Estamos en “Lupus Ánima”, una empresa grande por sus logros, famosa por
sus descubrimientos y única por su “magia”. Es versátil, pues abarca una amplia
gama del arte: música, dibujo, literatura y, por qué no también, algo de
historia… Programas de televisión, radio y libros, se hicieron célebres en su
paso por ella, y es su dedicación la que la fortalece.
Recientemente, hablando en años, la empresa quedó en manos de uno de los
hijos del antiguo dueño, que la arrimó aún más a la cima, su nombre es Iang: de
unos treinta y ocho años, casado, de ojos indefectiblemente grises, un porte
menudo y bien varonil, cabellos plateados, casi blancos y muy cortos, rasgos
finos y tez blanca. Siempre viste de traje y habla de forma muy cordial y
respetuosa. Pero esta no es exactamente su historia, por lo que se irá
detallando, en la medida justa, su participación.
El teléfono suena en una suntuosa oficina, Iang responde y tras un breve
saludo parece recordar algo que ha pasado por alto.
-: Lo siento ¿has llegado hace mucho?
-: No hace tanto, hicimos una escala y le mostré algunos puntos bonitos,
así que no fue tiempo muerto.
Su interlocutor tiene alrededor de veinticinco años; cabellos castaños
cortos, pero no mucho; ojos grandes, de un color más bien rojizo; su nariz
levemente respingada; sus cejas medianamente pobladas y una boca de labios mas
bien finos; no es muy alto; tiene un carácter dinámico y en ocasiones
caprichoso y muy impulsivo; ama el viajar; su nombre es Ceo.
-: Si luego la traes, podría hablar con ella esta tarde.
-: Bien… porque estamos en camino.
-: ¿Eh… en camino?
-: ¡Si!
-: Es que apenas son las dos, me refería a un horario más accesible, la
hora del almuerzo pasó y ahora debo terminar con algo.
Iang es muy meticuloso con sus planes y la noticia de Ceo fue algo
improvista.
-: No importa, no importa, hay mucha gente para conocer, se divertirá un
buen rato hasta que puedas atenderle. Ciao.
-: Espera Ceo. –Es tarde, Ceo ha finalizado la comunicación telefónica-
Impulsivo como siempre –suspira Iang, pero él no puede sentir fastidio alguno,
pues Ceo sabe que es su consentido.
Diez minutos más tarde, Ceo llega ante las puertas de Lupus Ánima
acompañado por una muchacha de cabellos castaños, que a la luz tienden a rojizo
y expuestos al sol directo parecen más bien dorados; sus ojos, almendrados, son
marrones, mas lucen violáceos a la penumbra y ámbar al sol; con cejas
semi pobladas; nariz respingada y labios medianamente finos; su contextura es
mediana, con una altura de adolescente promedio y una edad de entre dieciocho y
veintidós años. Tras entrar y subir al primer piso, se encuentran con un
muchacho de cabellos tan largos hasta la rodilla, castaño rojizos; ojos del
mismo color, cejas muy finas, escasamente pobladas, entre otras facciones que
lo hacen amigable a la vista.
-: Hola. ¿Ceo?- se sorprende- y…
-: Hola Tamir –contesta Ceo- ella es Kisa - luego, se dirige a la
muchacha- el es Tamir Jifer.
-: Encantada de conocerlo señor “Iifer”.
-: No, por favor, el placer es mío, …yo… yo…tú... –se aclara la
garganta- …usted…
Tamir se
muestra nervioso ante el decoro de Kisa, entonces Ceo interviene.
-: No le gusta mucho que le digan señor, suele ponerlo algo incómodo,
sobre todo porque aún tiene arraigados sus modismos para hablar.
-: Lo siento, ¿Cómo puedo llamarle?
-: A decir verdad, sin ofender, me sentiría mejor si se pueden dejar los
formalismos de lado –sonríe.
-: ¿Formalismos?
-: Sí, ya sabes, dejar el sr. de lado y por lo pronto llamarme por mi
nombre al menos,… ¿sabes?, no hace falta que actúes así ante mi.
-: Lo siento, pero no lo comprendo, ¿actuar? Es así como hablo.
Disculpe, ¿es una forma incorrecta?
-: A… ¿Así habla? –Consulta Tamir a Ceo, que asiente- Oh… no no, está…
bien, si así lo quieres, lo quiere… -se corrige- Lo siento… te… ¿Le incomodaría
que le tutee?
-: No hay problema… señor… Tamir ¿verdad? –contesta Kisa ante un Tamir
desconcertado y un Ceo divertido.
-: Tamir, solo Tamir por favor…
-: Claro… entonces Tamir, que tenga buena tarde.
-: No hace falta despedirnos. Ibas camino a la cafetería ¿verdad?
Nosotros tenemos que hacer tiempo… ¿vamos? –propone a Kisa. Ella lo sigue.
En la cafetería aparece un nuevo personaje, es un “chico” de unos
dieciséis años aproximadamente, de cabellos rojizos semi ondulados y
cortos, grandes ojos marrones y rasgos en general muy parecidos a los de Tamir,
pero con más apariencia aniñada.
-: Tamir ¿Qué haces aquí? Pensé que nunca más pisarías la
cafetería… Luego de aquel susto… -comienza a reír, pero es interrumpido por
Tamir.
-: Ya, ya, no toques ese tema y saluda, ¿qué no ves que hay invitados?
-: Oh…, está bien, pero si es solo Ceo… no sé por qué estás con esos
nervios –luego, se acerca a Ceo y le palmea un hombro- ¿Cómo estás tanto
tiempo? Oye, ¿sabes por qué Tamir está así? A que no… jeje… es que es muy
supersticioso y… -se detiene por un instante observando a Kisa- Oigan, ¿y quién
es esa mocosa tan seria?
La última reacción alteró a Ceo que, tras sentir un fuerte escalofrío,
esperó la reacción de Kisa, pues ya sentía su mirada clavada en la nuca. Pero
en su lugar habló Tamir, entre miles de ademanes, muy nervioso.
-: Lo… lo siento, no fue su intención es que es su forma de ser y… -Kisa
miró a Tamir fríamente y el primero comenzó a sentir en su espalda su
transpiración helándose; tras lo que repentinamente, fulminó al otro muchacho
con la mirada- ¡Pídele perdón a la señorita Kisa, ella no está acostumbrada a
ese vocabulario! –Alzó amenazante la voz.
Pero en lugar de hacerle caso, el muchachito reaccionó de otra manera,
algo nervioso, bromeando y asustado a la vez.
-: Wow… Oye, no sabía que pudieses hablar de forma… y mira esa mirada
tan severa… Podrías…
A punto de responder, Tamir se contiene al escuchar a Kisa, que con una
sonrisa se dirige a Amir.
-: ¿Cuántos años tiene muchachito?
-: ¿Yo? Pues, dieciséis ¿Por qué sonríes?
-: Solo pensaba, que aún tienes tiempo para aprender.
El muchacho, desconcertado, miró hacia Tamir y Ceo que reían en
confidencia.
-: Vaya… Kisa maduró más de lo que yo esperaba.
-: A decir verdad es muy lista –ríe Tamir- Aún no ha entendido que le ha
tratado como a un chiquillo.
-: ¡Oye! –grita el niño apenado- sí… lo sé ya lo entendí… pero solo
quería ser amigable... y… ella… ¡Cuando te estremeciste de esa forma pensé que
me ibas a golpear Tamir!
Tamir sonríe acercándose.
-: Ya Amir, lo siento, solo es que me pusiste algo nervioso y ella me
tensa mucho hablando así…
-: Lo siento.
-: Ah… No le hagas caso… es muy temperamental. Por cierto, soy Amir
Iifer.
-: Mi nombre es Kisa
-: Kisa… -sonríe extendiéndole una fruta, para romper el hielo- ¿Te
gustan las manzanas? –Kisa asiente- entonces tómala, es para ti.
Kisa agradece y se sienta a la mesa.
Ceo le ofrece un plato y un cuchillo que pidió a Tamir y ella vuelve a
agradecer, Amir la mira raro.
-: No es de por aquí ¿verdad?
-: No, no lo es –contesta Ceo sonriendo.
Amir permanece contemplando a Kisa por un momento…
Luego de un rato, a pedido de Ceo, Tamir lleva a Kisa a una sala de
video y le da los controles para que elija un programa, pero ya que ella no
sabe cómo manejarlo, le elige un programa con música para que se entretenga y
luego se va.
Más tarde, Amir llega a donde ella está, con un gato negro. Tras golpear
la puerta, entra.
-: Disculpa, ¿te gustan los gatos?
-: Sí.
-: ¿Te molestaría si lo dejo aquí? Es que Tamir es algo supersticioso y
como ahora está en la cafetería… -Amir observa a la muchacha, que mira el
televisor- El gato vive en la cafetería –aclara- …Entonces… ¿no te molesta?
-: No, si está permitido puede dejarlo aquí.
-: Es un gato callejero… ¿No le temes a las pulgas?
-: Soy más de cien veces más grande.
-: Bueno, debo ir con Tamir, si necesitas algo sabes el camino ¿no?
–Kisa siente.
Amir se retira, el gato camina hasta la muchacha y se echa a sus pies,
ella continúa viendo el programa que Tamir le eligió, e intenta repetir las
letras de las canciones que en este suenan, va tomándole la mano poco a poco al
subtitulado, cuando de pronto se escucha que golpean la puerta de la sala y
luego la abren. Acto seguido, un muchacho morocho entra, es alto para su edad,
que ronda los dieciséis y sus colores característicos son oscuros para su
procedencia, que es equivalente a la nórdica; es bastante sereno, a veces
fastidioso; lleva en una de sus manos un pequeño aparato con una especie de
teclado; su nombre es Van Dalheim.
Kisa voltea, al verlo entrar el gato se acercó a la puerta; Van lo ve
acercarse y lo alza en brazos. Entonces, se percata de la presencia de la
muchacha y hace una pequeña reverencia en señal de saludo.
-: Buenas tardes –saluda Kisa, pero Van no contesta.
Amir llega a la sala buscando a Van y grita a diez pasos del aludido
que, preocupado en tapar sus oídos, suelta al gato.
-: ¡Van!... ¡Espera! Lo siento –baja la voz- Espera, despacio. Ya
comprendí. Dije que lo siento –Kisa mira intrigada a ambos- Van es mudo –dice a
Kisa- pero tiene un oído muy agudo, por eso –Van vuelve a sus señas- Ay ya,
está bien, nunca agradeces y ahora te molestas. –Protesta Amir, mientras Van
sigue con sus señas cada vez más rápido- Que esperes, ¿no ves que no entiendo
si vas tan rápido? –se enoja- Allá tú, entiéndete solo, yo me voy.
Kisa se acerca a los dos.
-: ¡Espere Amir! –llama y, ante la reacción de Van, baja su voz- Lo
siento. Es que no se estaba quejando recién.
-: ¿Qué? –Se vuelve Amir preguntando.
-: Es que buscaba al gato por una ¿filmación?... Lo siento, es que yo…
-: Lo entiendes, y mejor que yo –sonríe con pena.
-: Soy Van Dalheim, músico y sonidista. –Se escucha.
-: Encantada de conocerlo, mi nombre es Kisa –contesta confundida.
Amir sonríe adivinando las dudas de Kisa.
-: Él es Van y esa –señala el aparato que Van llevaba desde el principio
en su mano- es su voz –sonríe- Aunque este tonto no quiere aceptarlo –agrega
señalando a Van. Kisa se confunde aún más.
Van vuelve a “hablar”.
-: Esto “habla” por mí, cuando los demás no pueden comprenderme. –Kisa
mira la mano de Van, que mueve los dedos muy rápido, tecleando las palabras-
Pero no es muy útil… y tú pareces algo especial.
Kisa sonríe:
-: Daña sus oídos… ese aparato. –Van asiente- No es necesario usarlo
conmigo.
Van hace una reverencia en señal de agradecimiento y se despide.
En la cafetería, Ceo y Tamir siguen hablando.
-: Sabes bien que no soy como Amir, pero hoy tiene algo de razón, esa
muchacha es algo rara.
-: ¿Por qué? ¿Por qué da las gracias y habla bien?
-: No, a pesar de que me incomode un poco, no es exactamente por eso.
–Ceo se ve intrigado- Es porque cualquiera haría preguntas que ella obvió.
-: ¿Qué cosa? ¿Tamir y Amir? ¿Si son hermanos? O ¿Acaso acerca de sus
nombres?
-: Si, es que todos lo preguntan y sin embargo ella ni siquiera se
intrigó cuando Amir me llamó supersticioso.
-: Es que sabe lo que significa –sonríe Ceo. Tamir se siente burlado- A
propósito, ¿qué pasó? ¿Por qué supersticioso?
Tamir se avergüenza.
-: Por… -de pronto pega un salto, asustado- ¡eso! –señala.
-: Jaja… búrlate –replica Ceo burlado, hasta que escucha un claro “Miau”
a sus espaldas.- Es… ¿Un gato? –inquiere temblando.
-: Y negro. ¿Lo ves? Tú también le temes…
-: No es cierto –ríe Ceo.
-: Pero estás temblando.
-: De emoción –asiente mientras estira sus manos, tanteando hasta
encontrar al animal, y lo acaricia.- Me encantan los gatos. ¿Puedo cargarlo
Van? –pregunta, luego toma al gato y lo pone en su regazo.
Tamir ve entre pánico, horror y confusión como Ceo juega con el gato.
-: ¿Cómo es que lo supiste? – El aludido levanta la cabeza intrigado.-
Lo de Van, digo.
-: Tres cosas; uno: bajaste la voz, aún estando asustado; dos: nadie
habló, más que nosotros dos y tres… a menos que el gato supiese levitar, nunca
estaría a la altura a la que se oyó el maullido.
A lo lejos se siente a Amir, que llega gritando.
-: ¡Tamir! ¡Es tu turno! ¡Ya terminaron con el gato, puedes salir
ahora!... –se ve abrirse la puerta de la cafetería- ¡Tamir!
Van tapa bruscamente sus oídos y en cuanto oye que Amir suelta el
picaporte de la puerta, la empuja golpeándole. Luego, se alista tapando
nuevamente sus oídos para lo que venga.
-: ¡Amir! ¿Estás bien?
Tamir da un rodeo, para llegar a la puerta sin cruzarse con el gato.
Amir entra junto a Tamir, que intenta detenerle. El primero llega hasta
Van furioso.
-: Oye ¿por qué hiciste eso? –grita mientras Van aún tapa sus oídos,
luego lo mira serio y por último vuelve a golpearle la nariz, solo que con dos
dedos- ¡Auch! Ay, Ay… ¡Oye, no abuses! –le reprocha, con una mano en su nariz.
Van comienza a hacer señas, pero Amir está muy preocupado en
reprenderlo, entonces vuelve a usar su herramienta.
-: No es para tanto, no te lastimé… -se escucha.
-: ¿Y por eso vas a golpearme? –Van se encoge de hombros- ¡Pues duele
igual te digo!
El muchacho vuelve a sus señas, pero esta vez Tamir las lee.
-: Es la segunda vez que gritas cerca de sus oídos… él… solo quería que
te calles –y comienza a reír estallando en carcajadas, hasta que Van lo empuja
levemente.-Ah, lo siento –a Amir- Vamos.
Tamir y Amir abandonan la sala, Tamir empujando y Amir quejándose.
Ceo y Van han quedado solos y el primero lo encuentra divertido.
-: Dime ¿aún estás aquí Van? –ríe.
Van usa una última vez su “voz” y retruca…
-: ¿Qué acaso no me ves? –sonríe.
-: Vaya que te has acostumbrado bastante... –comenta Ceo. Van se encoge
de hombros, aun conservando su mágica sonrisa.
Van se arrima a Ceo y el gato despierta buscando que lo acaricien. Todo
se queda en silencio por un instante.
De vuelta a la sala de video, Kisa, ya sola, se anima a cantar la música
que suena y pronto vuelve a ser interrumpida. Esta vez es Iang quien entra,
solo que ella no lo reconoce y, ya que cuando él entra ella está recostada en
el sofá muy relajada, la situación se vuelve incómoda, pues está avergonzada.
-: Buenas tardes.
-: Bue… Bue… ¡Buenas tardes! Mi nombre es Kisa…
Iang interrumpe a Kisa muy sutilmente para calmarla, buscando sus
ojos...
-: ¿Kisa? Soy Iang… ¿Me recuerdas?
-: I… ¿Iang? –ella levanta la vista, reconociéndolo y sonríe- Es un
gusto volverle a ver… yo… Siento no haberle avisado…
-: El gusto es mío… agradezco haber podido deleitar mis oídos con tu
voz. –Kisa se sonroja- Bien, Ceo está en la cafetería ¿verdad?
-: Supongo que sí.
-: Entonces acompáñame por favor, -indica mientras apaga el equipo de
audio y video- deseo hablar con él también.- Kisa asiente y lo sigue, él la
contempla y su sonrisa se ilumina. “La muchacha de la sala de video” recuerda…
y deja escapar sus pensamientos- Kisa… entonces ¿eres tú la nueva voz de la que
hablaban?
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