos atrás y los opuestos regresaron a disputarse el poder de todo nuevamente, ya que, cualquiera que alcanzace un punto medio, debía elegir uno de los dos caminos, de los cuales solo uno sería el correcto. Así nació la creencia de que: a lo largo de la existencia hay un camino, tal vez difícil, que será el bueno, y otro que, aunque se presente muy fácil o bonito, será el malo. Todo ser es puesto frente a esa encrucijada al menos una vez en la vida y si opta a conciencia por el segundo camino, deberá ser erradicado de todo contacto con el primero; si, por otra parte, se pierde, tocará evaluar los riesgos para encaminarlo, rescatarlo o convertirlo en un ser sacrificial a cambio del sosiego del hambre de lo oscuro. Y viceversa. Equilibrio, siempre equilibrio, y mientras unos pisan tierra firme, otros aún caminan la cuerda floja.

    Con el paso del tiempo todo concepto se desgasta, se traduce, se moldea, se adapta, se renueva o se aplasta. Muchos aprovecharon eso a su favor para clasificar bien y mal y sin querer perder, apostaron a ganar y aquello rompió su preciado equilibrio. Aún así, hubo quienes se arraigaron en la cultura o en los orígenes de las cosas y rescataron una parte de la verdad.

    Lucifero es una palabra en italiano y, como tantas otras en diferentes idiomas, tiene un significado ambivalente: por su fonética puede intuirse que Lucifer es uno de sus significados, eso mismo, Lucifer, el ángel caído, que es uno de los tantos nombres que se utiliza para definir a lo que comúnmente llamamos diablo o demonio; algo malo según algunos puntos de vista. La otra definición de la mismísima palabra, es: luminoso, que emite luz o que tiene luz, lo que se alía con el concepto del bien. Veamos entonces, bajo el mismo concepto podemos estar hablando de uno u otro extremo; como de costumbre, se podría elegir el que mejor cuadre con el contexto, o tal vez no. ¿Por qué englobaríamos dos opuestos en una sola palabra? Tal vez porque esos extremos no existan y solo sean una excusa para avanzar o retroceder en nuestro itinerario de vida o, tal vez, para definir exactamente ambas cosas, como un punto de encuentro entre los dos, el límite exacto entre los extremos.

    Al margen de la creación o la evolución del ser humano, lejos e su expansión, crecimiento o asentamiento, aislados de las creencias “humanas”, pero conscientes de sus conceptos, nació un lugar inspirado en Agni Gaia; no, mejor dicho, un lugar remoto, demasiado lejos de aquella tierra como para impregnarse de su estructura, su caos o su gloria, pero con sus mismos principios. Sin embargo, compartió desde el comienzo el fin de mantener la paz o aquel “equilibrio”, aunque … a decir verdad, nunca se interesaron realmente en ello, pero, para quienes lo vieran desde fuera, así lo parecía; incluso cuando todos se percataron de que esta tierra terminó siendo totalmente antagónica a la anteriormente nombrada.

    No hubo hombres como integrantes de esa nueva “comunidad”, no hubo un juicio de bien o mal, un dominio o conquista de territorio, ni paz, ni guerra y, sobre todo, lo que menos tuvo fue un líder absoluto. Esa magnífica tierra sin nombre conocido era el hogar de los espíritus de cientos de “animales”: desde minúsculos hasta enormes, aquellos que esperaban a marchar como los que se quedarían eternamente, los más comunes y los más desconocidos, algunos famosos y algunos míticos; ellos tenían su lugar de descanso en las praderas y en las montañas y lo más espectacular era la aparición de ciertos lobos en un momento determinado. Habiendo cientos de variedades, los lobos blancos y negros eran los más extraños de ver, ya que unos solo aparecían la primera noche de luna llena y los otros solo la primera de luna nueva. Se decía que su existencia estaba atada a guardar esa cara de la luna y buscaban mutuamente en un ciclo sin fin a aquel que lo complemente sin lograr encontrarse, pero sin importar cuanto tiempo pasase, volvían a insistir, pues tenían la esperanza de que algún día, cuando la luna creciera o menguase, tal vez pudieran escaparse hasta la mitad; no fue sino hasta que la Tierra eclipso a la Luna que pudieron finalmente reunirse. Curioso ¿verdad? Tanto afán por unir ambos extremos y son los protagonistas. Pero más curioso les será que los primeros habitantes fueron conducidos hasta esa tierra por un lobo muy especial, no era blanco ni negro, era ambos y ninguno; la última huella de la mismísima loba que hubo criado a los reconocidos Rómulo y Remo, fundadores de Roma. No era un ser viviente, sino un espíritu que había nacido allí de la fusión de: el de la mencionada criatura, con otro espíritu.

    Los primeros en llegar a esa “tierra sin dueño” fueron lo que se conoce como un ángel y un demonio, quienes compartían un lazo muy fuerte… no era amor del típico prohibido que lleva a romper las reglas supremas o algo así, no, era del tipo fraternal… aunque no era fácil de admitir, por lo menos para uno de ellos dos. Eran descendientes de un ser supremo, habrían sido lo que se llamaría deidades a no ser por una pequeña particularidad… Aquel hijo único, heredero poderoso, se dividió en dos por la fuerza de la creencia en los extremos, por lo que ya no era un dios completo, y así, uno fue “luminoso” y otro oscuro o “Lucifer” (referido a Lucifer, el diablo); pero ambos compartían aún el corazón, en sentido figurado por supuesto, ello impedía que pudiesen alejarse más allá de cierto punto, y tampoco podían emular la esencia del otro, ya que, de lo contrario, sería imposible su existencia. Dos extremos que se tocan, tan aferrados inconscientemente el uno al otro, que les era imposible separarse, por lo que se tomó la decisión de enviarlos a un lugar donde no puedan ser juzgados o separados, pero donde ellos tampoco puedan aprender a juzgar, para evitar problemas. Era una vez de cada millones la que ocasionaba esa especie de ruptura, siendo más fuerte que cualquier cosa aquella creencia, cada vez más difundida, pero ya que esos individuos tenían una longevidad especial, pronto la tierra sin nombre pasó a ser poblada por varios pares de individuos; los que comenzaron a desarrollar algo así como una forma de vida y, luego de un tiempo, la relación que desarrollaron unos con otros les dieron la decisión de devenir más humanos. Dadas ciertas circunstancias especiales, los que no perecían ni sucumbían a su existencia, se convertían en guardianes; estos evitaban que otros intenten tomar o contaminar su hogar.

    La nueva ciudad se convirtió en una más, solo que por dentro era algo de gran hermosura, siempre bajo control, serena y, por supuesto con grandes y magníficos secretos. Al principio solo era un lugar de paso, pero con la llegada de la tecnología las personas comenzaron a llegar y, a cambio de la promesa de mostrarles el mundo a unos cuantos, fueron bienvenidos a quedarse a vivir allí; siempre comprometiéndose a respetar las costumbres del lugar. A medida que el tiempo siguió pasando y un vínculo más fuerte unió a los pobladores de esta ciudad entre ellos. Los niños que comenzaron a nacer fueron simplemente comunes, o gemelos opuestos.                         Eventualmente, algunos de los últimos seguían a los primeros, consiguiendo cierta templanza. Se volvió una posibilidad remota que un Lucifero aparezca, de hecho, nunca había sucedido desde que los semidioses devinieron más humanos que naciera un niño que, de entre otras cosas, de un momento a otro mostrase una apariencia diferente que la suya propia y que en realidad tuviese ambas condiciones, luz y oscuridad, totalmente separadas dentro de un solo ser. Pero, técnicamente, ello solo se daría si naciera un descendiente único, o una tríada, cosa extremadamente rara en una comunidad en que solo nacían gemelos.

    Lucifero fue la forma común para denominar a aquellos niños que, nacidos rara vez de un Lucifer con un Luminoso, combinación que era fatal, y más comúnmente de un humano nativo con uno originalmente humano, poseían una apariencia alternativa, dado que sufrían una trasformación condicionante que debían aprender a manejar y contener. Por lo general esta se manifestaba frente a un suceso traumático o trascendental, con un ojo de cada color, comúnmente uno claro y uno oscuro, y la mitad de los cabellos rubios o plateados y la otra negra, entre otras características; como por ejemplo: perder la voz cuando se acercaban a la luz algunos, a la oscuridad otros; perderla solo cuando hablaban en la lengua de su antecesor humano o, simplemente, no poder hablar sino en una lengua mágica… en cuyo caso podrían agotar fácilmente todas sus fuerzas si no estaban acostumbrados a su apariencia real, que se presentarían en cuanto hablen. Una de las curiosidades más destacables acerca de estos niños es que, pese a ser muy queridos y/o respetados por sus padres siempre fueron enviados lejos de ellos para evitar ser influenciados por los mismos (al menos hasta la mayoría de edad o hasta que su transformación suceda, dejando, entonces sí, el acercamiento a la libre voluntad del Lucifero). Quienes los rodeaban solían ignorar su condición, a excepción de algunos opuestos que no debían interferir en sus decisiones, y su cuidado estaría a cargo de alguien que el propio niño eligiera, con ciertas condiciones: “Debe estar rendido y solo, pero con fuerzas suficientes para levantarse por ti si le das la oportunidad y por sobre todo: que sea un humano que haya creído en el bien y en el mal y haya decidido seguirte”. La regla de elección era una clase de lección, ya que no había bien o mal predominante en estos niños, no había extremos porque de aproximarse a alguno arriesgarían sus vidas o dejarían de existir. La mayoría de los reclutados eran personas que ya no tenían un objetivo de vida y se les otorgaba uno nuevo para que cumplan con el resto de su tiempo de vida, otros ya escapaban o se arrepentían de sus vidas, aunque también los había caballeros en armadura que, al ser salvados, juraban lealtad ofreciendo su vida en forma de pago; así como los había muchos que enloquecían, reían incrédulos o lloraban al ver la verdadera apariencia y al hacerlo intentaban servirse de ellos o lastimarlos, incluso algunos intentaban revelar el secreto al mundo y morían a causa de cierto juramento que debían hacer antes de cerrar el trato o a manos de alguien que realmente cuidaba de ese niño.

    Cuando las cosas se presentan tempestuosas por excesiva devoción o despectivo rechazo, así como con cosas que llevan a la muerte, ya sea causa física o espiritual, por traición o fanatismo, los Luciferos son quienes sufren las consecuencias (esto incluye cualquier auxilio o condena para su guardián) por la falta cometida a la condición de mantenerse neutrales. La parte más complicada de todas reside en que se los considera más listos que los luminosos, más fuertes que los Lucifer, más longevos que ambos; con solo decidir hacerlo, podrían dominar el mundo, sencillamente nunca lo hacen debido a otro pequeño detalle: los Lucifero juegan demasiado inocentemente como para tomar una decisión de tal magnitud…

    Hay Luciferos que nacen con su identidad y otros que la develan luego de algunos años, lo que hace surgir incertidumbre, por lo que las tradiciones o juramentos se hacen a partir de la edad de dieciséis años para minimizar los riesgos, ya que de existir la presencia de pactos de sangre, estos podrían ocasionar un efecto mortal en tales individuos si dicho fluido vital proviene de alguno de los extremos: luz u oscuridad. A partir de dicha edad es que comienza oficialmente cualquier tipo de entrenamiento para prevenir daños colaterales fatales, lo que no significa que los jóvenes no tengan facultades para desarrollar su fuerza o espíritus por si mismos.

lunes, 13 de febrero de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 7 - Una parte de la “condena”

 


Ilumina el cielo un sol radiante, la luna nueva trajo consigo un buen tiempo y el día es perfecto para salir a caminar, pero, por suerte o desgracia, toca trabajar también hoy.

Como de costumbre, Iang despertó cerca de las cinco de la mañana y se dirigió a su oficina. Cerca de las seis treinta, Van y Aker llegaron y finalmente, a las siete, arribó Tamir, junto con Amir.

Ceo despertó algo tarde, salvo que Kisa le ganó esta vez. Pese a sus repetitivos intentos de hacerla levantar, ella demostró un sueño pesado… A la hora que él terminó de ducharse, ella apenas comenzaba a remolonear.

Al llegar a la empresa, la muchacha se dirige a sus actividades, mientras Ceo va en busca de Iang con la simple intención de molestarlo… pero, al llegar a su oficina, se encuentra con Tamir y Amir escuchando tras la puerta.

-: Te apuesto lo que quieras, que en tres, se arremangan –susurra Amir, aludiendo a la posibilidad de una pelea.

Tamir niega.

-: Shh, perro que ladra, no muerde.

-: Dile eso a Van…

-: Se lo diré… Pero, Aker es diferente, es más pacifista.

Amir ríe en silencio.

De pronto, la voz de Ceo sorprende a los hermanos.

-: Es un poco incorrecto escuchar tras las puertas, ¿no creen?

-: Unzur man atacallam. -Lo señala Amir, hablando para su hermano.

Tamir voltea para ver de frente al aludido, con una gran sonrisa. Él solía hacer lo mismo que Tamir y Amir hace un tiempo, así que, el “mira quien habla” de Amir, lo puso en completa evidencia.

-: ¿Quieres saber?

El aludido sonríe fríamente en lugar de contestar. Tamir se limita a tirar del brazo de su hermana, llevándola consigo.

Ya solo, frente a la oficina, Ceo se sobresalta cuando la puerta se abre y un molesto Aker sale, chocando con su hombro al intentar esquivarlo.

Al ver a Ceo, Iang lo invita a pasar amablemente.

-: A propósito… ¿estabas allí desde hace mucho? –Ceo niega- ¿Qué sabes?

-: Que los “príncipes” se escaparon. –alude a Tamir y Amir- A propósito, Aker me dio escalosfríos, ¿pasó algo?

-: No. Y dime ¿con qué idea llegaste hoy? –intenta cambiar el tema.

-: Mmmm… bueno… ¿Mordiste a Van? –insiste Ceo.

Una mirada, marcando lo absurdo de la idea, cruza los ojos de Iang.

-: ¡¿Qué?! ¿por qué preguntas eso?

-: Según lo que oí, todo indica que mordiste a Van.

-: ¿Vuelves con tus juegos? Pensé que ya te habías divertido ayer.

Esta vez, su tono es molesto, frente a un Ceo sumamente divertido; no obstante, la pregunta que este último formula, logra confundirlo.

-: Ah, pero ayer fue diferente… por cierto ¿qué mosco te picó?

-: ¿Eh? ¿qué mosco…? ¿ayer? ¿por qué lo preguntas?

-: Vor… ¡letta! –repite las palabras que su compañero dijo la noche anterior- Sonó extraño, sobre todo, porque luego no quisiste hablar conmigo y te dormiste… parecías molesto, así que no insistí.

-: Hum… Eso… No fui yo.

Ceo borra la sonrisa de su rostro.

-: Vamos, ¿todavía estás enojado? Ya te expliqué ayer que no había peligro.

-: ¿Con qué?

-: No te burles, ¿de veras…? Con explicarle a Kisa lo de las luces y sombras.

-: Con que terminaste diciéndoselo. –Reprocha Iang.

-: No, tú me detuviste… ¿recuerdas? Antes de que explique lo de “Lucifero”… que luego entré y te expliqué acerca de Kisa siendo agnóstica…

La mandíbula del mayor cae en un gesto de desesperada desesperanza, como el de un niño al que acaban de quitarle su tesoro más preciado.

-: ¿Kisa es agnóstica? Eso… eso no me lo dijo.

Tras sus palabras, Iang se levanta de su asiento y se apura a llegar a la puerta. Antes de salir, pide a Ceo que lo espere allí y sale corriendo.

 

***

 

Veinte minutos son los que Ceo lleva esperando, pero Iang parece haberse olvidado de volver. En un intento por pasar el tiempo, intenta distraerse y, sin encontrar mejor alternativa, finalmete se decide por girar en la silla de Iang, del otro lado del escritorio, hasta marearse. Mientras da vueltas, comienza a pensar… “Hoy sí que está raro, salir corriendo por lo que dije” “¿Qué habrá querido decir con <<yo no fui>> cuando le pregunté aquello”, “Está tardando…” “Mmmhh…”

-: ¡Ahhh! Estoy mareado…

Cerrando sus ojos, se detiene de espaldas al escritorio.

 

***

 

-: Ríete ahora, rompiste una regla por esto.

En la sala de trabajo, Iang pidió a Kisa que se retire y que aleje de allí a Aker, pero este último se negó, permaneciendo parado junto a la puerta, en el pasillo.

Ante el molesto discurso, Van solo atinó a encogerse de hombros entre señas. “Eso no quita que exista lo que existe” “Yo he relatado lo más relevante”

Un Iang tremendamente irritado, arremetió contra Van y, conteniéndose, se limitó a tomarlo por sus ropas.

-: Oh si, me dijiste lo más importante… dijiste que la luz secuestró a la inocencia y que la oscuridad la salvó… ¿Acaso por eso mismo la inocencia se convirtió en mentira y se escondió tras el encanto? ¿para asegurarse nuestra ingenuidad?

-: “Pero no es así, ha entendido a medias” –replica el joven, intentando detener a su interlocutor.

-: No lo hice, así fue. Y gracias a salvar lo que estaba a salvo, no solo te vestiste de mi, sino que lograste hacer sentir culpable a un espíritu puro. Esa es la otra mitad… ¿verdad?

-: “La otra mitad no es esa… sino la que residía en las creencias y los corazones de quienes solían rodear a esa niña inocente. Es la de no creer en magia, pero sí en el bien y el mal.”

Van se acerca más a Iang, mirándolo de lleno a los ojos, el último lo suelta dolido y se aleja un par de pasos, las siguientes palabras, que esgrime antes de irse, están destinadas a ser una estocada.

-: Que nos una un lazo de sangre no te da derecho a servirte de mi cuerpo. Tu pecado no quedará impune.

Aker entra en la sala, cerrando la puerta tras de sí, y ve como Van se deja caer sobre una silla, agotado. Acercándose, le ofrece un vaso de agua. Aún está molesto por no haber podido intervenir.

-: ¿Otro golpe bajo?

-: “Esta vez fue un corte…” –sus señas se pausaron en un suspiro- “No quiero que te molestes. Así como yo, ese hombre también tiene sus razones y después de todo, le debo la vida…”

 

Mientras tanto, Ceo, aún de espaldas al escritorio, fue sumiéndose poco a poco en un profundo sueño, hasta que, oyendo el accionar del picaporte, despertó. Cuando se dio vuelta, sonriendo, el hombre al que al principio confundió con Iang, cerró tras de si la puerta.

-: ¿Iang? No… tú ¿quién eres?

-: Eso debería preguntarlo yo. ¡¿Y qué mira tan sonriente?!

El tono era seco y algo antipático, mostrándose sumamente molesto ante las reacciones de Ceo.

-: Nada… ¿Sabe? En un principio pensé que era alguien más. ¿Buscaba a alguien en especial?

-: Otra vez esa postura… Le daré una vaga idea de lo que debería decirme.¡ ¿Con quién cree que vengo a hablar aquí? !

-: Mmmhh… lo siento ¿le conozco? –inquiere inocentemente, alterándolo aún más- aquí no hay nadie más que yo, …supongo… ¡Ah! Es cierto, Iang no está aquí, tampoco sé dónde esté, yo también lo espero, pero se ha tardado. Aunque, si sabía que alguien iba a venir, es posible que se esté arreglando, según sé, estaba algo desalineado… Ah, si, disculpe, tome asiento por favor.

-: ¡Ya basta! Esto es inaudito, ¡levántese de esa silla y búsquelo! –impera.

 -: No, gracias. Estoy algo aturdido, ¿sabrá usted por qué?

-: ¿Me ha visto cara de tonto? ¡Que…!

El inminente estallido se detiene de súbito frente a la presencia de Iang, que avanza hasta detrás de Ceo, apoyándose sobre el respaldo de su asiento, imponiéndose, en un tono tajante.

-: A decir verdad, no te vio la cara siquiera… Hoy no tengo el mejor humor y sabes que tus gritos penetran hasta los huesos, así que, intenta serenarte Ion.

De un momento a otro, Ceo se encuentra repitiendo an alta voz, pensativo, aquel nombre tan familiar.

-: Ion… Ioon… Ioooooooonnnnn –rasca su cabeza intentando recordar y de pronto se levanta bruscamente de la silla, golpendo, sin darse cuenta, a Iang, en el proceso .- ¡No puede ser! ¡¿Eres aquel Ion?!

Ion Dalheim es el padre biológico de Van. Con sus treinta y ocho años de edad es alto y atlético, de estructura osea maciza. Sus rasgos faciales son mas bien toscos, con cejas anchas y prominentes, en consonancia con su nariz, con las mismas cualidades; cabello totalmente negro, incluyendo, sobre todo, la barba y los bigotes, que cubren su cara desde debajo de la nariz. Apariencias de lado, incluso pese a su brusca y desinteresada personalidad, es muy prolijo y esto es en efecto, junto con sus ojos grises, algunas de las cosas que permiten relacionarlo con Iang, su hermano gemelo.

Ion no parece conocer a Ceo, pero este parece conocerlo muy bien a él.

Iang, cubriendo con una mano su nariz, insta a Ceo a sentarse nuevamente.

-: Es el mismísimo Ion, pero no te estremezcas tanto. –luego, se vuelve a dirigir a su hermano- ¿De qué quieres hablar?

-: Por lo pronto, nada frente a este payaso.

-: Bien, me pondré de espaldas.

Iang sonríe ante la ocurrencia, aunque a Ion no le parece gracioso.

Ceo está a punto de levantarse para marcharse, pero Iang lo detiene sutilmente. Ion viene en busca de una pelea, solo después de eso, tal vez, hable; es su naturaleza algo rudimentaria. El joven lo comprende con solo sentir la mano de Iang sobre su hombro. Y al presenciar la escena, Ion comprende también que su hermano no solo no quiere estar a solas con él, sino que tampoco le permitirá pasar por sobre Ceo.

-: Oiga Skölir, -se dirige a Ceo- tengo una mejor idea: usted baja y busca a mi hijo.

-: ¿Qué es eso de Skolïro?... suena a ascol…ta¿? A… escolta… esc…

-: ¡Escudo!

El malhumorado hombre vuelve a su estado de stress e ira, corrigiendo al joven.

-: Ah… … si, si, skölir, escudo… pero yo no soy escudo, soy escorpio. –juega con las palabras- ¿entonces skolïro es Iang?- pregunta haciendo referencia al “escudado”.

Ion emite un sonido corto de aprobación, al tiempo que asiente con la cabeza, sin darse cuenta de que ha entrado y caído en el juego de aquel muchacho; al percatarse, vuelve a su postura inponente y antipática.

-: Vengo a por Van.

-: Está en su oficina tabajando.

Antes de que continúe, Iang le cubre la boca.

Lo que simula aceptación , pronto se transforma en una irascible mirada.

-: ¿Ha dicho trabajando? ¿Dónde? ¿De casualidad aquí? ¿Acaso subordinado a ti? –dispara hacia su hermano una nueva mirada. El aludido respira profundamente, soltando a Ceo, y asiente.- ¡¿Un lucifer trabaja como un lacayo  de los luminosos?!

 

***

 

Escaleras abajo, Van permanece recostado en su oficina, con los ojos entrecerrados. Su sed comenzó a acrecentarse y nada parece remediarla. Kisa también está allí, trabajando, Aker la supervisa mientras vigila a Van, quien, cada cierto tiempo, abre por completo sus ojos y oprime sus puños.

Kisa, pendiente de la preocupación de Aker y,  al mismo tiempo, pensando aún en la conversación con Ceo la noche anterior, se detiene por un momento.

-: Dime – le susurra a Aker- ¿acaso tiene que ver con lo que pasó con Iang?

El hombre niega.

En un suspiro la muchacha se levanta y va hacia el baño, para luego regresar con un paño húmedo, el cual deja caer sobre la frente de Van que, quitándoselo, agradece su preocupación.

-: No servirá. No tiene fiebre o dolor, tiene sed.

Kisa vuelve a sentarse, ahora realmente confundida.

-: ¿Sed?

-: Es complicado de explicar.

Ella calla y de pronto reacciona como si la situción le recordara algo.

-: Aker… ¿puedo hacerte una pregunta?

-: Sí, dime.

-: ¿te suena familiar la palabra “Lucifero”? –Él se encoge de hombros, mirando de refilón al muchachito, que, repentinamente, se sienta en el sillón.- Es luminoso, ¿verdad?

Aker asiente, mientras ve a Van suspirar y levantarse.

-: ¿A dónde vas?

Devolviendo una mirada inyectada en sangre, Van responde trabajosamente.

 -: “¿Qué no lo sientes? Ese sutil chillido que te oprime en los huesos”.

-: ION.

Van se retira, Aker se prepara a seguirlo, Kisa permace con la incógnita.

-: ¿Ion?

 

***

 

-: Tranquilo, tranquilo. Iang no es un lacayo, ni se escuda tras nadie, -calma Ceo a Ion- es solo que no es belicoso como tú.

Ion avanza un paso y Iang pone una mano sobre el hombro de su compañero, indicándole que no interceda, y se dirige a su hermano.

-: No hay nada de malo con que haga algo de su vida.

-: ¡Ten entregué su tutela, no su voluntad!

El grito de Ion, en una explosión de ira, provoca que Iang cruce los brazos sobre su pecho, cerrando sus ojos, en un reflejo de defensa e, inmediatamente, se oye una voz grave y fuerte junto a la puerta, que acaba de ser abierta, lo que capta la atención de este último.

-: Ist mein wilkür.

-: ¿Tu elección?

Aker aparece llegando hasta Van y rápidamente cierra la puerta. El chico tiene su mirada clavada en el suelo. Su padre voltea, iracundo, ante la siguiente pregunta.

-: Warum geht es ihen hier?

-: ¿Qué cree usted que hago aquí? Hoy vendrás conmigo, hay una nueva oportunidad para tu Blödhren.

-: Nein.

-: ¿Qué quieres decir con no?

-: Diese ist meine entscheidung –contesta casi inaudible.

-: ¿Cuál es esa decisión que dices?

Ante el tono burlón de su padre, el joven levanta la vista, desafiante, traga saliva y finalmente contesta mostrando sus colmillos.

-: Sein hier.

Ion fulmina a su hermano con la mirada.

-: ¿Es tu influencia? Sabes bien cuáles son las reglas.

-: Creo que no es su influencia. –intercede Aker.

-: ¿Quién rayos es este?

Una leve reverencia marca la distancia y capturael interés de Ion.

-: Aker Mikal, Guardaespaldas.

-: ¿Eres de los Várdenos?

-: No, soy de los antiguos persas.

Ceo festeja la rapidez de pensamiento de Aker; aunque la espontánea respuesta se debe más a la inocencia que a la astucia. Su risa contagia a Iang e incluso a Van, que comienza a esbozar una media sonrisa. Frente a tal reacción, Ion intenta intimidar a su hijo, quien se limita a encogerse de hombros sin abandonar su gesto.

Camino a una plena sonrisa, los ojos de Van cambian su color, revelando heterocromía, lo que impacta al resto y crea un mayor descontento en su padre.

-: ¿Es su influencia? Riete ahora, has caído entre los condenados.

Iang interrumpe a Ion, con cierto fastidio, antes de que siga, reforzando el apoyo a su sobrino.

-: Ha caído entre los privilegiados. Y se va a levantar como uno de ellos… Ahora es diferente, no puedes oblligarlo… vuelve a visitarlo el año entrarnte (aunque preferiría que no) –continuó, guiñándole un ojo- …hermano.

-: Tiempo sin oír esa palabra, sobre todo de tus labios, hijo de Baldur… ¿Es definitivo?

El aludido sonrió entendiendo la burla de su hermano. Baldur el dios de la paz, la luz y el perdón; cuya muerte fue una señal del fin del mundo para los dioses, murió de forma estúpida por creerse invencible. Y su hijo, Forseti, dios de la justicia, la paz y la verdad, fue el cobarde que se abstuvo de pelear en el Ragnarok. O por lo menos ese era el punto de vista de Ion, quien se asumía como un protegido del dios de la guerra e incluso así, siendo solo un protegido, se sentía superior.

Aker mira en dirección a Iang, que permanece un instante en silencio y pronto le devuelve una severa mirada; es la señal para la retirada. No obstante, Van no se mueve de su lugar cuando él se dirige a abrir la puerta. Con mucho cuidado, se acerca a su hombro y le susurra al oído, para luego tomarlo por la cintura y, levantando unos centímetros del suelo al ya desvanecido muchacho, abandonar la oficina.

Tras sentir la salida de aquellos dos, Ceo dio una palmada en la espalda a su compañero y se retiró también.

 

Ion permanece observando fíjamente a su hermano, su semblante deja a simple vista un sentimiento de traición. Su interlocutor intenta guardar la compostura, pero siendo que es un tema sensible, comprende que, sin importar qué, no hay margen para negociaciones.

-: Conozco las reglas, asumo que tú también lo haces. Sabes que esta vez no va a poder ser.

-: Lo sabía, eres un cobarde y un flojo, como siempre… hermanito.

Ion se acerca, muy molesto, a su hermano, deteniéndose súbitamente ante sus palabras.

-: No, yo creo que tu fuiste más débil, … él es hijo único, ¿no es cierto? No soy tan tonto como para cometer un error tan fatal… Siendo la situación diferente, las reglas cambian… Y, por cierto,… -mira su reloj- tu tiempo se acabó.

-: ¡Oye! Al menos sé hombre y muestra tus puños.

-: ¿Te refieres a una pelea? Me harás trizas, sabes que no soy bueno en eso. Aunque, a serte sincero, me preocupa más que tu insistencia moleste realmente a Van… Supongo que lo sabrás manejar ¿verdad?,  ya que aún no tomó la fuerza del Blödhren…

Ambos hermanos se miran largamente… Mordiendo su labio con furia, Ion hace un rápido movimiento y, luego, se retira silenciosamente. Su ira plantó un corte en el rostro de Iang, lo que es parte de un juramento de sangre.

 

Fuera de la oficina, Aker cae por el peso de sus acciones y mientras Kisa, que llegó guiada por la intriga, lo ayuda a levantarse, Ceo intenta tranquilizar a Van.

-: Hau ab. –Ruge Van, empujando a Ceo. Y volviendo a su apariencia normal, continúa más sosegado- Mir geht’s gut…

-: Van, ¿por qué hiciste eso?.... Espera, tú ¿puedes hablar?

El muchacho mira a Kisa casi inocentemente y luego a Aker, pensativo; a continuación, antes de volver a hablar, se desploma nuevamente.

 

Iang sale de la oficina, Ceo se acerca y acaricia su mejilla, limpiando su rostro. Kisa observa confundida cómo este último cierra los ojos y respira hondo. Viéndola intrigada, Iang llama su atención.

-: ¿Pasa algo?

Ella señala la mano de Ceo.

-: ¿Qué cosa? ¿Esto? –agrega Iang, quitando amablemente la mano de Ceo de su rostro intacto-  solo era una mancha.

Pese a mostrarse poco convencida, la muchacha decide no insistir y pasa al siguiente asunto.

-: ¿Y qué hay con Van? ¿Él está bien?

-: Sí… aunque está exhausto. –Responde Aker y mira hacia Iang, pidiendo permiso para retirarse, a la vez que carga a Van al hombro.

-: Llévalo a casa… -Tras el asentimiento, lo retiene un instante más.- Aker ¿qué hay de ti?

-: Todo está bien… Me voy. –Y levantando la mano para saludar, llamó a la muchacha- ¿Bajas conmigo Kisa? Te quedas a cargo.

La joven lo sigue por responsabilidad  más que por deseo, ya que, de ser por ella, esta vez sí se quedaría a interrogar a Iang y a Ceo. Aker lo sabe y es por eso que la llama; lo que más necesitan ahora esos dos, es descansar.

Habiendo regresado a su lugar de trabajo, mientras Van descansa en el sofá y Aker recoge las cosas del primero, para retirarse, Tamir y Amir llegan con curiosidad por saber los detalles de lo sucedido. Entonces, el hombre dibuja el límite.

-: ¿Cazando chismes? No van a conseguir muchas respuestas.

-: ¿Te vas? –Pregunta Tamir. Aker asiente- ¿Sabes algo? –Pregunta a Kisa, que niega.- Hazme un resumen –vuelve a insistir a Aker- ¿qué ocurrió?

-: Lo mismo de siempre.

-: ¿Lo mismo de siempre?

-: Discusiones casuales… Toma, hazme el favor, él está algo pesado.

Aker alza a Van y arroja una mochila a las manos de Tamir, que la ataja y lo sigue.

-: ¿Qué clase de casualidad fue esta vez?

-: Ion.

Tamir y Amir quedan atónitos y las preguntas se desvanecen. Ellos saben que si Van sigue allí es porque ya terminó lo que había comenzado, pero, de todos modos, no pueden hacer como si nada hubiese sucedido. Kisa aún continúa confundida, al verla, Amir se presta a explicar lo poco que puede.

-: Ion es el padre de Van y el hermano gemelo de Iang, hay un conflicto entre esos dos, pero es difícil de explicar.

 

***

De vuelta a la oficina de Iang, Ceo retoma el tema, algo inquieto, frente al pensativo Iang.

-: ¿Qué vas a hacer ahora? Él va a volver.

-: No es cierto, es bruto y algo cruel… pero no sacrificaría a su propio hijo. Ahora que sabe que hacerlo elegir un extremo es fatal, no creo que insista.

-: ¿Fatal? ¿Pero Van no es hijo…?

-: Único –termina Iang- es más compicado que si siendo un gemelo fuese un “común”.

Las palabras de Iang estremecen a Ceo, que, a duras penas, en un tono muy bajo, alcanza a hablar.

-: Entonces él es…

-: Como todos, tiene varias opciones, pero como ninguno, está privado de la mayoría de ellas… -Replica Iang, intentando hacer sentar a Ceo, para que se relaje- Él es… ya sabes, uno de esos que llegan cada cientas de oportunidades.

-: Por eso es Aker quien está a su cuidado…

Iang sonríe ante el descubrimiento de su interlocutor.

-: En parte. Y también porque él es esa igualdad entre las grandes diferencias… eso que tu llamas.

-: Lucifero… Pero entonces Fe…

-: No te preocupes, Guez lo está guardando.

 

 

Un grito en el vacío

  Los cauces se cierran,  las luces se apagan, desaparece el público, y cae el telón. Aunque miren todos, ya no ven nada. La serena mentira ...