Un día paso,
ya es de mañana y en casa de Ceo, éste entra a la habitación de Kisa.
-: ¿Va a
levantarse señorita? –tras una pausa, insiste- … Kisa… -y luego se acerca para
susurrarle al oído- son las diez de la mañana.
Al escuchar
esto último Kisa despierta y entre apurada y sobresaltada por ver a Ceo tan
cerca, se levanta repentinamente, dándole un cabezazo. Ceo automáticamente
retrocede dos pasos y sostiene su cabeza.
-: ¡Ay ay
ay ay ay! eso dolió.
-: Lo
siento mucho, no lo vi… -se disculpa Kisa.
-: Lo mismo
digo. Ay… eres cabeza dura Kisa…
-: Lo
siento –se preocupa- ¿Lo golpee muy fuerte?
-: No, pero
te pedí que me tutees –sonríe Ceo.
Kisa lo
mira seriamente.
-: Ah… era eso, aún no puedo acostumbrarme, lo siento mucho, pero creo que no debería
asustarme así solo por eso.
-: Kisa,
que mala eres. Solo quiero que me tutees… vamos, dilo… Ceo ¿cómo estás? O
¿estás bien? Deja eso de señor que me haces sentir viejo.
-: Ceo…
-sonríe Kisa- llegaremos tarde si damos más vueltas –Ceo la mira serio,
sintiéndose burlado. Kisa continúa- ¿Cómo está tu cabeza?
Ceo sonríe.
-: Ahora
bien –tantea buscando su mano.- Vamos.
Al llegar a
la empresa, Ceo y Kisa se topan con Iang, que vuelve de un trámite y los ve
bajando de un taxi.
-: Ceo…
¿has tenido que venir así?
-: Verás, cuando
decidí que volvería por un tiempo, pensé en sacar un auto aquí… pero… ando un
poco mal con los cálculos. Ella no sabe conducir.
-: De
haberme avisado que hoy venías, podría haber mandado un auto a buscarte.
Los tres
entran, Iang observa a Kisa por un momento y luego a Ceo.
-: Kisa…
¿quieres terminar de recorrer la empresa? –Kisa asiente- ¿Te animas a ir sola?
Quiero hablar con Ceo. –ella queda inmóvil por un momento- No sé si hay alguien
en el primero, pero sé que en el segundo piso es posible que esten cualquiera
de esos tres que conociste ya –sonríe- Que, por cierto, hablaron bastante bien
de ti –ahora es Kisa quien sonríe. Pero por un momento mira a Ceo- Está bien,
Ceo estará conmigo hasta que regreses.
-: Bien.
Entonces, con permiso.
Iang
conduce a Ceo a su oficina, allí llama su atención en tono de reproche.
-: No avisaste
que venías.
-: Lo sé,
ayer le dije a Kisa de venir de nuevo temprano, pero nos retrasamos y olvidé
llamar. Lo siento, ¿tienes mucho trabajo?
-: No, pero
eres algo impulsivo… dime, ¿qué fue lo que te hizo saltar de la cama?
-: Dijiste
que en unos días llamarías a Kisa a la empresa… ¿Qué pretendes? –inquiere Ceo
desconfiado.
-: Sabes… es muy respetuosa, íntegra… graciosa incluso y
sonríe a todos… -Ceo aún espera la respuesta- No sabe nada de la industria o de
su historia… ¿verdad?
-: Eso es cierto… y parece estar bien así… ella…
-: Es que … quiero que aprenda en principio sobre
tecnología, eso será una gran herramienta para saber sobre ella; quiero que
aprenda a grabarse sin miedo a quedar atrapada, que pueda manejarlo… quiero que
aprenda el alcance de su voz y lo que vale su existencia… y que trabaje aquí… tiene
mucho potencial. Van puede enseñarle…
Ceo queda inmóvil, sin respuesta alguna y miles de
preguntas sin esbozar… Tras escuchar el silencio se levanta y se dirige a la
puerta por la que entró. Iang le disparó una bala que impactó en su corazón…
pero no es culpable, porque no sabe lo que hizo.
-: Ceo, espera, -lo intenta detener Iang, sonriendo- te
puedes caer Ceo, no juegues –llama, ya serio- Oye, espera, ¿dije algo que te
molestó? –el aludido llega a la puerta y la abre- ¿Es porque…? –Iang piensa un
momento- ¿Estás celoso Ceo? Tendrás tiempo suficiente para compartir con ella…
Ceo se vuelve bruscamente, cerrando de un portazo en el
proceso.
-: ¡Tuve seis meses para compartir con ella! y es por eso
que no comprenderías.
-: Es una muchacha lista, pero aprender, sobre todo esas
cosas, la hará fuerte.
-: No, -arremete Ceo determinante- la hará volverse loca…
Iang lo mira estupefacto,
luego, en un tono que señala lo extremista de la idea, habla.
-: ¿Qué? Por favor,
¿estás escuchándote? ¿De que forma piensas que permitiría eso? Esta es la
oportunidad de…
-: De abrir miles de puertas, las mismas que siempre se
mantuvieron cerradas para ella –Lo interrumpe Ceo- Pero abrirá tantas puertas…
que no sabrá qué hacer y terminará eligiendo un atajo que “encierre a todas las
demás”, para llegar más y más lejos… o para terminar con todo de una sola vez…
Iang suspira largamente.
-: Entiendo que tu postura es adversa, pero sé que ella
podrá…
Ceo retoma su camino, dándose por vencido, sujeta el
picaporte y abre nuevamente la puerta.
-: Enséñala… pero… Quisiera que de ahora en más tengas
esto presente y puedas contestarlo en el momento oportuno… Hay miles de
puertas, no puedes encerrar a todas en tus manos; una te llevará a la otra, más
y más lejos. Pero… cuando llegues a la última ¿sabrás, al regresar, con que fin
abriste la primera?
-: Ceo… -deja escaparse Iang. Ceo se retira.
***
Mientras,
Kisa recorría la empresa, extrañándose o maravillándose con las cosas raras que
veía. En la sala de audio, en el segundo piso, encontró a Tamir tocando una
eterna melodía en la guitarra. Al verla
entrar él se detuvo.
-: Continúe
por favor –pidió Kisa- Lo siento, ¿molesto?
-: No…No
por favor… ¿Cómo podrías molestar?... –Tamir intenta retomar la melodía sin
conseguirlo.- Siéntate por favor.
-: ¿Eh?
¡Sí!
Tamir
sonríe. Intenta entablar una conversación distendida.
-: Esta
bien… puedes relajarte soldadito… ¿Te gusta la música?
-: Usted
hace muy linda música.
Tamir juega
con los acordes y sonríe nervioso, con la mirada perdida en su guitarra; luego,
mirando a Kisa, consigue sacar unos acordes de la melodía.
-: Cuanto…
-se detiene antes de terminar siquiera la primera palabra y la mira en silencio-
tengo dieciocho años, ¿Soy mayor o menor que tú?
-: Algo
menor… usted está cerca de mi edad…
Tamir deja
resuelto la guitarra y se acerca a Kisa.
-: ¿Cómo
haces para hablar así? ¿No te incomoda? –inquiere poniéndose en cuclillas.
-: No. ¿Le
incomoda a usted?
-: Algo…
-Tamir sonríe nervioso.- No es cierto, a decir verdad me pone los nervios de
punta. Pero no me prestes atención…
Kisa
sonríe, se pone de pie y se dirige a la puerta, haciendo una reverencia.
-: Buenos
días, disculpe por las molestias.
Tamir, sin
moverse de su lugar, alcanza a hablar.
-: ¿Te vas?
¿No preguntarás ni dirás nada?... ¿Solo te irás?... –Y al ver que Kisa se está
yendo, se levanta y continúa- Puedes quedarte si quieres, tocaré un poco más.
-: Está
bien… -declina la oferta- Aún me queda gran parte del edificio por ver… pero,
le oiré desde donde esté.
Kisa se
retira ante el atónito Tamir, que solo alcanza a dejarse caer en el sofá en que
ella estuvo sentada.
Continuando
con el recorrido, Kisa llega al último piso. Al instante, ve una ventana que da
a la calle y se acerca unos pasos; luego de un momento de duda, termina de
llegar junto a esta y se apoya en el marco. Asomándose un poco, mira el
horizonte lleno de edificios y suspira, está poco acostumbrada a ese tipo de
cosas,… pero se queda por un momento recargada allí, descansando.
Aker Mikal,
hombre por demás divertido y bastante irresponsable para el trabajo que cumple,
mas fiel y compañero como pocos; camina por los pasillos del último piso,
ajustando la mira de su arma. Es un hombre de cabellos largos de un castaño
algo rubio, que lleva atados bajo una gorra; con ojos predominantemente color
miel, aunque algo pardos; una importante altura; rasgos algo irónicamente puros
y bastante persas. Se dirige a una ventana sin prestar atención más que al arma
que porta, hasta que se topa con una persona; entonces, sin bajar la mira, que
está casi perfecta, habla.
-: Ayer no
pude conocerte muchacha. Soy Aker, guardaespaldas.
Kisa, al
escuchar el sonido metálico del arma, se vuelve bruscamente, él continúa
ocupado, sin darse cuenta que casi está apuntando a la muchacha.
-: Un
placer encontrarnos.
Kisa hace
una inclinación de cabeza, Aker levanta la vista y se percata inmediatamente de
su postura. Tras bajar el arma rápidamente, extiende una mano, ofreciéndola,
para saludarla.
-: Lo
siento, ¿te he asustado?
Tras un
apretón de manos, Kisa señala con seriedad.
-: Debería
tener cuidado con eso. Podría lastimarse.
Aker la
mira atónito, luego sonríe. Kisa lo retó por jugar con fuego, pero parece de lo
más tranquila; entonces él recuerda algo que oyó de Amir.
-: Es
cierto, tú viviste en la región del inmenso bosque ¿verdad? Las armas deben
serte familiares, por eso no te asustas.
-: ¿Tendría
que hacerlo? –pregunta ante un Aker algo extrañado- de todos modos no tiene
cartucho y, por el sonido, no debe tener bala alguna en recámara.
Aker la
observa sorprendido.
-: Debiste
de haber conocido a muchos cazadores ¿verdad?
-: De a
montones, -contesta Kisa- solo que no cazaban animales –termina casi inaudible,
alejándose.
Aker
permanece inmóvil, atónito, mira el arma y deja caer su mano a un lado aún
empuñándola, se acerca a la ventana y mira el horizonte con cierta melancolía
en los ojos.
***
Kisa se dirige a la oficina de Iang, tras
golpear la puerta sin obtener respuesta alguna,
entra en silencio, muy despacio. Allí, Iang duerme recargado sobre el
escritorio y al sentirla llegar despierta y reacciona., aún con los ojos
cerrados e inmóvil.
-: ¿Kisa?
-: Sí, lamento
interrumpir su sueño…
-: Ceo está
en la cafetería –contesta adivinando- Siento haberlo dejado solo –se disculpa
reincorporándose.- Dame un momento por favor, en cuanto me acostumbre a la luz
te acompañaré.
-: Está
bien, conozco el camino.
-: Espérame
un momento, quiero hablar un poco más con ambos.
-: Claro. No
hay problema.
Mientras
salen, Iang llama su atención.
-: Kisa ¿te
interesaría? Es decir ¿alguna vez quisiste aprender sobre computadoras… o a
grabar… y todas esas cosas de por aquí?
-: No
–contesta sinceramente Kisa.
-:
¿Quisieras que te enseñe?
-: No.
-: ¿No
anhelas aprender, saber más acerca de todo lo que existe? –insiste extrañado
Iang.
-: ¿Quién
no? Pero… no podría, hay cosas de las que no querríamos saber nunca y aún si no
es el caso, sería algo egoísta recibir más de usted, porque de lo que me dio
aún no devolví nada.
-: ¿Y si le
dijese, señorita,… -insiste con dulzura Iang- que puede ayudarme a mí, e
indirectamente a Ceo, con lo que le ofrezco?
-:
Entonces… mi pregunta sería ¿qué se le ofrece?
-: Eso es
bueno… -se anima- quisiera que trabajes conmigo aquí, en la empresa.
-: Es algo
que debería hablar con Ceo –piensa en voz alta Kisa.
-: Lo sé. Por
eso quería hablar con los dos.
Llegando al
primer piso, Iang y Kisa encuentran a Ceo, sentado junto al ascensor. Kisa sale
del mismo y se abalanza a sus brazos en cuanto junta el valor suficiente para
caminar, él la abraza.
-: Pensé
que bajarían de este modo, así que estaba esperándolos.
-: ¿Ocurre
algo? –se intriga Iang, inclinándose hacia sus dos amigos. Ceo asiente.
-: Le tiene
terror a este tipo de cosas –señala el ascensor.
-: Vaya, por
eso era que quería ir por las escaleras… Debiste habérmelo dicho… -Ceo pide
silencio.- ¿Se desmalló?
-: No, solo
duerme. Le pasa bastante, luego de este tipo de shocks… Al parecer la cansan
mucho.
Iang ayuda
a Ceo a levantarse y luego a llevar a Kisa hasta algún lugar donde puedan
recostarla. Después de hacerlo, Iang lo mira largamente.
-: Lo
dicho, dicho está. –Advierte él, ante la duda de Iang.
-: Vino a
preguntarte a ti.
-: No voy a
interrumpir nada… Si hay una mínima razón para hacerlo, lo aceptaré. Pero
ninguno debe influenciar en sus decisiones.
-: ¿De
veras lo crees?
-: Así lo
creo.
***
Una semana
pasó de la propuesta de Iang, la desinteresada Kisa fue tomando conciencia de
lo que será explorar esos nuevos horizontes. Y aunque no tenga gran interés en
operar una máquina, sí lo tiene en ir a la empresa, a la que ha estado
concurriendo a diario con Ceo hasta el nuevo día. Y hoy está especialmente
emocionada.
-: Dime…
¿Qué es lo que te alegra tanto?
-: Hoy
comienzan…
-: Lo sé,
Van te enseñará, ¿sabes? –Kisa asiente- Pero… ¿acaso te gusta tanto la idea? Pensé que… -Kisa niega.
-: No es
eso, es que… el niño Dalheim me dijo que, mientras me enseñaba, podía mostrarme
cómo hacer música.
-:
Entiendo, a ti te gustó mucho la música que hacen esos tres –Piensa en voz alta
Ceo, refiriéndose a Tamir, Amir y Van.- Así que de esa forma domó tu orgullo.
-: No, es
que, aunque aún sea un niño, desde el primer día pude entenderlo. –Explica
Kisa.- Además, es el único que no me ha dicho nada acerca de mi comportamiento
o mi forma de hablar. –Continúa mientras salen de la casa.
-: Eso es
porque, de hablar, emplearía tus mismas palabras, ya que su padre solía hablar
así también… y su madre. –Kisa lo mira intrigada, Ceo sonríe deleitándose con
el silencio ,porque sabe que ella quiere saber más.- A que no sabes quién es su
padre.
-: No lo sé.
-: ¿Quieres
saber?
-: No.
-:
Mentirosa. Vamos, pregúntame, sé bien que quieres saber. –Tras u silencio,
continúa- Sabes… si te intriga algo, nada te impide que preguntes.
-: ¿También
usted con eso?
-: ¿También
yo? ¿Quién más te lo dijo?
-: Tamir…
varias veces y también me pide constantemente…
-: Que
lo tutees –termina Ceo.- Es que Tamir
era como tú en un principio. –Kisa se sorprende- Pregúntame y te contestaré
–vuelve a insistir.
-: No.
-: ¿Por
qué? Nunca sabrás nada de nadie si no preguntas.
-: No es
cierto. –Ceo se detiene hasta que Kisa reacciona- ¿Por qué te detienes?
-: Porque sabía
que preguntarías. –Sonríe- Porque sea o no verdad lo que te dije, en realidad
se da por un acto reflejo. –Kisa se acerca- Aunque la respuesta esté implícita
en la pregunta; o preguntes porque sabes la respuesta, como muchos dicen, la
mayoría del tiempo no hay respuestas sin preguntas, porque no hay muchas
personas que se acerquen y comiencen a relatarte su vida… y a menos que quieran
ocultar algo…
-: Excepto
tú –lo interrumpe.
-: Excepto
yo –asiente Ceo, que conoció a Kisa un día que se acercó a hablarle de su vida.
De pronto reacciona- ¿Cómo me dijiste? –la muchacha reemprende la marcha- Oye,
espérame. –Pide Ceo poniendo una mano en su hombro y a continuación, reemprende
la marcha él también.
A unos
metros de la empresa, Kisa se detiene.
-: Espérame
un momento.
Ceo se
detiene, ella vuelve unos pasos y se acerca a acariciar a un gato negro.
-: ¿Qué
pasa? –inquiere regresando sobre sus pisadas hasta que siente un maullido- Ah,
es eso…
-: Sí, aún
cuando llamas a un auto, este tramo siempre lo transitamos. Al parecer él se
acostumbró ya y vino a esperarnos hoy –observa Kisa, alzando al gato.
-: ¿Es el
que estaba en la empresa?
-: Sí…
De pronto,
un muchacho de unos veintiún años de edad llega cruzando la calle; su destino
es, supuestamente, la empresa. Al ver a Kisa con el gato en sus brazos, se
acerca a buscar conversación, aunque en realidad busca coquetear.
-: Que
precioso cuadro… Eres un ser hermoso –se arrima, acariciando al gato.
-: Le gustan
los gatos –afirma Kisa.
-: Algo…
aunque, lo decía por ti. Mi nombre
–continúa, tomando la mano de Kisa para besarla- es…
-: ¡Makuro!
¿Qué haces aquí? –interrumpe desafiante, Ceo.
El otro lo
ignora.
-: Se
conocen –Kisa retira la mano antes de que Makuro la bese.- Lo siento, no
acostumbro a ese tipo de saludos.
-: Al
contrario, soy yo quien debe disculparse –señala Makuro.
-: Vamos
Kisa –La llama Ceo.
-: Vaya que
tu oído está más agudo que nunca Ceo –desafía Makuro.- Así que recuerdas mi
voz…
-: Kisa…
-: Lo
siento, llevo prisa, es un gusto conocerlo
Kisa se
despide, preparada para seguir a Ceo; Makuro los sigue.
-: ¿Os
dirigís a la empresa? Porque voy por el mismo camino. ¿Os molestaría mi
presencia?
-: ¡Sí! –Exclama
Ceo. Pero otra vez es evadido y opacado por el comportamiento de Makuro.
-: Mi
nombre es Makuro señorita… ¿Kisa? –Kisa asiente- Precioso y gentil nombre
señorita…
-: ¿Acaso
fue el regalo del ángel que alumbró tu llegada? –se acopla Ceo burlón a las
palabras de Makuro. Kisa sonríe.- Dime, ¿dónde te había tocado ese guion?...
Makuro se
detiene y tras excusarse con Kisa, toma una vía alterna hacia la empresa. Pero
antes quiere molestar a Ceo.
-: Bueno,
tomaré otro camino desde aquí. También tengo prisa y un cheque que cobrar.
–Finaliza dirigiéndose a Ceo. El aludido, molesto, reemprende la marcha con
Kisa en silencio.
Ya en la
empresa, Ceo se despide y Kisa acompaña a Van para seguir con su entrenamiento.
Atentamente y con mucha delicadeza, la muchacha va haciendo lo que Van le
indica y luego de aceptar una tarea, él le enseña los primeros pasos para saber
más acerca de cómo hace música junto a Tamir y Amir, luego se retira a tomar
algo mientras ella completa, de a poco, la tarea impuesta. De un momento a
otro, Tamir se asoma a la sala y llama a la muchacha.
-: Hola
Kisa, ¿sabes?... recién tropecé con Iang que te buscaba.
-: Gracias
por avisar, iré enseguida.
-: Y dime…
¿Van te ha enseñado algo ya?
Kisa
asiente.
-: Me dejó
ayudarlo con …¿edición de video?
-: ¡Vaya!
Le has simpatizado. –se sorprende Tamir- Es para un evento ¿verdad? –Kisa
asiente- ¿Y ya montó la música con las imágenes? ¿Puedo verlo mientras vas y
vienes?
-: A decir
verdad… Van me indicó que si venían ustedes –refiriéndose a Tamir y Amir- les
mostrara esto –continuó abriendo un nuevo archivo y cerrando el anterior.
-: Bueno…
-responde algo desilusionado Tamir- déjalo en mis manos.
Ella
asiente y se retira.
-: Ceo se
fue –Le dice Iang al verla llegar a la oficina- ¿Pasó algo?
-: No lo
sé, estaba como de mal humor.
-: ¿Por
algo en especial?
-: A decir
verdad, estaba contento hasta cruzarnos con el señor Makuro. –Iang sonríe
descubriendo la causa- ¿Está enojado?
-: Es que
esos dos no son muy buenos compañeros…
Mientras
tanto, de vuelta en la sala de audio y video, Tamir mira el archivo que Kisa le
dejó y llega Amir buscándolo; ambos terminan de verlo, lo cierran y Amir se
sienta junto a Tamir algo aburrida, buscando algo más interesante para ver.
-: Amir, te
meterás en problemas –le advierte Tamir.- Sabes que Van es reservado con su
trabajo.
-: No es
justo, Kisa puede ver –se queja Amir.
-: Eso es
porque la está entrenando –contesta Tamir- Pero de todos modos no voy a
detenerte, sigue.
-: ¿Lo ves?
Tú también te meterás en problemas, porque eres cómplice.
-: A decir
verdad, no. Que sea reservado implica
que Van tiene claves para lo que no quiere mostrar –aclara algo desanimado.
-: Bueno,
pero Kisa aún no debe saber eso –Lo anima Amir- debe haber algo que esté a
nuestro alcance…
-: Amir,
aprovecharse de eso no es justo.
-: Aquí
está… mira, deben ser alguna clase de fichas personales –comenta Amir abriendo
un archivo- la fecha es de hoy, lo hizo hoy –dice sonriendo- Van ya le dio
tarea…
-: No debe
haber terminado, Amir no juegues con
eso –intenta que salga de la máquina.
-: Ya, no
empujes –pide Amir- mira, son nuestros perfiles. –Tamir se detiene- Ah… también
tú quieres ver ¿o no? –se burla.- Haremos esto: para que no te molestes por lo
que diga o no, abriremos el mío primero. –Amir abre su ficha personal sin
problema alguno, luego de teclear su nombre como contraseña- …Es… bastante
completa…¡Je! ¿quién le dio mis datos?
-: Han de
haber sido Iang o Van… tú sigue.
-: Ahh… te
gustó…Bueno, a ver, dice… “Nombre: Jasperamir Jifer (casta de Amir) Edad: 16
años. Estado civil: Soltero. Creo
que esta niña es algo aburrida… ¿qué no tiene comentario propio acerca de mi
grandeza? –Opina Amir. Tamir lo empuja para que lea- …ya…, “Cargo:…” está
vacío… y… -De pronto calla, más abajo hay un apartado con observaciones. Lee y
se levanta algo molesta. Tamir la sigue con la mirada.
-: Qué
ocurre?
-: ¿Tan
solo un niño caprichoso? –inquiere citando lo leído- eso no es una observación
y tan modesta que parecía.
Tamir se
adueña de la computadora y lee:
-: Espera,
aún sigue.
-: No
molestes, ya no quiero leer.
-: ¿Acaso
tienes tu orgullo herido? Así sí pareces comportarte como “un niño caprichoso”-Remarca
las palabras con intención. Amir hace caso omiso. Tamir da un suspiro algo
cansado y lee en voz alta- “Su perfil asemeja tan solo al de un niño caprichoso,
pero algo en su personalidad contagia fuerza, tiene un gran dinamismo y anhela
la perfección. Aunque no haya crecido por completo aún, tiene un corazón de
oro. Su papel en Lupus Ánima, fuera del trabajo, ha de ser el del motivador.”
-: ¿Tengo
un corazón de oro? –Se interesa Amir, acercándose nuevamente.
-: ¿Lo ves?
-: Bueno,
ya, ya, vete… -Recupera su lugar frente a la PC.- Veamos qué dice de ti –agrega
abriendo el archivo de Tamir- Oye – lo llama, ante la imposibilidad de hacerlo-
no abre, pensé que Kisa no sabía lo de las claves seguras…
-: A ver,
vete –indica Tamir, tomando el mando- Ahí está –abriendo el archivo frente a
los incrédulos ojos de Amir- Era T. Amir –aclara.
-: Sí que
te interesa saber lo que dice ¿verdad? A ver… “Nombre: Teramir Jifer (casta de
Amir)”, otra vez con eso… que molestia… “Edad: 18 años… Vaya, ¿ya tienes
dieciocho? –molesta a Tamir, que lo mira serio- “Estado…”
-: No hace
falta que leas eso –se desentiende Tamir bajando la página- vamos a lo
importante…
-: Está
bien… -Amir lee y luego se aclara la garganta.- Mira esto: “Su personalidad es
exacta” ¿Qué quiere decir con eso?
-: No
importa, continúa.
-: “…Algo
nerviosa y rebelde por el peso que debió soportar. Sabe hablar correctamente
cuando la situación lo amerita, pero necesita tiempo de preparación. Tiene el
espíritu de un gran lider…” –Amir sonríe tentado- “…pero su impulso es más
natural… Sigue un ritmo acelerado y lo refleja en su música, haciendo sonar la
guitarra como los dioses” –Amir comienza a descostillarse de risa.
-: ¡Oye!
–llama su atención Tamir, algo herido.
-: Pero
¿has escuchado lo que escribió? Esta niña te adora –vuelve a reír.
-: Es solo
una observación Amir.
-: Lo sé,
pero, ¿no te parece mucho?
-: ¿Qué
estás sugiriendo? –pregunta Tamir con cara de pocos amigos.
-: Nada.
De pronto son sorprendidos por Aker, que entra buscando a Van.
-:¿Qué se
supone que hacen aquí?
-: ¡Aker!
–exclama con confianza Tamir- ¿Cómo estás? –acercándose- Estábamos viendo algo
y ya nos íbamos… No le dirás a nadie ¿verdad?
-: No es
correcto revisar lo que no les incumbe. ¿No creen? –Les reprocha Aker.
-: Pero sí
nos incumbe –acota Amir desde la computadora- mira, también habla de ti… -Tras
un par de intentos logra abrir la ficha- “Nombre: Aker Nikel Mikal” ¡Nunca nos
dijiste que tenías segundo nombre! –opina en tono de queja.
-: Ya, ¿y
cómo abriste el archivo entonces?
-: Me costó
bastante, a decir verdad…
-: ¿fue
casualidad?
Amir
asiente.
-: Cierren
eso, es privado –señala Aker molesto.
-: Ay,
¡vamos! Si es sobre ti –protesta Amir.
-: Por eso
lo digo.
-:
Relájate, es solo un juego –lo tranquiliza Tamir- queremos ver cómo avanza
Kisa.
-: Juego o
no, sigue siendo intrusión.
-: ¡Ey…
escucha esto! –Exclama Amir, Tamir se acerca más.- “El hombre que dispara”.
-: ¿Eso es
todo? ¿No habla de su personalidad o algo más?
-: No, solo
eso. ¡¿Oíste Aker?! Eres el hombre que dispara –insiste, solo para molestarlo
un poco.
Amir se
detiene, Kisa está entrando por la puerta, al mismo tiempo que Aker se retira
ignorando los llamados y burlas de Amir. Ella se acerca a la computadora y
eludiendo a Amir, que intenta esconder las fichas, presiona dos teclas y cierra
los programas y archivos abiertos.
-: Lo
siento –se disculpa Tamir- no quisimos invadirte. ¿Por eso es que no preguntas
nada? Ya te dijeron todo sobre nosotros.
-: Aún no
está terminado. Y… con respecto a las preguntas, no suelo preguntar mucho...
-: Porque
ya sabes la mayor parte de lo que quisieras.
-: No. Es
porque las preguntas crean un lazo.
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