viernes, 24 de marzo de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 11 - Pasos al costado

 

-: Me dijo… que no puedes amar.

Como puede suponerse, las inquietudes de Kisa escapan de su boca; sobre todo por su nueva preocupación por Ceo. Aunque no lo hacen sino hasta dos noches después de su encuentro con Lucero, ante la intriga de Ceo por el trato distante que ha reaparecido en su comportamiento.

-: ¿Estás segura que Lucero dijo eso? –Kisa asiente- ¿No habrá dicho “no puede amarme? –Sorprendida, vuelve a asentir, pensativa- Ah… Eso es más acertado. Es cierto, no puedo amarla a ella en la forma en la que se espera la ame.

-: ¿Y por qué sería más acertado?

-: Amarme y amar, son cosas diferentes, Lucero se refirió a ella y a un amor pasional, yo no puedo amarla así.

-: ¿Por qué? Si ustedes… ¿acaso no estaban?

Ceo sonríe muy sutilmente.

-: No, es que, ella tenía que probarme. Kisa, ¿recueras aquella noche, ya hace demasiadas noches? Tu apenas te ibas acostumbrando a rodearte de nosotros. La noche de aquella primera fiesta me dijiste, al volver a casa, que busque la oportunidad, que merecía hablar con Lucero, ¿recuerdas?

-: Si, pero entonces era diferente…

-: Nunca fue diferente, en ningún momento, Lucero siempre fue así, es su naturaleza. A decir verdad… es cierto que aquella noche yo no podía dormir por mi lucero, pero no era por ella. Ese encuentro solo fue la despedida que no había podido ser. Y ya había tomado mi desición mucho antes.

-: ¿Una decisión?

-: La de convertirme en un ser completo. –Ante el silencio de Kisa, Ceo retoma la palabra- El amor, como tú lo mencionas, parece muy limitado. Y es una lástima que la mayoría lo considere de la misma forma. Amar va más allá de las pasiones, abarca todo un universo. Por supuesto, también conozco esa foma de amar, pero no con ella. –Dejando escapar un suspiro prosigue.- Yo a ti te amo, amo a Makuro y a Febo… a Iang… pero a todos en diferente forma y medida.

-: ¿Por qué hablas de pronto con esas palabras?

Ceo se acerca y toma asiento a su lado. Kisa no puede entender su forma de hablar, le parece incongruente y aleatoria. Normalmente la atraen sus juegos, pero hoy las cosas son algo más confusas.

-: Hablo así porque, para poder terminar de aclarar tu inquietud, debo explicarte cosas que pareces no ver –contesta serenamente-. Y aunque te resulte irónico, para que comprendas, me toca a mí enseñarte a abrir los ojos.

-: Estoy confundida…, ella me dijo “Ceo no puede amarme” y sono como si… estuviera feliz. Luego de eso sentí como si yo hubiese vuelto a cero, pensé que mi interpretación era errada, pero tú te acabas de alegrar por lo que te dije… Y todo porque no querías estar con ella… -La muchacha se detiene por un momento- ¿No hubiese sido más fácil decirme de una vez que simplemente tomaste una desición?

-: No, porque a eso seguiría la pregunta de “¿qué desición has tomado?”

-: Entonces simplemente responderías: “La de ser un hombre completo por mí mismo” y eso habría sido todo.

-: ¿Y acaso tú sabes lo que eso significaría, de haber dicho yo eso? –Kisa asiente.- Explícate entonces. ¿Qué es ser un hombre completo? Y ¿por qué yo diría algo así?

-: ¿Cuál es la idea de negar las palabras en tus preguntas? –Ceo arquea sus cejas.- Ya sabes, dijiste “¿…de haber dicho yo eso?” y “¿por qué yo diría algo así?” en lugar de: ¿por qué lo dije?

-: Porque yo no dije eso, yo no usé la palabra hombre.

-: ¿No es lo mismo?

Ceo suelta una carcajada ante la pregunta.

-: Un hombre es un ser, pero un ser no siempre es un hombre. –Juega con las palabras.- Dije ser porque estaba hablando con un significado amplio en lugar de uno incompleto. Y por cierto, tu interpretación está errada, por lo que la conversación no pudo haber terminado.

-:Entonces, ¿qué es lo que significas? – Se interesa, preparada para otra enseñanza.

Pero la repuesta la desconcierta.

-: Soy un guardián blanco.

-: ¿Y cuál es la diferencia?

-: No soy de tipo que tú crees. -Kisa luce confundida.- …soy un ente de luz.

-: Ajá –espeta incrédula- ¿Y que guardas?

-: Palabras… personas… -Ceo baja su cabeza decepcionado.- No me crees. ¿Sabes?, es difícil explicarlo para ti si no crees en lo que explico. Somos seres de energía…

-: Lo sé, no es que no lo sepa… -Ante sus palabras Ceo se emociona.- Somos complejos energéticos formados por partículas, subpartículas y así. Incluso tenemos posibilidad de conexión con el entorno a ese nivel, como la que yo tengo con las tormentas. –Y ante la conclusión, la desilusión de su interlocutor.- Aunque, pese a considerar tal campo pseudocientífico de explicación, no creo entender lo que pretendes hacerme entender. Porque, a juzgar por tu cara, he vuelto a errar.

-: Está bien, al menos ya respondí tu inquietud sobre lo que dijo Lucero.

-: Siento no haberte podido seguir el paso con el resto… sabes que esos conceptos no caben en mi cabeza.

Ceo ríe un momento, hasta que percibe la confusión de Kisa. Entonces, se detiene, recuperando la compostura. Frente a los ojos de ella abre los suyos, que esta vez tienen un color suave, casi anaranjado.

-: Disculpa, es algo extraño y hasta irónico… Crees en el bien y el mal, sabes sobre la ley de los extremos y el equilibrio y, sin embargo, no crees en que exista algo abstracto más allá de lo concreto…

-: No te confundas… Es cierto que me han querido enseñar acerca de esas leyes y sus conceptos, pero supongo que sabes que aprender, creer y haberlo oído tienen diferentes significados… yo simplemente he oído esos conceptos, pero, como tú dijiste con el amor, debes considerar esas palabras y sus sentidos. Yo no lo hago.

Tras un momento de duda, su “maestro” arremete con una realidad.

-: Tal vez deberías. Sobre todo si hay cosas que te hieren por no entenderlas. Me corrijo, por no considerarlas.

-: ¿Quién dijo que me hiere? Algo tan simple no puede herirme.

-: ¿Y qué hay con Guez?

El guardián ha jugado una carta con gran sagacidad, pero es una de las que más puede doler. A cambio de que Kisa comprenda algo más acerca de la realidad que los rodea, ha tomado en cuenta uno de sus principales conflictos: su posición adversa a la de Guez; no con la intención de herir, sino la de hacerla pensar.

-: ¿Qué hay con Guez?... es diferente a lo que planteas… va más allá de lo que consideran bueno o malo. ¿Piensas que estoy en contra? ¿Por qué no a favor? Mi lazo con Guez es únicamente el de supervivencia; para él es bueno seguir vivo y lo es tambien para mí. Del mismo modo, lo único que nos enfrenta es el instinto de sobrevivir. Aunque, siempre que no me sienta amenazada, puedo tener una charla amena con él si fuere necesario.

Ceo permanece pensativo, casi atónito. Ella no cree en el equilibrio, el bien o el mal le son indiferentes.

-: ¿En qué crees niña?

-: En esto –contesta tocando un objeto. Luego lleva una mano a su corazón, pensativa.- En todo lo que pueda ver y tocar…

Él acerca su mano a la de ella, pero cuando Kisa la intenta tocar, ante su sorpresa, la traspasa. Ceo sacude su cabeza, negando.

-: Ese no es tu verdadero corazón… Dime Kisa, ¿crees en mí? Porque, incluso podría desaparecer en este instante. –Frente al silencio de la muchacha, se levanta dando un gran suspiro. Luce exhausto.- Supongo que no será tan fácil.

A punto de retirarse, Kisa se precipita, como si apenas lograse reaccionar a lo que acaban de ver sus ojos.

-: Ceo, ¡espera Ceo!

-: ¿Qué espere? Se nos termina la noche y no logro hacerte comprender.

-: ¿Comprender? ¿Qué debo comprender? No, espera, primero dime qué fue eso.

-: Para aclarar algunas cosas hay que aceptar otras… -contesta dirigiéndose a su habitación y pronto se detiene-. Kisa, pensé que tenías más dudas.

-: Sí, dime que rayos fue eso.

Pese la insistencia, Ceo se niega rotundamente. De allí en más dará respuestas cortas y la ansiedad de Kisa devendrá en angustia.

-: No, pregunta otra cosa.

-: ¿Por qué Van no habla?

-: Lo lleva en la sangre.

-: ¿Por qué Lucero es fría?

-: Aplica la misma respuesta.

-: ¿A dónde va la voz de Apolo cuando cae la noche?

-: Solo… desaparece.

Una lágrima se escapa de los ojos de la muchacha.

-: ¿Por qué callan tantas cosas?

“Porque tú no las querrás creer”. Es lo que podría haber contestado, pero Ceo en realidad dijo:

-: Porque existe un momento justo para cada paso.

-: ¿Por qué Iang me adoptó? ¿Por qué tú te acercaste?

-: Son demasiadas preguntas las que ahora haces.

Su tono cansado se ha tornado severo. Tras contestar, Ceo reemprende la marcha; pero Kisa aún insiste.

-: Pensé que eso querías… Detente, solo una cosa más. ¿Cuál es la leyenda tan especial de Lupus Ánima? No está por ningún lado.

-: ¿Crees que todas las respuestas son tan sencillas? Apuesto que las que te di solo te plantearon más preguntas. –Señala, volteando, como si de mirarla se tratase, con una sonrisa forzada en sus labios y entra a su cuarto.– Buenas Noches.

jueves, 16 de marzo de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 10 - Transición

 


 

-: No debe ser correcto que una muchacha tan bonita ande reemplazando su trabajo por horas de sueño, porque dará una mala imagen. –Susurra Aker al oído de Kisa para molestarla.

“No está dormida” indica Van entre señas, Aker lo mira confundido, el primero señala su oído (escucha), a Kisa (su) y luego mueve su mano a la altura del pecho (respiración). El aludido agudiza el oído.

Entrando a la oficina, Tamir interrumpe la situación.

-: En efecto, no creo que esté durmiendo, porque ella no es de usar esos cuando lo hace. -Apunta a sus auriculares. Y con gran certeza agrega- Está protestando.

-: ¿Protestando?

Tamir asiente.

-: Verás, anduvo muy interesada en ciertas cosas…

De pronto, Kisa se levanta y se dirige a la puerta, pasando junto a Tamir con indiferencia; él intenta detenerla, pero ella mira la mano que sostiene su brazo de reojo y la suelta.

Respuestas, muchas personas buscan respuestas, todos las buscan, Kisa es una más. Aunque al principio no haya querido aceptarlo, cada vez está más llena de preguntas, pero, a veces, las respuestas necesitan un margen de consideración; no existen para quien no cree que existan, ni tampoco para aquel que las considera absurdas. Por lo que Kisa se privó de ellas hasta que pueda respoderse a sí misma qué es lo que quiere escuchar.

Llegando a planta baja, la muchacha titubea… Iang pidió que nadie se acerque a la sala donde están Guez y Febo… respirando profundo, se dirigió a la salida, de todos modos es indiferente a la idea de preguntarles algo, cuando menos a Guez… Su concepción de las cosas le resultan un tanto incongruentes. Y los labios que consideraría escuchar en ese instante, tampoco sabe si le dirían algo de lo que quiera escuchar.

Luego de caminar un rato, llega a una especie de plazoleta. Allí, una mujer permanece sentada en uno de los bancos; al acercarse más, parece reconocerla. Cuando Kisa llega por detrás suyo, Lucero la saluda de una forma peculiar, provocando que se congele al instante.

-: Te estuve esperando.

-: ¿Esperándome?

-: Hay cosas que quieres saber. Hay cosas que no se te quieren contar… porque hay otras que deberías considerar… Tú decides –voltea a mirarla- ¿quisieras escuchar alguna “mentira” de mis labios?... Mírate, relájate, puedes sentarte.

-: No esperaba que tú estuvieses aquí.

-: Comprendo, pero Makuro es algo limitado para estas cosas… -adivina-. Pareces descontenta… Ya sé, haremos un trato, te contestaré las prmeras tres cosas que quieras saber, si puedes responderme algo a mí. Comenzando por: ¿en qué crees más… vida o muerte?

-: Como existir, ambas existen.

-: Una respuesta bastante simple. Reconsideraré mis respuestas si contestas bien esto ¿alguna vez has odiado?

Dándole la espalda algo molesta, la joven comienza a retirarse. No entiende lo que  Lucero busca y duda de que ella lo sepa siquiera. La mujer sonríe y se pone de pie, preparada a acercarse a Kisa, quien la detiene.

-: ¡Siéntate!

Lucero responde serenamente, en un tono suave, pero lo suficiente fuerte como para ser oída.

-: No hay donde regresar, aquellos que consideraste amigos no te dieron respuestas. Tampoco tú las encuentras… –Kisa sigue caminando.-  Ah… y por cierto, te mintieron, no creo que puedas ser tan fuerte como para apañártelas sola para enfrentar una respuesta de la magnitud de tus preguntas… Tal vez Ceo tenga razón… –Confundida, la muchacha se detiene y mira de pronto a Lucero- …no debería haberte traído aquí. Aunque te agradezco que lo arrastres a tu confusión.

-: ¡Oye! ¡Él te ama! ¡¿Qué no te da vergüenza hablar a sus espaldas para ponerme en su contra?!

Las palabras salen de sus labios teñidas de rencor, para deleite de Lucero.

-: Mmm… sí, definitivamente has odiado. Puesto que me has contestado tan abiertamente, yo haré lo mismo… Estoy orgullosa de mi forma de actuar, que él me ame o no ya es otro asunto.

-: ¿Tú no lo amas? –regresa a su confusión.

-: Yo lo odio. Quien lo quiere es Makuro, más que a un hermano, incluso reemplazó al suyo… Ahora, dime cuál es esa pregunta.

La joven dirigió una severa mirada a aquella enfrente suyo.

-: Tú…

-: Wow… Me gustan esos ojos. Dime…

-: Adivina qué le habría hecho a alguien como tú hace cuatro años… -la interrumpió.

-: ¡Oh… que divertido! Como premio por tu carácter te daré un dato que puede servirte: Ceo no puede amarme.

Kisa queda atónita, Lucero comienza a reír.

Pronto aparece Makuro, reprendiendo a Lucero y antes de que de la boca de Kisa escapen las palabras, la mujer habla.

-: Makuro es mi guardián y yo su responsabilidad. Adiós Kisa, fue un placer robarte un par de datos… Ahora debo irme.

Ambos se retiran sin derecho a réplica. Kisa, por su parte, no puede dejar de escuchar en su cabeza las palabras de Lucero.

***

            De regreso a Lupus Ánima, Aker sigue a Tamir, que se dirige a la salida, intrigado.

-: ¿Qué hay con Kisa?

-: ¿Con Kisa?

-: Sí. ¿Qué sabes acerca de lo que mencionaste en la oficina?

-: Ahh… ¡¿Eso?! Es que al parecer oyó hablar a Van… aunque ignoro si lo vio…

Aker hace una mueca, algo inquieto

-: Lo sé.

-: Bueno, ella está…

-: Buscando respuestas.

-: Sí, pero con ella no creo que sea tan sencillo. Además, también está la deuda sobre la promesa de una historia… -agrega Tamir con intención- creo que alguien, en particular, consideró mencionar la existencia de una “Leyenda de Lupus Ánima” –El aludido sonríe incómodo, descubierto.- Y hasta sus propias creencias le impiden avanzar… Está algo fastidiosa, enojada… -Hace una pausa contemplando a su interlocutor.- Quisieras contarle todo, ¿verdad?

Aker suspira cansado y da la vuelta volviendo hacia la empresa en dirección a la sala en donde Apolo y Guez descansan.

-: Tomaré un descanso.

-: ¡Espera!

Tamir lo detiene poniendo una mano en su hombro, obteniendo por respuesta una mirada de desconfianza como preludio a una pregunta.

-: ¿Qué hay allí?

Frente a sus ojos, la puerta de la mencionada sala se abre y sale Guez, que examina al otro guardián de arriba abajo y se aproxima rengueando. Aker observa petrificado mientras pasa por su lado, indiferente. Cuando logra reaccionar camina unos pasos más hacia la sala de donde, esta vez, se asoma Apolo y, sin siquiera detenerse a mirarlo, pasa por su lado con una advertencia.

-: No molestes a Van.

Apolo lo mira con desdén.

-: Descuida…

Tamir queda atrapado en medio de esa brisa de hielo algo incómodo y tan pronto esos tres se dispersan retoma su intención y se escapa a dar una vuelta.

 

En la oficina de Iang, Ceo y él juegan naipes mientras conversan.

-: A… Aker piensa lo mismo –dice Ceo bajando una nueva carta- y Tamir está dudando.

-: Tamir es responsable, se mantendrá neutro. –contesta Iang, sereno.

-: Amir es algo revoltosa…

-: Van sabrá contenerla, incluso Makuro está al margen…

Iang baja otra carta, el juego continúa sin detenerse ni por un instante.

-: Mmm… y aún así te preocupa Lucero –adivina Ceo-. Pero creo que sería un ingrediente extra perfecto… -Ceo extiende una mano tocando las cartas de la mesa y juega.- Llévate el pozo –sonríe pícaro.

-: No lo creo –dice Iang. Su compañero vuelve a tocar las cartas.- No me refiero a eso… No creo que Lucero juegue bien su papel… no cree en el intercambio justo, así que no le dirá…

Ceo ríe.

-: Kisa es inocente y no lo es, ella obtendrá algo de seguro. Lucero descuida los detalles mínimos y eso le significa grandes problemas.

-: ¿Detalles mínimos?

-: En su mundo se llaman insignificantes, …como el que te acabas de saltar tú –señala soltando la última carta y mostrando las manos desnudas-. Kisa tendrá preguntas también esta noche –agrega levantándose-. ¿Me permites responder alguna ya?

Iang mira sus manos por un momento y luego junta las cartas pensativo.

-: Así que la rueda empezó a girar…

-: ¿Qué dices? Nunca se detuvo.

Iang sonríe y se levanta. Y atrayendo hacia sí a su compañero, con una mano en su espalda baja, susurra algo a su oído. Tras ello, ambos salen por la puerta.

lunes, 6 de marzo de 2023

Una Nueva Oportunidad - Capítulo 9 - La Parte de la Bendición - Parte 2

 

Escaleras arriba, en la oficina de Iang, sentado frente al escritorio, Ceo juega con algunas pertenencias de su compañero, intentando mostrarse serio por la preocupación que le despierta Apolo. Detrás de él, Iang va rescatando las cosas más frágiles de sus manos inquietas mientras habla.

-: Febo es así Ceo, también tú juegas con las personas.

-: No es cierto, no hablo de las palabras… Febo es irresponsable con sus actos.

-: Mira quien habla.

El más joven se levanta de súbito, enfadado, para sorpresa de Iang.

-: ¡Eh! ¿vas a dejarme hablar? –su interlocutor lo invita a continuar- No es que me preocupe tanto por Guez, pero, lo que hizo con él recién, bien podría haberle costado la vida.

Acercándose aún más a Ceo, Iang apoya el mentón sobre su hombro, sonriendo, y lo mira de reojo.

-: Creo que no debiera preocuparte eso, Febo aprendió del mejor ¿no?

-: Pero el corazón de Guez es débil –se desentiende de las palabras de Iang, alejándose.

-: Guez es resistente –lo tranquiliza.

Ceo voltea con un gesto frío, se le acerca y lo toma por los hombros.

-: Que diga que su corazón es de nieve o caramelo no es enteramente sinónimo de puro y dulce, es lo que ambas palabras signifiquen en común. ¿Acaso no comprendes las formas de hablar de un Lucifero aún? –Iang borra su sonrisa- Más allá de todo cumplido, la idea principal es que su corazón es maleable, moldeable. Quiere decir que es fácil convencerlo (Es adaptable a sus caprichos) y en su caso…

Iang lo interrumpe desprendiéndose de él.

-: Detente, pensar en ello solo te traerá mayor preocupación, despreocúpate…

-: No. Iang, me confiaron las palabras para que vele por ellas… para que sean dichas. El corazón de Guez se corrompe con facilidad, así como el de tantos otros humanos.

-: Es por eso que esos guardianes deben de estar rendidos antes de convertirse en guardianes.

-: No, es por eso que a ellos se les sella la capacidad de repetir esos pecados que los llevaron al límite –corrige Ceo-.

-: Bueno, olvidaba el sello, pero parece que tú también, Guez entregó su voluntad toda, junto a su vida.

-: Eso es lo que me estuvo molestando… Guez entró a este lugar con el alma sucia…

-: ¿Qué quieres decir?

Las palabras de su compañero estremecen toda su esencia, haciendo que sus piernas se aflojen y sus ojos se llenen de confusión.

-: Era una historia reservada por si surgía una amenaza, pero creo que  la situación lo amerita. No sé lo que ocurrió para que se den los hechos, pero lo que sí sé es:

Hace más de diez años, un niño huyó al desierto, solo por jugar, escogió un lugar alejado y se escondió allí. Como sabes, un Lucifero no tiene las mismas limitaciones que un Gemini o Gemelo, puede ir donde sea. Al no tener aún un guardián, sus tutores fueron en su búsqueda y lo encontraron junto a un humano, uno bastante malherido, pero que seguía intentando levantarse… Febo, con la capacidad de elegir a su guardián así lo hizo; incluso antes de haber sido hallado. Por alguna razón estaba prendido a ese hombre que inspiraba horror” ese hombre era Guez, sus manos estaban surcadas desde entonces con cruentas huellas y creo que Febo lo hizo… para modificar el juramento… pues lleva las mismas marcas en el dorso de sus manos. A cambio no exigió ni su vida, ni su lealtad; le ofreció un atajo para la huida. Creí que podría curarlo, pero cuando ellos adoptan un guardián, se nos prohíbe acercarnos a sus corazones.

Ante el perplejo rostro de Iang, Ceo hace una pausa.

-: Nunca has visto sus manos desnudas, ¿o sí? –Iang niega- Guez no necesita esconderlas, son su pase libre, una prueba de su juramento; pero Febo… él siempre cubre minuciosamente ese espacio entre sus nudillos y sus muñecas, incluso cuando muestra sus palmas.

Solía llamarse Hound, Febo le dijo Guess, no hay rastro de su existencia. Cuando llegó aquí, a medida que pasaron los años, pareció transformarse. El Guez de hoy es amable y lejos está de ser aterrador, pero nadie considera ya que solo comenzó a mostrarse así cuando se dio cuenta que no volvería a sostener un arma como antes. En cambio sostuvo una diferente, la pluma. Él pidió conservar intacta una lesión en particular, una que nadie iba a curar; quería recordar siempre quién había ocasionado la lesión en su rodilla, porque esa era a causa de volver tormentosa su vida.”

Hacia el final del relato Iang sacude su cabeza, como queriendo despertar de una hipnosis…

-: Esa historia ¿te la contó?

-: Sí, Zao me la confió antes de morir, antes siquiera que se me permita conocer al guardián de nuestro hermano. Sin embargo, yo también caí… y comencé a creer que algo cambió realmente en él y me conformé con eso –concluye con la mirada perdida, decepcionado de sí mismo.

-: ¿Qué hay con esa cara? Sonríe, aférrate a lo que crees. Sé que para algo tienes ese poder tuyo de descubrir la más mínima impureza del corazón, -lo conforta apoyando su mano derecha en el pecho de Ceo y hablando con calidez en la voz- Solo te pido que no vuelvas a romper las reglas. Seré el primero en socorrerlos si algo sale mal, pero ya no te asomes a su corazón, no te quiero herido… Febo creció en tinieblas como tú, aunque fueran diferentes ambas estaban oscuras y si aún puede brillar es porque es fuerte e inteligente. Confía en su juicio, quien dice, tal vez, haya contagiado algo de luz a ese corazón oscuro.

Ceo echa un gran suspiro con sus ojos cerrados y asiente apoyando su frente contra la de Iang. Luego de un instante, este último toma un libro que deja sobre el escritorio, se dirige silenciosamente hacia la puerta y toma el picaporte para marcharse.

-: ¿A dónde vas?

-: Aker está trabajando, Amir ayudó a Febo, Kisa estará algo preocupada, Van probablemente molesto…

-: Ahh, es eso, Aker aún es algo brusco con ellos, es cierto. Pero Kisa… no creo que ella se preocupe –Ian lo observa con sorpresa- ella debe saber que Guez está bien y que Amir siempre exagera… Bien, te esperaré. –agrega sentándose- Apúrate, no quiero aburrirme como la última vez que me dejaste esperando.

Iang sonríe, asiente y sale.

 

***

 

Unas horas después Guez despierta, hay un peso oprimiendo su pecho, siente parte de su cuerpo pesado y su brazo derecho dormido por completo. Con su brazo izquierdo rodea la espalda de Apolo, que se quedó dormido cayendo encima de él y, sentándose, lo recuesta a su lado; luego, vuelve a recostarse. Un instante después el joven despierta y cayendo en cuentra de su intrusión toma distancia hacia atrás. A punto de caer, Guez lo sostiene. Somnoliento, el primero planta una caricia en los cabellos de su guardián.

-: Comment tu es?

-: Tá mé go maith. Agus conas tá tú féin?

Apolo sonríe abriendo los ojos y bosteza.

-: Mmm… estoy bien… ¿tienes hambre? ¿Quieres que…?

-: Prefiero descansar así un poco más… ve a rondar.

-: Está bien, hoy no me puedes perder de vista. Luego saludaremos juntos.

-: Heh… eres un ángel.

-: No, soy un Lucifero –sonríe.

-: Mejor entonces, con inocencia o sin ella la vida te va de juegos y eso te hace parecer un eterno niño.

Apolo examina largamente a Guez con la mirada clavada en sus ojos, luego se acerca aún más. Intrigado, intenta descifrar la intención del hombre, que responde con una sonrisa descubierto.

-: ¿Qué buscas? -pregunta Apolo.

-: Una respuesta… ¿me puedes prestar esa habilidad de sanar una vez más?... sé que es mucho pedir…

-: No lo necesitas, porque hay un vínculo que puede curar esa herida si esperas un poco más… verás, cuando los tocamos no podemos llevarnos sus recuerdos… solo dormirlos…

Las últimas palabras hacen eco en los oídos de Guez llevándolo lejos, muy lejos… hacia aquellos tiempos que produjeron el encuentro.

 

 

Un hombre herido camina guiado por el dulce néctar de la flor de la vida, por miradas ausentes, con pasos vacíos; parece que no piensa, pero vacila. El lugar en el que está, la ciudad que transita, se ha convertido en un desierto, has sido devastada y ya no es más que un imperio en ruinas; perdió sus sonidos y su esencia. Pero el hombre no puede detenerse, creyó  luchar por una causa justa, por una causa noble por la que se convirtió en un guerrero y al llegar frente al abismo, el miedo y la desesperación lo condujeron a abandonar sus propios códigos. Se convirtió entonces en un cazador, un mercenario. Su error mayor fue no haber aceptado que estaba equivocado al dejarse dominar por sus temores y sus pasiones, aferrado a sus razones sin razón. Para evitar mayor confusión, intentó anestesiar su corazón y se vio perdido en la neblina; algo lo condujo por un curso oscuro, una corriente turbia, pero no se detuvo porque cada descanso lo hundiría más en la ciénaga de pensamientos oscuros, nublando su juicio. Se sentía solo, nadie nunca protegería su pecho o su espalda, o al menos así solía creerlo… entonces ¿por qué?... Debe correr más rápido que nunca, aunque pesen su cuerpo y sus pies, aunque duela su cuerpo al punto en que ya no lo sienta… tal vez así pueda salvar su alma.

Un niño travieso vio caer un hombre cerca de su lugar de juego, a mitad de su travesía. Lo vio sufrir, gritar, levantarse e insistir, con sus brazos cansados y sus ojos cerrados, con pisadas sin huellas… repetía una y otra vez algo que al niño le hizo sonreír. Finalmente cayó a diez pasos de encontrarse con su nuevo destino y se sintió nuevamente arrastrado por una corriente, una corriente clara, una cálida, esta vez, dejándolo inmerso en un mar de luz y sombras por un tiempo que pareció eterno.

-: Hola, disculpa nuevamente por no hablarte en la noche –escucha el hombre a lo lejos, entre sueños- La luz llegó y trajo mi voz. ¿Qué hay de ti? –el niño sonríe- Ya veo, estás agotado; pensaba recorrer un poco más el lugar, pero supongo que me quedaré aquí. Lamento no poder hacer mucho más, tengo algunos… límites… ¡Ya sé! –exclama resuelto- Conozco una melodía que atrae a las luciérnagas, mmm… aunque aquí no hay muchas –ríe- de todos modos, quiero que la escuches –continúa y comienza a tararear una suave melodía.

Tras unos segundos el sonido se propaga y gana intensidad en sus oídos, lo hace de una forma preciosa, hipnótica, magnética; así, el hombre despierta. Comenzando a abrir los ojos, intenta llevarse una mano a la cara para limpiarla, pero sus brazos no responden, el niño observa la reacción y el rostro del hombre.

-: Es normal que estés cansado, van apenas tres días y  no he conseguido darte más que agua.

Traicionado por su temor más profundo, siente que de sus labios se escapa una pregunta.

-: ¿Eres un ángel?

El aludido ríe, su apariencia es blanca y pura, pero es solo un juego de luces.

-: ¿Un ángel?, no, soy un Lucifero.

El rostro se ensombrece, dejando de mirarlo dirige su mirada al cielo, muy serio.

-: Entiendo, –contesta, aunque no lo hace- entonces, si ibas a decirlo ¿por qué tienes esa apariencia?

-: Esa apariencia –repite confundido- Ah… es que… no puedo mostrarte otra imagen a menos que me des tu nombre.

El hombre se sobresalta, luego inspira con con fuerza sonriendo de costado y mira hacia donde reposa una de sus manos, duele como los mil demonios, sin embargo, está vendada, ambas lo están, al igual que sus heridas. Cerrando sus ojos, exhala y se anima a hablar nuevamente, intentando convencerse a sí mismo.

-: No, no importa. Hice muchas cosas, pero entregarle mi nombre al diablo… ¡prefiero que te borres esa idea!

Ante sus incrédulos oídos estalla el sonido de carcajadas. Con las manos rodeando su barriga, doblado de risa, el niño no para. Él lo mira serio, comenzando a asustarse pero intentando asustar y comienza a enojarse, pero el pequeño no lo toma en cuenta y sigue riendo, hasta que de pronto se detiene.

-: Creo que se te perdió una “o” –señala dibujando la letra en el aire, mirándolo detenidamente- das miedo ¿sabes? Je, je… pero no tienes que asustarte de mí. –Agrega sonriendo- Soy un Lucifero, no soy Lucifer.

El hombre cambia el gesto en su rostro, está confundido, también está furioso, pero no puede moverse, así que solo le queda escuchar… Suspira hablando para sí, mirando nuevamente hacia arriba.

-: Ah… de todos modos estoy muerto.

-: No estás muerto –indica, divertido, el niño.- Es por eso que es gracioso que un Lucifer viniera a revivirte por un pacto… Soy un lucifero… significa que soy luz, significa que tambien soy un poco Lucifer, significa ambos y es por eso que no puedo dejarte morir, pero tampoco darte vida… Por lo menos no hasta que estés fuera de peligro de muerte.

Respondiendo con rencor, intenta ahuyentarlo.

-: Si no puedes hacer nada… si solo puedes mirar… ¿¡por qué te quedas!? ¿¡qué acaso te deleita verme temblar mocoso!?

-: Sí. Es que… me tiene intrigado, nunca vi algo igual, pareces estar hecho polvo y sin embargo puedes hablar; en cambio yo… mi voz decae cuando pierdo mi fuerza o cuando se aleja la luz.

El niño habla intrigado, divertido, deleitado y muy confundido.

Otro límite… ¿Qué tanto intentaba decirle? ¿Hasta dónde llegaría el juego? El hombre cerró sus ojos por un momento y enseguida reparó en sus manos, no estaba seguro de cómo o cuándo habían sido heridas, pero tanto ellas como el resto de su cuerpo habían sido tratados. “No puedo dejarte morir, pero tampoco darte vida” habían sido las palabras del niño; de la forma en que lo dijo “darte vida” podía equivaler incluso a sanarlo.

-: Oye niño. Si no puedes darme vida, ¿cómo es que estás manteniéndome vivo?

-: Ah… eso… hice una tregua a cambio de algunos raspones.

Alarmado, el hombre volteó de súbito a ver al niñito, escudriñando, en principio, los brazos de aquel chiquillo; heridas similares a las suyas surcaban la tersa piel. Consternado, sintió cómo sus ojos se humedecían y tras años de haber provocado y padecido toneladas de sufrimiento, finalmente entonces, logró llorar.

-: Podrías haberte marchado para no involucrarte ¿crees que merezco tu ayuda?... mi vida se resume en cosas que te lastimarían profundamente y no me arrepiento de haberlas hecho… Dijiste que daba miedo, …ni yo considero que es bueno ya lo que hago… Así que (visto de esa forma) lo mejor sería que muera… solo me queda huir.

-: Es cierto, pero aún cuando solo pudiste huir lo seguiste haciendo… y no para descansar en paz, sino para recuperarte y volver… -el pequeño lo miró con terrnura.- Tal vez debías morir… tus pensamientos se habían ido, tus huellas se habían vaciado, tu cuerpo estaba a punto de ser un contenedor hueco… –lo contempla fríamente- pero de todos modos te seguías moviendo por el impulso de tres palabras en tus labios, deseos profundos e inconscientes… lo repetiste incluso hasta despertar: tu deseo de seguir con vida. Es por eso que no dudé en darte un poco de mi sangre…

El hombre no tiene palabras, el niño no ha cambiado su carácter, solo su propósito. Con un corazón aún algo oscuro y confuso, empero con una gratitud sumamente profunda, alcanza a decir su nombre.

-: Mi nombre es Houndpero, no quisiera que tus labios se manchasen con él.

-: Comprendo, un nombre es preciado, no se le debe dar a cualquiera… por eso te agradezco que me lo hayas entregado a mi. –Señala con gran alegría- Pero debo decirte de algún modo… -piensa un momento y asiente- Guez.

Ante tal sorpresa, el aludido no sabe cómo reaccionar; perplejo, pregunta lo primero que viene a su mente.

-: ¿Ah? ¿G… Guez? ¿Qué significa?

-: Mmm… No lo sé, es que hay persona de aquí y allá que usan ese sonido… dicen… “I guess” o simplemente suspiran y luego agregan: “Guez”

Atónito, su interlocutor comienza a reír.

-: Bien, … seré Guez. Gracias, no recuerdo a alguien que haya hecho tanto por mí… y… hace mucho que no reía… Realmente, muchas gracias…

-: FEBO, mi nombre es muy largo, pero me dicen Febo, como el sol. –Se presentó, contento, el niño.

-: Entonces, gracias, Apolo.

Y con un gran esfuerzo levantó la mano y se la extendió al pequeño, que, sonriendo, la tomó.”

 

-: Evan sin tregua, … -dice Iang entrando a su oficina- cambiaste algunos nombres ¿verdad? –le pregunta a Ceo que interrumpe la lectura para devolverle una sonrisa.

Ya sus preocupaciones se esfumaron.

-: Sí, creo que ya lo entendí.


Un grito en el vacío

  Los cauces se cierran,  las luces se apagan, desaparece el público, y cae el telón. Aunque miren todos, ya no ven nada. La serena mentira ...