Ilumina el
cielo un sol radiante, la luna nueva trajo consigo un buen tiempo y el día es
perfecto para salir a caminar, pero, por suerte o desgracia, toca trabajar
también hoy.
Como de
costumbre, Iang despertó cerca de las cinco de la mañana y se dirigió a su
oficina. Cerca de las seis treinta, Van y Aker llegaron y finalmente, a las
siete, arribó Tamir, junto con Amir.
Ceo
despertó algo tarde, salvo que Kisa le ganó esta vez. Pese a sus repetitivos
intentos de hacerla levantar, ella demostró un sueño pesado… A la hora que él
terminó de ducharse, ella apenas comenzaba a remolonear.
Al llegar a
la empresa, la muchacha se dirige a sus actividades, mientras Ceo va en busca
de Iang con la simple intención de molestarlo… pero, al llegar a su oficina, se
encuentra con Tamir y Amir escuchando tras la puerta.
-: Te
apuesto lo que quieras, que en tres, se arremangan –susurra Amir, aludiendo a
la posibilidad de una pelea.
Tamir
niega.
-: Shh,
perro que ladra, no muerde.
-: Dile eso
a Van…
-: Se lo
diré… Pero, Aker es diferente, es más pacifista.
Amir ríe en
silencio.
De pronto,
la voz de Ceo sorprende a los hermanos.
-: Es un
poco incorrecto escuchar tras las puertas, ¿no creen?
-: Unzur
man atacallam. -Lo señala Amir, hablando para su hermano.
Tamir
voltea para ver de frente al aludido, con una gran sonrisa. Él solía hacer lo
mismo que Tamir y Amir hace un tiempo, así que, el “mira quien habla” de Amir,
lo puso en completa evidencia.
-: ¿Quieres
saber?
El aludido
sonríe fríamente en lugar de contestar. Tamir se limita a tirar del brazo de su
hermana, llevándola consigo.
Ya solo,
frente a la oficina, Ceo se sobresalta cuando la puerta se abre y un molesto
Aker sale, chocando con su hombro al intentar esquivarlo.
Al ver a
Ceo, Iang lo invita a pasar amablemente.
-: A
propósito… ¿estabas allí desde hace mucho? –Ceo niega- ¿Qué sabes?
-: Que los
“príncipes” se escaparon. –alude a Tamir y Amir- A propósito, Aker me dio
escalosfríos, ¿pasó algo?
-: No. Y
dime ¿con qué idea llegaste hoy? –intenta cambiar el tema.
-: Mmmm…
bueno… ¿Mordiste a Van? –insiste Ceo.
Una mirada,
marcando lo absurdo de la idea, cruza los ojos de Iang.
-: ¡¿Qué?!
¿por qué preguntas eso?
-: Según lo
que oí, todo indica que mordiste a Van.
-: ¿Vuelves
con tus juegos? Pensé que ya te habías divertido ayer.
Esta vez,
su tono es molesto, frente a un Ceo sumamente divertido; no obstante, la pregunta
que este último formula, logra confundirlo.
-: Ah, pero
ayer fue diferente… por cierto ¿qué mosco te picó?
-: ¿Eh?
¿qué mosco…? ¿ayer? ¿por qué lo preguntas?
-: Vor…
¡letta! –repite las palabras que su compañero dijo la noche anterior- Sonó
extraño, sobre todo, porque luego no quisiste hablar conmigo y te dormiste…
parecías molesto, así que no insistí.
-: Hum…
Eso… No fui yo.
Ceo borra
la sonrisa de su rostro.
-: Vamos,
¿todavía estás enojado? Ya te expliqué ayer que no había peligro.
-: ¿Con
qué?
-: No te
burles, ¿de veras…? Con explicarle a Kisa lo de las luces y sombras.
-: Con que
terminaste diciéndoselo. –Reprocha Iang.
-: No, tú me
detuviste… ¿recuerdas? Antes de que explique lo de “Lucifero”… que luego entré
y te expliqué acerca de Kisa siendo agnóstica…
La
mandíbula del mayor cae en un gesto de desesperada desesperanza, como el de un
niño al que acaban de quitarle su tesoro más preciado.
-: ¿Kisa es
agnóstica? Eso… eso no me lo dijo.
Tras sus
palabras, Iang se levanta de su asiento y se apura a llegar a la puerta. Antes
de salir, pide a Ceo que lo espere allí y sale corriendo.
***
Veinte
minutos son los que Ceo lleva esperando, pero Iang parece haberse olvidado de
volver. En un intento por pasar el tiempo, intenta distraerse y, sin encontrar
mejor alternativa, finalmete se decide por girar en la silla de Iang, del otro
lado del escritorio, hasta marearse. Mientras da vueltas, comienza a pensar…
“Hoy sí que está raro, salir corriendo por lo que dije” “¿Qué habrá querido
decir con <<yo no fui>> cuando le pregunté aquello”, “Está
tardando…” “Mmmhh…”
-: ¡Ahhh!
Estoy mareado…
Cerrando
sus ojos, se detiene de espaldas al escritorio.
***
-: Ríete ahora,
rompiste una regla por esto.
En la sala
de trabajo, Iang pidió a Kisa que se retire y que aleje de allí a Aker, pero
este último se negó, permaneciendo parado junto a la puerta, en el pasillo.
Ante el
molesto discurso, Van solo atinó a encogerse de hombros entre señas. “Eso no
quita que exista lo que existe” “Yo he relatado lo más relevante”
Un Iang
tremendamente irritado, arremetió contra Van y, conteniéndose, se limitó a
tomarlo por sus ropas.
-: Oh si,
me dijiste lo más importante… dijiste que la luz secuestró a la inocencia y que
la oscuridad la salvó… ¿Acaso por eso mismo la inocencia se convirtió en
mentira y se escondió tras el encanto? ¿para asegurarse nuestra ingenuidad?
-: “Pero no
es así, ha entendido a medias” –replica el joven, intentando detener a su
interlocutor.
-: No lo
hice, así fue. Y gracias a salvar lo que estaba a salvo, no solo te vestiste de
mi, sino que lograste hacer sentir culpable a un espíritu puro. Esa es la otra
mitad… ¿verdad?
-: “La otra
mitad no es esa… sino la que residía en las creencias y los corazones de
quienes solían rodear a esa niña inocente. Es la de no creer en magia, pero sí
en el bien y el mal.”
Van se
acerca más a Iang, mirándolo de lleno a los ojos, el último lo suelta dolido y
se aleja un par de pasos, las siguientes palabras, que esgrime antes de irse,
están destinadas a ser una estocada.
-: Que nos
una un lazo de sangre no te da derecho a servirte de mi cuerpo. Tu pecado no
quedará impune.
Aker entra
en la sala, cerrando la puerta tras de sí, y ve como Van se deja caer sobre una
silla, agotado. Acercándose, le ofrece un vaso de agua. Aún está molesto por no
haber podido intervenir.
-: ¿Otro
golpe bajo?
-: “Esta
vez fue un corte…” –sus señas se pausaron en un suspiro- “No quiero que te
molestes. Así como yo, ese hombre también tiene sus razones y después de todo,
le debo la vida…”
Mientras
tanto, Ceo, aún de espaldas al escritorio, fue sumiéndose poco a poco en un
profundo sueño, hasta que, oyendo el accionar del picaporte, despertó. Cuando se
dio vuelta, sonriendo, el hombre al que al principio confundió con Iang, cerró
tras de si la puerta.
-: ¿Iang?
No… tú ¿quién eres?
-: Eso
debería preguntarlo yo. ¡¿Y qué mira tan sonriente?!
El tono era
seco y algo antipático, mostrándose sumamente molesto ante las reacciones de
Ceo.
-: Nada…
¿Sabe? En un principio pensé que era alguien más. ¿Buscaba a alguien en
especial?
-: Otra vez
esa postura… Le daré una vaga idea de lo que debería decirme.¡ ¿Con quién cree
que vengo a hablar aquí? !
-: Mmmhh…
lo siento ¿le conozco? –inquiere inocentemente, alterándolo aún más- aquí no
hay nadie más que yo, …supongo… ¡Ah! Es cierto, Iang no está aquí, tampoco sé
dónde esté, yo también lo espero, pero se ha tardado. Aunque, si sabía que
alguien iba a venir, es posible que se esté arreglando, según sé, estaba algo
desalineado… Ah, si, disculpe, tome asiento por favor.
-: ¡Ya
basta! Esto es inaudito, ¡levántese de esa silla y búsquelo! –impera.
-: No, gracias. Estoy algo aturdido, ¿sabrá
usted por qué?
-: ¿Me ha
visto cara de tonto? ¡Que…!
El
inminente estallido se detiene de súbito frente a la presencia de Iang, que
avanza hasta detrás de Ceo, apoyándose sobre el respaldo de su asiento,
imponiéndose, en un tono tajante.
-: A decir
verdad, no te vio la cara siquiera… Hoy no tengo el mejor humor y sabes que tus
gritos penetran hasta los huesos, así que, intenta serenarte Ion.
De un
momento a otro, Ceo se encuentra repitiendo an alta voz, pensativo, aquel
nombre tan familiar.
-: Ion…
Ioon… Ioooooooonnnnn –rasca su cabeza intentando recordar y de pronto se
levanta bruscamente de la silla, golpendo, sin darse cuenta, a Iang, en el
proceso .- ¡No puede ser! ¡¿Eres aquel Ion?!
Ion Dalheim
es el padre biológico de Van. Con sus treinta y ocho años de edad es alto y
atlético, de estructura osea maciza. Sus rasgos faciales son mas bien toscos,
con cejas anchas y prominentes, en consonancia con su nariz, con las mismas
cualidades; cabello totalmente negro, incluyendo, sobre todo, la barba y los
bigotes, que cubren su cara desde debajo de la nariz. Apariencias de lado,
incluso pese a su brusca y desinteresada personalidad, es muy prolijo y esto es
en efecto, junto con sus ojos grises, algunas de las cosas que permiten
relacionarlo con Iang, su hermano gemelo.
Ion no
parece conocer a Ceo, pero este parece conocerlo muy bien a él.
Iang, cubriendo
con una mano su nariz, insta a Ceo a sentarse nuevamente.
-: Es el
mismísimo Ion, pero no te estremezcas tanto. –luego, se vuelve a dirigir a su
hermano- ¿De qué quieres hablar?
-: Por lo pronto,
nada frente a este payaso.
-: Bien, me
pondré de espaldas.
Iang sonríe
ante la ocurrencia, aunque a Ion no le parece gracioso.
Ceo está a
punto de levantarse para marcharse, pero Iang lo detiene sutilmente. Ion viene
en busca de una pelea, solo después de eso, tal vez, hable; es su naturaleza
algo rudimentaria. El joven lo comprende con solo sentir la mano de Iang sobre
su hombro. Y al presenciar la escena, Ion comprende también que su hermano no
solo no quiere estar a solas con él, sino que tampoco le permitirá pasar por
sobre Ceo.
-: Oiga
Skölir, -se dirige a Ceo- tengo una mejor idea: usted baja y busca a mi hijo.
-: ¿Qué es
eso de Skolïro?... suena a ascol…ta¿? A… escolta… esc…
-: ¡Escudo!
El
malhumorado hombre vuelve a su estado de stress e ira, corrigiendo al joven.
-: Ah… …
si, si, skölir, escudo… pero yo no soy escudo, soy escorpio. –juega con las
palabras- ¿entonces skolïro es Iang?- pregunta haciendo referencia al
“escudado”.
Ion emite
un sonido corto de aprobación, al tiempo que asiente con la cabeza, sin darse
cuenta de que ha entrado y caído en el juego de aquel muchacho; al percatarse,
vuelve a su postura inponente y antipática.
-: Vengo a
por Van.
-: Está en
su oficina tabajando.
Antes de
que continúe, Iang le cubre la boca.
Lo que
simula aceptación , pronto se transforma en una irascible mirada.
-: ¿Ha
dicho trabajando? ¿Dónde? ¿De casualidad aquí? ¿Acaso subordinado a ti?
–dispara hacia su hermano una nueva mirada. El aludido respira profundamente,
soltando a Ceo, y asiente.- ¡¿Un lucifer trabaja como un lacayo de los luminosos?!
***
Escaleras
abajo, Van permanece recostado en su oficina, con los ojos entrecerrados. Su
sed comenzó a acrecentarse y nada parece remediarla. Kisa también está allí,
trabajando, Aker la supervisa mientras vigila a Van, quien, cada cierto tiempo,
abre por completo sus ojos y oprime sus puños.
Kisa,
pendiente de la preocupación de Aker y,
al mismo tiempo, pensando aún en la conversación con Ceo la noche
anterior, se detiene por un momento.
-: Dime –
le susurra a Aker- ¿acaso tiene que ver con lo que pasó con Iang?
El hombre
niega.
En un
suspiro la muchacha se levanta y va hacia el baño, para luego regresar con un
paño húmedo, el cual deja caer sobre la frente de Van que, quitándoselo,
agradece su preocupación.
-: No servirá.
No tiene fiebre o dolor, tiene sed.
Kisa vuelve
a sentarse, ahora realmente confundida.
-: ¿Sed?
-: Es
complicado de explicar.
Ella calla
y de pronto reacciona como si la situción le recordara algo.
-: Aker…
¿puedo hacerte una pregunta?
-: Sí, dime.
-: ¿te
suena familiar la palabra “Lucifero”? –Él se encoge de hombros, mirando de
refilón al muchachito, que, repentinamente, se sienta en el sillón.- Es
luminoso, ¿verdad?
Aker
asiente, mientras ve a Van suspirar y levantarse.
-: ¿A dónde
vas?
Devolviendo
una mirada inyectada en sangre, Van responde trabajosamente.
-: “¿Qué no lo sientes? Ese sutil chillido que
te oprime en los huesos”.
-: ION.
Van se retira,
Aker se prepara a seguirlo, Kisa permace con la incógnita.
-: ¿Ion?
***
-:
Tranquilo, tranquilo. Iang no es un lacayo, ni se escuda tras nadie, -calma Ceo
a Ion- es solo que no es belicoso como tú.
Ion avanza
un paso y Iang pone una mano sobre el hombro de su compañero, indicándole que no
interceda, y se dirige a su hermano.
-: No hay
nada de malo con que haga algo de su vida.
-: ¡Ten
entregué su tutela, no su voluntad!
El grito de
Ion, en una explosión de ira, provoca que Iang cruce los brazos sobre su pecho,
cerrando sus ojos, en un reflejo de defensa e, inmediatamente, se oye una voz
grave y fuerte junto a la puerta, que acaba de ser abierta, lo que capta la
atención de este último.
-: Ist mein
wilkür.
-: ¿Tu
elección?
Aker
aparece llegando hasta Van y rápidamente cierra la puerta. El chico tiene su
mirada clavada en el suelo. Su padre voltea, iracundo, ante la siguiente
pregunta.
-: Warum
geht es ihen hier?
-: ¿Qué
cree usted que hago aquí? Hoy vendrás conmigo, hay una nueva oportunidad para
tu Blödhren.
-: Nein.
-: ¿Qué quieres
decir con no?
-: Diese
ist meine entscheidung –contesta casi inaudible.
-: ¿Cuál es
esa decisión que dices?
Ante el
tono burlón de su padre, el joven levanta la vista, desafiante, traga saliva y
finalmente contesta mostrando sus colmillos.
-: Sein
hier.
Ion fulmina
a su hermano con la mirada.
-: ¿Es tu
influencia? Sabes bien cuáles son las reglas.
-: Creo que
no es su influencia. –intercede Aker.
-: ¿Quién
rayos es este?
Una leve
reverencia marca la distancia y capturael interés de Ion.
-: Aker
Mikal, Guardaespaldas.
-: ¿Eres de
los Várdenos?
-: No, soy
de los antiguos persas.
Ceo festeja
la rapidez de pensamiento de Aker; aunque la espontánea respuesta se debe más a
la inocencia que a la astucia. Su risa contagia a Iang e incluso a Van, que comienza
a esbozar una media sonrisa. Frente a tal reacción, Ion intenta intimidar a su
hijo, quien se limita a encogerse de hombros sin abandonar su gesto.
Camino a
una plena sonrisa, los ojos de Van cambian su color, revelando heterocromía, lo
que impacta al resto y crea un mayor descontento en su padre.
-: ¿Es su
influencia? Riete ahora, has caído entre los condenados.
Iang
interrumpe a Ion, con cierto fastidio, antes de que siga, reforzando el apoyo a
su sobrino.
-: Ha caído
entre los privilegiados. Y se va a levantar como uno de ellos… Ahora es
diferente, no puedes oblligarlo… vuelve a visitarlo el año entrarnte (aunque
preferiría que no) –continuó, guiñándole un ojo- …hermano.
-: Tiempo
sin oír esa palabra, sobre todo de tus labios, hijo de Baldur… ¿Es definitivo?
El aludido
sonrió entendiendo la burla de su hermano. Baldur el dios de la paz, la luz y
el perdón; cuya muerte fue una señal del fin del mundo para los dioses, murió de
forma estúpida por creerse invencible. Y su hijo, Forseti, dios de la justicia,
la paz y la verdad, fue el cobarde que se abstuvo de pelear en el Ragnarok. O por
lo menos ese era el punto de vista de Ion, quien se asumía como un protegido
del dios de la guerra e incluso así, siendo solo un protegido, se sentía superior.
Aker mira
en dirección a Iang, que permanece un instante en silencio y pronto le devuelve
una severa mirada; es la señal para la retirada. No obstante, Van no se mueve
de su lugar cuando él se dirige a abrir la puerta. Con mucho cuidado, se acerca
a su hombro y le susurra al oído, para luego tomarlo por la cintura y, levantando
unos centímetros del suelo al ya desvanecido muchacho, abandonar la oficina.
Tras sentir
la salida de aquellos dos, Ceo dio una palmada en la espalda a su compañero y
se retiró también.
Ion permanece
observando fíjamente a su hermano, su semblante deja a simple vista un
sentimiento de traición. Su interlocutor intenta guardar la compostura, pero
siendo que es un tema sensible, comprende que, sin importar qué, no hay margen
para negociaciones.
-: Conozco
las reglas, asumo que tú también lo haces. Sabes que esta vez no va a poder
ser.
-: Lo sabía,
eres un cobarde y un flojo, como siempre… hermanito.
Ion se
acerca, muy molesto, a su hermano, deteniéndose súbitamente ante sus palabras.
-: No, yo
creo que tu fuiste más débil, … él es hijo único, ¿no es cierto? No soy tan
tonto como para cometer un error tan fatal… Siendo la situación diferente, las
reglas cambian… Y, por cierto,… -mira su reloj- tu tiempo se acabó.
-: ¡Oye! Al
menos sé hombre y muestra tus puños.
-: ¿Te
refieres a una pelea? Me harás trizas, sabes que no soy bueno en eso. Aunque, a
serte sincero, me preocupa más que tu insistencia moleste realmente a Van…
Supongo que lo sabrás manejar ¿verdad?, ya que aún no tomó la fuerza del Blödhren…
Ambos
hermanos se miran largamente… Mordiendo su labio con furia, Ion hace un rápido
movimiento y, luego, se retira silenciosamente. Su ira plantó un corte en el
rostro de Iang, lo que es parte de un juramento de sangre.
Fuera de la
oficina, Aker cae por el peso de sus acciones y mientras Kisa, que llegó guiada
por la intriga, lo ayuda a levantarse, Ceo intenta tranquilizar a Van.
-: Hau ab. –Ruge
Van, empujando a Ceo. Y volviendo a su apariencia normal, continúa más sosegado-
Mir geht’s gut…
-: Van,
¿por qué hiciste eso?.... Espera, tú ¿puedes hablar?
El muchacho
mira a Kisa casi inocentemente y luego a Aker, pensativo; a continuación, antes
de volver a hablar, se desploma nuevamente.
Iang sale
de la oficina, Ceo se acerca y acaricia su mejilla, limpiando su rostro. Kisa observa
confundida cómo este último cierra los ojos y respira hondo. Viéndola
intrigada, Iang llama su atención.
-: ¿Pasa
algo?
Ella señala
la mano de Ceo.
-: ¿Qué
cosa? ¿Esto? –agrega Iang, quitando amablemente la mano de Ceo de su rostro
intacto- solo era una mancha.
Pese a
mostrarse poco convencida, la muchacha decide no insistir y pasa al siguiente
asunto.
-: ¿Y qué
hay con Van? ¿Él está bien?
-: Sí…
aunque está exhausto. –Responde Aker y mira hacia Iang, pidiendo permiso para
retirarse, a la vez que carga a Van al hombro.
-: Llévalo
a casa… -Tras el asentimiento, lo retiene un instante más.- Aker ¿qué hay de
ti?
-: Todo está
bien… Me voy. –Y levantando la mano para saludar, llamó a la muchacha- ¿Bajas
conmigo Kisa? Te quedas a cargo.
La joven lo
sigue por responsabilidad más que por deseo,
ya que, de ser por ella, esta vez sí se quedaría a interrogar a Iang y a Ceo.
Aker lo sabe y es por eso que la llama; lo que más necesitan ahora esos dos, es
descansar.
Habiendo regresado
a su lugar de trabajo, mientras Van descansa en el sofá y Aker recoge las cosas
del primero, para retirarse, Tamir y Amir llegan con curiosidad por saber los
detalles de lo sucedido. Entonces, el hombre dibuja el límite.
-: ¿Cazando
chismes? No van a conseguir muchas respuestas.
-: ¿Te vas?
–Pregunta Tamir. Aker asiente- ¿Sabes algo? –Pregunta a Kisa, que niega.- Hazme
un resumen –vuelve a insistir a Aker- ¿qué ocurrió?
-: Lo mismo
de siempre.
-: ¿Lo
mismo de siempre?
-:
Discusiones casuales… Toma, hazme el favor, él está algo pesado.
Aker alza a
Van y arroja una mochila a las manos de Tamir, que la ataja y lo sigue.
-: ¿Qué
clase de casualidad fue esta vez?
-: Ion.
Tamir y
Amir quedan atónitos y las preguntas se desvanecen. Ellos saben que si Van sigue
allí es porque ya terminó lo que había comenzado, pero, de todos modos, no pueden
hacer como si nada hubiese sucedido. Kisa aún continúa confundida, al verla,
Amir se presta a explicar lo poco que puede.
-: Ion es
el padre de Van y el hermano gemelo de Iang, hay un conflicto entre esos dos, pero
es difícil de explicar.
***
De vuelta a
la oficina de Iang, Ceo retoma el tema, algo inquieto, frente al pensativo Iang.
-: ¿Qué vas
a hacer ahora? Él va a volver.
-: No es
cierto, es bruto y algo cruel… pero no sacrificaría a su propio hijo. Ahora que
sabe que hacerlo elegir un extremo es fatal, no creo que insista.
-: ¿Fatal?
¿Pero Van no es hijo…?
-: Único –termina
Iang- es más compicado que si siendo un gemelo fuese un “común”.
Las palabras
de Iang estremecen a Ceo, que, a duras penas, en un tono muy bajo, alcanza a hablar.
-: Entonces
él es…
-: Como
todos, tiene varias opciones, pero como ninguno, está privado de la mayoría de
ellas… -Replica Iang, intentando hacer sentar a Ceo, para que se relaje- Él es…
ya sabes, uno de esos que llegan cada cientas de oportunidades.
-: Por eso
es Aker quien está a su cuidado…
Iang sonríe
ante el descubrimiento de su interlocutor.
-: En
parte. Y también porque él es esa igualdad entre las grandes diferencias… eso
que tu llamas.
-: Lucifero…
Pero entonces Fe…
-: No te
preocupes, Guez lo está guardando.
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